Capítulo V-Júpiter
DESPUES que este desterró á su padre, según os he referido, repartió con sus hermanos el imperio del Universo; dió el de las aguas á Neptuno, el de los infiernos á Plutón y se reservó el del Cielo ú Olimpo. Mas en tanto la Tierra, mujer de Titan, furiosa contra Júpiter, porque había muerto á sus hijos los Titanes, crio los gigantes , hombres tremendos en estatura y fuerza. Fueron los principales entre éstos: Encélado, Briareo ó Egéon, y Giges. Colocaron montañas sobre montañas para escalar el Cielo, pero habiendo sido rechazados por Júpiter con sus armas, que son los rayos y las centellas, quedaron sepultados debajo de las mismas montañas que habían amontonado. Los demás dioses que convocó Júpiter en su ayuda, se espantaron tanto con la vista de aquellos gigantes, que huyeron á Egipto, donde se disfrazaron de animales y plantas, y por eso en Egipto se rinde culto á muchas de éstas y de aquellos. Solo Baco, hijo de Júpiter, tuvo valor para combatir á los gigantes, lo que hizo tomando la forma de un león y animado por su padre, que le gritaba «Evoe, eu, uie», que quiere decir: valor, valor, hijo mío. Egéon ó Briareo tenia cincuenta cabezas y cien brazos. Encélado era el más poderoso; Júpiter lanzó sobre él el monte Etna, y en Sicilia cuando había temblor de tierra decían que provenía de los esfuerzos que hacia Encelado por libertarse del peso que le oprimía. Cibeles había parido á Júpiter en Creta, donde permaneció escondido en su infancia en un antro denominado Dicté, al cuidado de dos Ninfas llamadas Melisas, que lo sustentaron con la leche de la cabra Amaltea, que Júpiter premió después transformándola en estrella y á las Ninfas dándoles un cuerno de Amaltea al que dió la virtud de contener cuanto se le pedía; éste es el famoso cuerno de la abundancia, que satisfacía todos los deseos, y la más ilusoria de todas las invenciones del paganismo. Los deseos de los hombres son como las cabezas de la hidra, cuando uno se satisface, nacen varios en su lugar. El verdadero cuerno de la abundancia es gozar de lo que se tiene, por poco que sea, y no desear mas. Cuando Júpiter hizo al hombre, los demás dioses celosos quisieron hacer otro tanto, y contribuyendo cada cual con algo, crearon á una mujer, que llamaron Pandora, que quiere decir formada por los dones de todos; Júpiter por castigar el orgullo de aquellos en haber querido competir con él, dió á Pandora una caja que contenía todos los males. Pandora se la llevó á Epitemeo, que fué su marido, el que abrió la caja y todos los males se esparcieron por la tierra; de aquí provino al mundo la edad de hierro(1 ).
Júpiter tuvo muchas mujeres, lo mismo que el gran turco. De la primera y principal que reinó con él en el Olimpo, que es Juno, tuvo cuatro hijos, que fueron Hichia, divinidad que presidia á los partos, y tuvo un templo en Roma; Menaque, algunos creen que era la luna; Hébe diosa de la juventud, y por último Vulcano; este pobrecito nació tan feo, que al verlo su padre le dió un puntapié y lo echó del Olimpo á la tierra, de cuya caída quedó cojo. Para indemnizarle lo hizo Júpiter forjador de sus rayos, por lo cual son tan renombradas las fraguas de Vulcano. Los eruditos piensan que entre los reyes de Creta ha habido varios con nombre de Júpiter, que pueden haber sido el origen de este fabuloso dios. El más célebre, dicen, fué contemporáneo del Patriarca Abraham. Júpiter tuvo muchos nombres, que no es necesario retener, pero que es bueno saber para poderlos recordar si se viesen escritos. Son estos: Opimo, Stator, Jove, Diespiter, Denio, Lapis, Tonante, Capitolino, Olímpico y Ammon, que es el más antiguo.
FERNAN CABALLERO
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