Cuento de Navidad de Charles Dickens-Capítulo IV
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Cuento de Navidad de Charles Dickens-Capítulo IV
Capítulo cuarto
EL ÚLTIMO DE LOS ESPÍRITUS
Cuando el espíritu estuvo cerca, Scrooge cayó de rodillas experimentando un terror sombrío. El aparecido era alto y majestuoso, su misteriosa presencia lo llenaba de temor. Pero no hablaba ni hacía ningún movimiento. —¿Estoy en presencia del espíritu de la Navidad por venir? —dijo Scrooge. El espectro no contestó, limitándose a sostener su mano extendida. —¿Vas a mostrarme las sombras de las cosas que no han sucedido todavía, pero que sucederán con el tiempo? La parte superior de la vestidura del fantasma se contrajo un poco, como si el espectro hubiera inclinado la cabeza. No dio otra respuesta. Aunque ya se había acostumbrado a los espíritus, Scrooge sentía tal pavor en presencia del aparecido silencioso, que sus piernas temblaban y apenas disponía de fuerzas para sostenerse en pie cuando se vio obligado a seguirlo.
EL ÚLTIMO DE LOS ESPÍRITUS
Cuando el espíritu estuvo cerca, Scrooge cayó de rodillas experimentando un terror sombrío. El aparecido era alto y majestuoso, su misteriosa presencia lo llenaba de temor. Pero no hablaba ni hacía ningún movimiento. —¿Estoy en presencia del espíritu de la Navidad por venir? —dijo Scrooge. El espectro no contestó, limitándose a sostener su mano extendida. —¿Vas a mostrarme las sombras de las cosas que no han sucedido todavía, pero que sucederán con el tiempo? La parte superior de la vestidura del fantasma se contrajo un poco, como si el espectro hubiera inclinado la cabeza. No dio otra respuesta. Aunque ya se había acostumbrado a los espíritus, Scrooge sentía tal pavor en presencia del aparecido silencioso, que sus piernas temblaban y apenas disponía de fuerzas para sostenerse en pie cuando se vio obligado a seguirlo.
Estrella- Cantidad de envíos : 2057
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Re: Cuento de Navidad de Charles Dickens-Capítulo IV
El espíritu, como si hubiera conocido la turbación de Scrooge, se paró un momento para dar lugar a que se reponga. Esto agitó más a Scrooge. Un vago escalofrío de terror le recorrió todo el cuerpo, al advertir que, bajo su fúnebre sudario, los ojos del fantasma estaban constantemente fijos en él, y que, a pesar de todos sus esfuerzos, no podía ver más que una mano de espectro y una masa negruzca. —Espíritu del porvenir, te temo más que a ninguno de los espectros que hasta ahora he visto.
Sin embargo, como sé que estás acá por mi bien, y espero vivir de una manera muy diferente que como he vivido hasta ahora, te seguiré adonde quieras, agradecido de corazón. ¿No vas a hablarme? Ninguna respuesta.
Tan sólo la mano hizo señal de ponerse en marcha. —Guíame —dijo Scrooge—, guíame. La noche avanza rápidamente y el tiempo es muy precioso para mí. Lo sé. Espíritu, guíame. El fantasma empezó a deslizarse. Scrooge fue detrás de la sombra de la vestidura; parecía que ésta lo levantaba y lo arrastraba. No se puede decir que entraran en la ciudad, sino que la ciudad surgió alrededor de ellos, rodeándolos con su movimiento y su agitación.
El espíritu mostró con el dedo dos individuos que se saludaban. Scrooge escuchó. Eran dos negociantes ricos, muy considerados y en cuya estimación creía estar bajo el punto de vista de los negocios, pero sencilla y puramente de los negocios.
Sin embargo, como sé que estás acá por mi bien, y espero vivir de una manera muy diferente que como he vivido hasta ahora, te seguiré adonde quieras, agradecido de corazón. ¿No vas a hablarme? Ninguna respuesta.
Tan sólo la mano hizo señal de ponerse en marcha. —Guíame —dijo Scrooge—, guíame. La noche avanza rápidamente y el tiempo es muy precioso para mí. Lo sé. Espíritu, guíame. El fantasma empezó a deslizarse. Scrooge fue detrás de la sombra de la vestidura; parecía que ésta lo levantaba y lo arrastraba. No se puede decir que entraran en la ciudad, sino que la ciudad surgió alrededor de ellos, rodeándolos con su movimiento y su agitación.
El espíritu mostró con el dedo dos individuos que se saludaban. Scrooge escuchó. Eran dos negociantes ricos, muy considerados y en cuya estimación creía estar bajo el punto de vista de los negocios, pero sencilla y puramente de los negocios.
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Re: Cuento de Navidad de Charles Dickens-Capítulo IV
—¿Cómo estás? —Bien y tú. —Bien, gracias. Parece que el viejo Gobseck ha pasado a mejor vida, eh… —Me dijeron, sí. Hace frío, ¿no? —Puf, como de la estación, como de Navidad. Supongo que no vas a patinar. —No. Tengo otras cosas en que pensar. Buenos días. Ni una palabra más.
Así se encontraron, así se hablaron, y así se separaron. A Scrooge le pareció, al principio, chocante que el espíritu le diese importancia a esa conversación aparentemente tan trivial. Pero convencido de que debía encerrar algún sentido oculto, empezó a pensar cuál sería, considerando todas las probabilidades.
Era difícil que se refiriesen a la muerte de su antiguo socio Marley. El aparecido lo condujo por diferentes calles, y a medida que andaban, Scrooge iba mirando a todos lados con la esperanza de verse a sí mismo, pero no se vio. Llegaron por fin a un cementerio.
Allí, sin duda, y bajo algunos centímetros de tierra, yacía el desdichado cuyo nombre quería saber. Era un hermoso lugar, en verdad, cercado por muros, invadido por el césped y las hierbas silvestres.
Así se encontraron, así se hablaron, y así se separaron. A Scrooge le pareció, al principio, chocante que el espíritu le diese importancia a esa conversación aparentemente tan trivial. Pero convencido de que debía encerrar algún sentido oculto, empezó a pensar cuál sería, considerando todas las probabilidades.
Era difícil que se refiriesen a la muerte de su antiguo socio Marley. El aparecido lo condujo por diferentes calles, y a medida que andaban, Scrooge iba mirando a todos lados con la esperanza de verse a sí mismo, pero no se vio. Llegaron por fin a un cementerio.
Allí, sin duda, y bajo algunos centímetros de tierra, yacía el desdichado cuyo nombre quería saber. Era un hermoso lugar, en verdad, cercado por muros, invadido por el césped y las hierbas silvestres.
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Re: Cuento de Navidad de Charles Dickens-Capítulo IV
El espíritu, de pie en medio de las tumbas, señaló una. Scrooge se acercó temblando. El espíritu era siempre el mismo, pero Scrooge creyó notar algo en él. —Antes de que dé un paso hacia la losa que me señalas, contéstame —le dijo—la siguiente pregunta: ¿Esta es la imagen de lo que será o de lo que puede ser? El espíritu se limitó a bajar la mano en dirección a una lápida cercana a la cual se hallaban. Scrooge se arrastró hacia la tumba poseído de espanto, y siguiendo la dirección del dedo del fantasma leyó sobre la piedra de una sepultura abandonada: EBENEZER SCROOGE —¿Soy yo? —preguntó cayendo de rodillas. El espíritu señaló alternativamente a Scrooge y a la tumba, a la tumba y a Scrooge. —No, espíritu. ¡No! ¡No! El espíritu continuó implacable. —Espíritu —gritó Scrooge agarrándole la vestidura— escúchame. Ya no soy el hombre que era, y no seré el hombre que hubiera sido de no haber tenido la suerte de que me visitaras. ¿Para qué me enseñas esto si no hay ninguna esperanza?
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Re: Cuento de Navidad de Charles Dickens-Capítulo IV
Por primera vez la mano hizo un movimiento. —Buen espíritu —continuó siempre arrodillado y con la cara en tierra—. Intercede por mí, ten piedad de mí. Asegúrame que puedo cambiar esas imágenes que me mostraste, cambiando mi vida. La mano se agitó haciendo un ademán de aprobación. —Celebraré la Navidad en el fondo de mi corazón, y me esforzaré en conservar su culto todo el año. Viviré en el pasado, en el presente y el porvenir: siempre estarán presentes en mi memoria los tres espíritus y no olvidaré sus lecciones. ¡Oh! Dime que puedo borrar la inscripción de esta piedra. Y en su angustia apretó la mano de aparecido, que pronto se liberó. Alzando las manos en actitud de súplica para que cambiase su destino, Scrooge notó una alteración en la vestimenta del espíritu, el cual disminuyó de estatura y pronto se desvaneció en sí mismo, convirtiéndose en una columna de cama.
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Armando Lopez- Moderador General
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