EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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23 de enero de 1889.Carta de Vincent Van Gogh

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Mensaje por Rosko Lun Jul 28, 2014 4:31 am

23 de enero de 1889.Carta de Vincent Van Gogh



Ayer se fue Roulin (naturalmente mi encargo salió antes de la llegada de tu carta de esta mañana). Era impresionante verlo con sus niños este último día, sobre todo con la más pequeña, cuando la hacía reír y saltar sobre sus rodillas y le cantaba. Su voz tenía un timbre extrañamente puro y emocionado, que a mí me sonaba como un dulce y lastimero cantar de cuna pero a la vez como un lejano resonar del clarín de la Francia de la Revolución. Sin embargo no era triste. Al contrario, se había puesto el uniforme nuevo que había recibido ese mismo día y todo el mundo le felicitaba...

Acabo de terminar una nueva tela, que tiene un aspecto casi elegante: una cesta de mimbre con limones y naranjas -una rama de ciprés y un par de guantes azules; tú ya has visto estas cestas mías de frutas...

Luego, para entrar suficientemente en calor, para fundir estos oros y estos tonos de llores -un principiante no podría; es preciso la energía y la atención de un individuo, por completo.

Cuando después de mi enfermedad revisé mis telas, la que me pareció mejor fue la del dormitorio... Tengo en preparación el retrato de la mujer de Roulin, en el que trabajaba antes de caer enfermo. Había ordenado dentro los rojos, desde el rosa hasta el anaranjado, el cual subía en el amarillo hasta el limón, con los verdes claros y oscuros. Me alegraría muchísimo poder terminarlo, pero me temo que ella no querrá posar mientras siga ausente su marido.

Supongo que comprendes lo terrible de la partida de Gauguin, precisamente porque esto nos derrumba los esfuerzos que hicimos para amueblar la casa donde se alojarían los amigos en los malos días. Bastará que guardemos los muebles, etcétera. Y aunque hoy todo el mundo tenga miedo de mí, con el tiempo eso puede desaparecer. ¡Bueno!... sigue ese camino.

Durante mi enfermedad he vuelto a ver cada cuarto de la casa en Zundert, cada sendero, cada planta en el jardín, los alrededores de los campos, los vecinos, el cementerio, la iglesia, nuestra huerta, atrás -hasta el nido de urraca en una alta acacia del cementerio. Eso será que tengo todavía los recuerdos más primitivos que todos vosotros; para acordarse de todo esto así, no hay más que la madre y yo. No insisto, ya que es mejor que no trate de recuperar todo lo que entonces me vino a la cabeza...

Pero, si quieres, puedes exponer las dos telas de girasoles.

Gauguin se alegrara si tiene una; y me agrada mucho ofrecerle a Gauguin un detalle de cierto valor. Como él desea una de esas dos telas, ¡vale!... reproduciré una de las dos, la que él desea. Verás cómo llaman la atención esas telas. Pero te aconsejo que las guardes para ti, para tu intimidad con tu mujer. Es esa clase de pintura de aspecto un poco cambiante, que se enriquece si la miras mucho rato.

Tú sabes que Gauguin, por otra parte, gusta de ellas extraordinariamente. El me ha dicho, entre otras cosas: «esto... es... la flor». Sabes que Jeannin posee la peonía, que Quost posee la malvarrosa; pero yo poseo un poco el girasol.

¿Te fijaste, durante tu apresurada visita, en el retrato negro y amarillo de la señora Ginoux? Ese es un retrato pintado en 3 cuartos de hora. Es preciso que por hoy termine. Tengo una tela de Berceuse, precisamente la que trabajaba cuando vino mi enfermedad a interrumpirme. De aquélla, poseo igualmente hoy dos pruebas.

Acabo de decirle a Gauguin sobre esta tela, que como habíamos hablado el yo de los pescadores de Islandia y de su aislamiento melancólico, expuestos a todos los peligros, solos sobre el triste mar, acabo de decirle a Gauguin que poco después de esas conversaciones íntimas, me había venido la idea de pintar un cuadro tal que los marinos, niños y mártires a la vez, viéndolo en la cabina de una barca de pescadores de Islandia, experimentaran un sentimiento de arrullo que les recordara el canto de sus propias nodrizas.

Acaso esto se parezca, si se quiere, a una cromolitografía de bazar. Una mujer vestida de verde con cabellos anaranjados se destaca contra un fondo verde con flores rosas. Ahora, estas disparatadas agujas de rosa crudo, anaranjado crudo, verde crudo, están suavizadas por bemoles de rojos y verdes. Me imagino estas telas precisamente entre las de los girasoles, que forman así lámparas o candelabros a su lado, del mismo tamaño; y el conjunto, así, se compone de 7 u 8 telas. (Me gustaría hacer una repetición para Holanda, si pudiera recuperar el modelo).

Ya que seguimos con el invierno, escúchame; déjame continuar tranquilamente mi trabajo; si es el de un loco, ¡a fe mía!... tanto peor. No puedo evitarlo, entonces. Las intolerables alucinaciones han cesado, pese a todo; actualmente se reducen a una simple pesadilla, a fuerza de tomar bromuro de potasio, creo.

Una vez más aún; o bien me encerráis sin más trámite en una cabañuela de locos; no me opongo, en caso de que me engañe; o bien dejadme trabajar con todas mis fuerzas, tomando las precauciones que menciono. Si no estoy loco, llegará el momento en que pueda enviarte lo que te he prometido desde el comienzo. Supongamos que los cuadros quizás fatalmente deban dispersarse; pero cuando tú por lo menos veas el conjunto de lo que yo quiero, me atrevo a esperar que recibirás una impresión consoladora...

Siempre has vivido como un pobre, por alimentarme, pero yo devolveré el dinero o entregaré el alma. Ahora vendrá tu mujer, que tiene buen corazón, para rejuvenecernos a nosotros, los viejos...

Es verdad lo que te digo. Si no es absolutamente necesario encerrarme en un manicomio, entonces estoy bueno todavía para pagar, por lo menos en mercancías, las deudas que pudieron tentarme. Para terminar, debo decirte todavía que el comisario principal de policía vino a verme ayer muy amistosamente. Me ha dicho, estrechándome la mano, que si alguna vez yo tenía necesidad de él podría consultarlo como amigo. Nada más lejos de mi intención negarme pues podría muy pronto llegarme el caso, precisamente si surgieran dificultades con la casa. Espero que llegue el momento de pagar el mes, para interrogar al gerente o al propietario en el blanco de los ojos. Pero que se quedarán con las ganas de echarme casi seguro en esta ocasión al menos. La verdad es que el trabajo me distrae. Y me conviene hallar distracciones -ayer estuve en las Folies Arlésiennes, el reciente teatro de aquí - ésta ha sido la primera vez que he dormido sin pesadillas graves. Se daba (era una sociedad literaria provenzal) lo que se llama un Noël o Pastoral; una reminiscencia del teatro de la edad media cristiana. Estaba muy estudiada y les debe haber costado mucho dinero.

Naturalmente representaba el nacimiento de Cristo, entremezclado con la historia burlesca de una familia de aldeanos provenzales embobados. Bueno -lo que era asombroso como un aguafuerte de Rembrandt - era la vieja aldeana; justo una mujer como sería la señora Tanguy, el cerebro de sílex o piedra de fusil, falsa, traidora, loca; todo esto se veía en la pieza citada.

Luego, en la pieza, llevada delante del místico pesebre, con voz temblorosa, se puso a cantar y entonces la voz cambió de bruja a ángel y de voz de ángel a voz de niño y luego otra voz le respondió, ésta firme y cálidamente vibrante, una voz de mujer detrás de los bastidores. Era algo asombroso. Ya te dije; los así llamados «félibres» se habían empeñado en gastarse el dinero. Yo, con esta pequeña región, no tengo necesidad de ir a los trópicos para nada.

Vincent

Creo y creeré siempre en el arte de crear en los trópicos y pienso que debe ser maravilloso; pero en fin, personalmente soy demasiado viejo y (sobre todo si me hiciera poner una oreja de papel) demasiado acartonado para ir. ¿Gauguin lo hará? No es necesario. Porque si hay que hacerlo, se hará solo. No somos más que eslabones de la cadena.

Este bueno de Gauguin y yo nos comprendemos en el fondo del corazón y si somos un poco locos, sea, ¿no somos también un poco bastante profundamente artistas para contrarrestar las inquietudes a este respecto por lo que decimos del pintor? Todo el mundo tendrá quizás un día neurosis, histeria, baile de San Vito u otra cosa. ¿Pero no existe el contra veneno? ¿En Delacroix, en Berlioz, en Wagner? Y en verdad la locura artística, en todos nosotros, yo no digo que sobre todo en mí, tal vez me haya herido hasta la médula; pero digo y mantendré que nuestros contra venenos y consuelos pueden, con un poco de buena voluntad, ser considerados como ampliamente eficaces.
Todo tuyo.
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23 de enero de 1889.Carta de Vincent Van Gogh Empty Re: 23 de enero de 1889.Carta de Vincent Van Gogh

Mensaje por Roni Lescano Jue Ago 07, 2014 3:39 am