Égloga II-Parte 1.8-Garcilaso de la Vega
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Égloga II-Parte 1.8-Garcilaso de la Vega
ALBANIO
Locura debe ser la que me fuerza
a querer más qu’el alma y que la vida
a la que a aborrecerme a mí se ’sfuerza.
CAMILA
Yo debo ser de ti l’aborrecida,
pues me quieres tratar de tal manera,
siendo tuya la culpa conocida.
ALBANIO
¿Yo culpa contra ti? ¡ Si la primera
no está por cometer, Camila mía,
en tu desgracia y disfavor yo muera!
CAMILA
¿Tú no violaste nuestra compañía,
quiriéndola torcer por el camino
que de la vida honesta se desvía?
ALBANIO
¿Cómo, de sola una hora el desatino
ha de perder mil años de servicio,
si el arrepentimiento tras él vino?
CAMILA
Aquéste es de los hombres el oficio:
tentar el mal, y si es malo el suceso,
pedir con humildad perdón del vicio.
ALBANIO
¿Qué tenté yo, Camila?
CAMILA
¡Bueno es eso!
Esta fuente lo diga, que ha quedado
por un testigo de tu mal proceso.
ALBANIO
Si puede ser mi yerro castigado
con muerte, con deshonra o con tormento,
vesme aquí; estoy a todo aparejado.
CAMILA
Suéltame ya la mano, que el aliento
me falta de congoja.
ALBANIO
He muy gran miedo
que te me irás, que corres más qu’el viento.
CAMILA
No estoy como solía, que no puedo
moverme ya, de mal ejercitada;
suelta, que casi m’has quebrado un dedo.
ALBANIO
¿Estarás, si te suelto, sosegada,
mientras con razón clara te demuestro
que fuiste sin razón de mí enojada?
CAMILA
¡Eres tú de razones gran maestro!
Suelta, que sí estaré.
ALBANIO
Primero jura
por la primera fe del amor nuestro.
CAMILA
Yo juro por la ley sincera y pura
del amistad pasada de sentarme
y de ‘scuchar tus quejas muy segura.
¡Cuál me tienes la mano d’apretarme
con esa dura mano, descreído!
ALBANIO
¡Cuál me tienes el alma de dejarme!
CAMILA
¡Mi prendedero d’oro, si es perdido!
¡Oh cuitada de mí, mi prendedero
desde aquel valle aquí se m’ha caído!
ALBANIO
Mira no se cayese allá primero,
antes d’aquéste, al val de la Hortiga.
CAMILA
Doquier que se perdió, buscalle quiero.
ALBANIO
Yo iré a buscalle; escusa esta fatiga,
que no puedo sufrir que aquesta arena
abrase el blanco pie de mi enemiga.
CAMILA
Pues ya quieres tomar por mí esta pena,
derecho ve primero a aquellas hayas,
que allí estuve yo echada un’ hora buena.
ALBANIO
Yo voy, mas entretanto no te vayas.
CAMILA
Seguro ve, ¡que antes verás mi muerte
que tú me cobres ni a tus manos hayas!
Locura debe ser la que me fuerza
a querer más qu’el alma y que la vida
a la que a aborrecerme a mí se ’sfuerza.
CAMILA
Yo debo ser de ti l’aborrecida,
pues me quieres tratar de tal manera,
siendo tuya la culpa conocida.
ALBANIO
¿Yo culpa contra ti? ¡ Si la primera
no está por cometer, Camila mía,
en tu desgracia y disfavor yo muera!
CAMILA
¿Tú no violaste nuestra compañía,
quiriéndola torcer por el camino
que de la vida honesta se desvía?
ALBANIO
¿Cómo, de sola una hora el desatino
ha de perder mil años de servicio,
si el arrepentimiento tras él vino?
CAMILA
Aquéste es de los hombres el oficio:
tentar el mal, y si es malo el suceso,
pedir con humildad perdón del vicio.
ALBANIO
¿Qué tenté yo, Camila?
CAMILA
¡Bueno es eso!
Esta fuente lo diga, que ha quedado
por un testigo de tu mal proceso.
ALBANIO
Si puede ser mi yerro castigado
con muerte, con deshonra o con tormento,
vesme aquí; estoy a todo aparejado.
CAMILA
Suéltame ya la mano, que el aliento
me falta de congoja.
ALBANIO
He muy gran miedo
que te me irás, que corres más qu’el viento.
CAMILA
No estoy como solía, que no puedo
moverme ya, de mal ejercitada;
suelta, que casi m’has quebrado un dedo.
ALBANIO
¿Estarás, si te suelto, sosegada,
mientras con razón clara te demuestro
que fuiste sin razón de mí enojada?
CAMILA
¡Eres tú de razones gran maestro!
Suelta, que sí estaré.
ALBANIO
Primero jura
por la primera fe del amor nuestro.
CAMILA
Yo juro por la ley sincera y pura
del amistad pasada de sentarme
y de ‘scuchar tus quejas muy segura.
¡Cuál me tienes la mano d’apretarme
con esa dura mano, descreído!
ALBANIO
¡Cuál me tienes el alma de dejarme!
CAMILA
¡Mi prendedero d’oro, si es perdido!
¡Oh cuitada de mí, mi prendedero
desde aquel valle aquí se m’ha caído!
ALBANIO
Mira no se cayese allá primero,
antes d’aquéste, al val de la Hortiga.
CAMILA
Doquier que se perdió, buscalle quiero.
ALBANIO
Yo iré a buscalle; escusa esta fatiga,
que no puedo sufrir que aquesta arena
abrase el blanco pie de mi enemiga.
CAMILA
Pues ya quieres tomar por mí esta pena,
derecho ve primero a aquellas hayas,
que allí estuve yo echada un’ hora buena.
ALBANIO
Yo voy, mas entretanto no te vayas.
CAMILA
Seguro ve, ¡que antes verás mi muerte
que tú me cobres ni a tus manos hayas!
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