EL ALTAR-Capítulo IV - La sospecha
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EL ALTAR-Capítulo IV - La sospecha
EL ALTAR
CAPÍTULO IV-LA SOSPECHA
El policía no emitió palabra, miraba fijamente los ojos fríos de Mariela sin dejar de apuntarle con su arma.
Un oficial se acercó gritando y con tono agresivo se dirigió al policía.
- Pedazo de estúpido donde estaba. ¿Qué está haciendo? ¡Baje el arma inmediatamente!
No estamos buscando a una indefensa mujer. Con su inoperancia arruinará todo el operativo. ¡Meses de trabajo tirados a la basura por un torpe ambicioso!
-Estoy seguro de que es ella jefe- Dijo con convicción el joven.
Sin darle tiempo a que su superior lo insultara nuevamente. Saco de una bolsa de nailon una estola como la que usan los sacerdotes. Sobre ella había un par de manos que por su aspecto sanguinolento parecían recientemente amputadas.
Al ver semejante cuadro la muchacha simuló un leve desmayo y con todas sus fuerzas grito aterrorizada.Todo parecía una pesadilla de la más siniestra película de terror.
El oficial fulminó con la mirada al policía, mientras trataba de calmar a la muchacha.
Encolerizado insultaba a su subordinado en todos los idiomas.
–Pero que hace pedazo de estiércol, es tan deficiente para pensar que la señorita hizo algo así.
-Pero señor déjeme que le explique.
Nada de señor estúpido. Mire bien a la mujer. ¿Le parece sospechosa de tal aberración? Ni una gota de sangre tiene en sus ropas.
¿Qué le voy a decir a la prensa? Que la mutiladora es una indefensa muchacha que fue detenida en la via pública.
El oficial burlonamente expreso- El informe oficial dirá que estaba pulcramente vestida y nosotros los tontos policías diremos que la única evidencia que tenemos son los pétalos de flores sobre su ropa.
Absurdo y descabellado por donde se lo mire.
¿Qué está buscando? Ehhh,que la superioridad me corte la cabeza. Si eso sucede le juro que usted en su perra vida no podrá ni dirigir ni siquiera el tránsito.
-Señor déjeme explicarle, por favor.
-Nada de señor, pedazo de imbécil. Ya mismo vaya a buscar al forense para que se lleven las manos al laboratorio.
Vaya a saber uno de que cristiano son.
-¡Si señor! Dijo el subordinado, mirando con rabia a su superior y con desprecio profundo a la muchacha.
El oficial hizo un esfuerzo para aplacar su temperamento. Cuando lo logró se dirigió con voz amable hacia Mariela.
-Señorita, antes de dejarla ir,me gustaría hacerle unas preguntas.
- Si oficial pregunte lo que usted quiera.¿Vamos a la comisaria?
-No señorita, ya fue traumático este hecho para usted, además de lo que vio. No es necesario ir al ayuntamiento.
Dígame. ¿Qué hacía a estas horas en el parque?
Mariela estalló en llanto y balbuceando expresó.
-No podía dormir,mi padre falleció hace un mes. Y me es difícil aceptarlo. Sé que fue la mayor tontería que hice el ir a caminar por el parque a las cuatro de la mañana, una locura de la cual me arrepiento.
Me sentía tan agobiada y triste,que al mirar las fotos familiares que están junto a la virgencita,me di cuenta que ni siquiera de muerto mi padre tenía sus flores preferidas.Él amaba todo de este parque hasta sus flores.
¡ me dio tanta tristeza !Que sin mirar la hora salí de casa para despejar mi pena. Cuando me di cuenta que estaba en el corazón del parque decidí regresar.
Pensé que estaba sola ,hasta que escuche que alguien me perseguía. Hubiese jurado que era un delincuente.
Usted mejor que yo sabe lo peligroso que es la ciudad. Pero jamas imaginé que mi perseguidor fuera un policía. Cometí el error de no mirarlo. Si lo hubiese hecho me hubiese ahorrado un gran susto.Lo que no entiendo porque el policía me apunto con su arma.Por suerte diosito padre me protegió.Si usted no intervenía el me hubiese matado.
-Tranquila señorita.No se disguste con el joven. Es evidente que la confundió con un sospechoso que estamos buscando. En las noches todos los gatos son negros.
Ya termine con el interrogatorio así que ya puede ir tranquila a su casa.Disculpe a mi subordinado, como también disculpe mis improperios.
Todo el destacamento está trabajando en un caso muy grande y los nervios nos traicionan.
- Entiendo oficial. ¿Entonces,ya puedo irme? Balbuceo Mariela.
- Si señorita. ¿Quiere que le diga a uno de mis hombres que la acompañe a su casa?
- Gracias, pero no es necesario. Mi casa está aquí enfrente. Le dijo muchacha ya más tranquila.
Cuando se disponía a marcharse el oficial la detuvo con su voz de mando.
-¡No se vaya señorita!
-Sí oficial.¿Pasa algo? Murmuro ella con tono tembloroso.
- No señorita, no pasa nada. Es que me parece tan vergonzoso lo que paso aquí esta noche.
Imagínese, no quisiera que la policía sea el hazmerreír de la gente. Digo por si usted comenta este desafortunado incidente a sus familiares o amigos.
-Desde que murió mi padre ya no tengo a nadie oficial y si así fuera no lo comentaré. Por mi parte puede quedarse tranquilo.
-Gracias señorita y ahora me voy que me están esperando. Que tenga usted buenas noches.
-Buenas noches oficial.
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