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LA GUERRA DE TROYA

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LA GUERRA DE TROYA  Empty LA GUERRA DE TROYA

Mensaje por Marcela Noemí Silva Jue Mayo 23, 2024 3:18 am

El mundo de la Odisea
Traducción: Dolores Gil

LA GUERRA DE TROYA 


La historia del regreso de Odiseo a su hogar forma parte de un ciclo de leyendas más vasto, el de la guerra de Troya: un conjunto de relatos conectados entre sí que los griegos de la Antigüedad conocían a la perfección.
En los párrafos que siguen, aparecen resumidos los acontecimientos más sobresalientes del ciclo troyano. Cuenta el mito que Eris, la discordia, enfurecida por no haber sido invitada a la boda de Peleo y Tetis, arrojó en medio de los asistentes a la fiesta una manzana de oro que decía “Para la más bella”. Las tres diosas más importantes —Atenea, Hera y Afrodita— se disputaron ese trofeo por considerarse merecedoras del título. Llamaron entonces a Paris, un joven príncipe troyano, para que juzgara cuál de ellas se haría con el triunfo. Cada diosa le prometió algo al joven, pero a Paris lo convenció la promesa de Afrodita: si la elegía, ella le daría el amor de Helena, la mujer más bella de la Tierra. Y así fue como Afrodita se quedó con la manzana de la discordia. A partir de ese momento, Atenea y Hera, enfurecidas, dieron rienda suelta a su odio contra los troyanos. Helena estaba casada con Menelao, soberano de Esparta y hermano de Agamenón, el rey de Micenas. Un día, Paris visitó Esparta; por obra de Afrodita, Helena se enamoró de él y, aprovechando la momentánea ausencia de su esposo, huyó a Troya. Los griegos no tardaron en reaccionar: Agamenón, rey de reyes, se puso al mando de un enorme ejército de estados aliados que partió hacia el Oriente a recuperar el honor aqueo. Durante diez años, los griegos intentaron en vano quebrantar las murallas fortificadas de Troya. La Ilíada comienza relatando que, en el décimo año de la guerra, Agamenón había raptado a Criseida, una joven doncella troyana hija de un sacerdote de Apolo. El dios, a pedido del padre de la muchacha, asoló las tropas aqueas con una peste en castigo por el rapto. El jefe de los aqueos accedió a devolver a la cautiva, a cambio de que le otorgaran como compensación una de las esclavas de Aquiles, Briseida. Enfurecido por esta decisión, Aquiles se negó a seguir combatiendo. Las consecuencias no tardaron en hacerse notar… Aquiles era el más
valiente de los guerreros aqueos. Su madre, la diosa Tetis, había baña do al pequeño, al nacer, en las aguas de la laguna Estigia, haciendo que su cuerpo fuera invulnerable a las armas, excepto en uno de sus talones, por donde lo había sostenido al sumergirlo. Pronto los troyanos corrieron con ventaja: ante la ausencia de Aquiles, Héctor —uno de los hijos de Príamo, el rey de Troya— atemorizaba a los enemigos, que estaban desgastados por tantos años de guerra y querían regresar a sus hogares. Preocupado por el avance de los troyanos, Patroclo persuadió a su amigo Aquiles para que le prestara su armadura. Haciéndose pasar por Aquiles, Patroclo mostró valentía y mató a varios troyanos, hasta que Héctor se cruzó en su camino y terminó con su vida. Este hecho llenó de dolor a Aquiles y le dio el impulso que le faltaba para volver al combate. Frente a las murallas de Troya, finalmente se enfrentó con Héctor, al que venció luego de una ardua lucha. Arrastró y desfiguró el cadáver de su oponente. Finalmente, Aquiles se compadeció del viejo Príamo; devolvió el cuerpo a sus deudos y concedió una tregua para que se oficiaran los juegos fúnebres en honor al héroe caído. Este es el punto del relato en el que termina la Ilíada. Aquiles murió poco después, sorprendido por una flecha del cobarde Paris, quien lo hirió justo en el talón, la única parte vulnerable de su cuerpo. Sin Héctor, los troyanos estaban desesperados. Los aqueos no se encontraban en una situación mucho más favorable: a pesar de tantos años de asedio, no habían podido franquear las puertas de la ciudad fortificada. Entonces, Odiseo —que se destacaba por su habilidad para los engaños y la mentira— tuvo una idea: propuso a sus compañeros que construyeran un enorme caballo de madera para ofrecérselo a los troyanos como regalo de paz. Dentro del caballo irían los más bravos guerreros aqueos y, una vez que la enorme ofrenda estuviese dentro de las murallas de Troya, saldrían del interior del caballo de madera y tomarían la ciudad. El plan fue ejecutado a la perfección y, en pocas horas, Troya quedó en manos del enemigo. Muchísimos troyanos murieron, las mujeres fueron tomadas prisioneras; algunos pocos, como Eneas, pudieron huir.
Luego de la caída de Troya, los héroes aqueos emprendieron el regreso a sus hogares, sin saber que para muchos el viaje sería arduo. El relato de esos viajes constituye un subgénero épico especial: el de los nostoi, o “regresos”. Los hay felices, como el de Menelao o el de Néstor, a los que se hace referencia en la Odisea; pero también los hay trágicos, como el de Agamenón, que al llegar a su palacio encuentra la muerte a manos de su esposa Clitemestra y el amante de esta, Egisto. Y también hay regresos difíciles, como el de Odiseo, quien no dejará de sufrir una vez que pise Ítaca, puesto que allí tendrá que lidiar con los problemas originados por haber estado ausente del reino durante veinte años.
Marcela Noemí Silva
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