ODAS DE HORACIO-LIBRO I - VII A MUNACIO PLANCO
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ODAS DE HORACIO-LIBRO I - VII A MUNACIO PLANCO
VII A MUNACIO PLANCO
Unos ensalzan la ilustre Rodas, Mitilene, Éfeso o las murallas de Corinto, que bañan dos mares, o Tebas, insigne por Baco, y Delfos por Apolo, o el valle de Tempe, en la Tesalia.
Hay poetas que se entretienen en celebrar con perpetuos cantos la ciudad de la casta Palas, y coronar sus frentes con ramos de olivo cogidos doquier; otros, en honor de Juno, enaltecen la ciudad de Argos con sus briosos corceles y la rica Micenas. En cuanto a mí, ni la sufrida Lacedemonia, ni los fértiles campos de Larisa me deleitan como el antro resonante de Albúnea, el rápido Anio, los bosques de Tibur [Tiburno] y los frescos vergeles que riegan los cristalinos arroyos.
Como el Noto disipa a veces los obscuros nublados del cielo, pues no siempre trae las lluvias, así tú, discreto Planco, esfuérzate por ahuyentar la tristeza y poner fin con el dulce vino a los trabajos de la vida, ya mores en los campamentos donde resplandecen las águilas, ya reposes a la sombra de los árboles de Tíbur.
Cuando Téucer [Teucro] huía de Salamina y de su padre, es fama que ciñó sus sienes humedecidas por el licor de Baco con una corona de álamo, y habló así a sus tristes amigos; «Iremos, ¡oh. socios y compañeros de mis penas!, adondequiera nos lleve la fortuna, menos cruel que mi padre. No desesperéis nunca siendo Téucer vuestro caudillo y guiados por los auspicios de Téucer. El verídico Apolo me ha prometido en nuevas tierras una Salamina igual a la que abandonamos. ¡Oh bravos camaradas, que habéis padecido tanto en mi compañía, disipad ahora las cuitas con el vino, que mañana volveremos a emprender nuestro viaje por la inmensa llanura!»
Unos ensalzan la ilustre Rodas, Mitilene, Éfeso o las murallas de Corinto, que bañan dos mares, o Tebas, insigne por Baco, y Delfos por Apolo, o el valle de Tempe, en la Tesalia.
Hay poetas que se entretienen en celebrar con perpetuos cantos la ciudad de la casta Palas, y coronar sus frentes con ramos de olivo cogidos doquier; otros, en honor de Juno, enaltecen la ciudad de Argos con sus briosos corceles y la rica Micenas. En cuanto a mí, ni la sufrida Lacedemonia, ni los fértiles campos de Larisa me deleitan como el antro resonante de Albúnea, el rápido Anio, los bosques de Tibur [Tiburno] y los frescos vergeles que riegan los cristalinos arroyos.
Como el Noto disipa a veces los obscuros nublados del cielo, pues no siempre trae las lluvias, así tú, discreto Planco, esfuérzate por ahuyentar la tristeza y poner fin con el dulce vino a los trabajos de la vida, ya mores en los campamentos donde resplandecen las águilas, ya reposes a la sombra de los árboles de Tíbur.
Cuando Téucer [Teucro] huía de Salamina y de su padre, es fama que ciñó sus sienes humedecidas por el licor de Baco con una corona de álamo, y habló así a sus tristes amigos; «Iremos, ¡oh. socios y compañeros de mis penas!, adondequiera nos lleve la fortuna, menos cruel que mi padre. No desesperéis nunca siendo Téucer vuestro caudillo y guiados por los auspicios de Téucer. El verídico Apolo me ha prometido en nuevas tierras una Salamina igual a la que abandonamos. ¡Oh bravos camaradas, que habéis padecido tanto en mi compañía, disipad ahora las cuitas con el vino, que mañana volveremos a emprender nuestro viaje por la inmensa llanura!»
Roana Varela- Moderadora
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