EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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El Yacuruna, fiel guardián de los peces de la Amazonía

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Mensaje por clarita Lun Mayo 29, 2023 8:36 pm

El Yacuruna, fiel guardián de los peces de la Amazonía El-yac10

El Yacuruna, fiel guardián de los peces de la Amazonía

El Yacuruna, uno de los seres mitológicos más importantes de la selva baja, es una criatura que ha sido representada infinidad de veces como un ser anfibio que emerge de las profundidades de los ríos o lagos, adornado por algas, cangrejos y calzando caparazones de tortugas.

Su nombre proviene del quechua: “yacu” = agua, y “runa” = hombre, lo que significa “hombre de agua”.

Se dice que se traslada por los ríos y lagos montando un cocodrilo o lagarto negro, y que luego puede tomar forma de humano para atraer y seducir a sus víctimas hasta llevarlas a las profundidades del agua, donde las convierte en seres submarinos parecidos a él, con una cabellera de algas y los ojos parecidos al de los peces.

Los pobladores creen que al zozobrar las embarcaciones, los náufragos siguen viviendo en el fondo de las aguas, bajo el dominio del Yacuruna. Se cree que de estos «señores de las aguas» y las humanas raptadas surgen las «Yaras», o sirenas selváticas.

Según cuenta la leyenda, se conocen muchos casos de personas que fueron raptadas por este personaje, sea de una canoa, una balsa o cuando fueron a recoger agua.

Una de las varias versiones que hay de esta leyenda, es la que mostramos a continuación.

Leyenda del Yacuruna
Hace mucho tiempo en la Comunidad Nativa de Shimpiyacu, vivían por lo menos 3 familias que se dedicaban a conservar sus creencias y a respetar el espíritu del bosque.

En ciertos tiempos de respeto y paz, una de las familias dio a luz una hermosa niña, la cual era celebrada por todo el pueblo.

Esta niña era el orgullo de sus padres, debido a que con el tiempo varios mozos guerreros del pueblo y expertos cazadores, se presentaban a la familia para hacerse en matrimonio de la joven, la cual ella los rechazaba debido a que no encontraba lo que ella en su corazón buscaba.

La hermosa joven acostumbraba ir al río y sentarse horas y horas en luna llena pensando en las ocurrencias de sus pretendientes, cuando en una noche se le presentó un joven apuesto, de aspecto gallardo y de mirada dulce.

Repentinamente la chica quedó prendida de éste, ya que era diferente a los demás pretendientes, su corazón era transparente, pero lo extraño era que nunca antes lo había visto por el pueblo.

Bastaron sólo esos momentos y la chica confió en el extraño joven. Tanto fue su confianza que siempre se veían en las noches de luna a orillas del río y conversaban horas y horas.

La abuela sospechaba mucho de las salidas de la joven, ya que siempre regresaba contenta y no decía nada.

Fue así como en una de esas noches, la abuela le recriminó su salida y le prohibió volver al río si no le contaba qué ocurría. La chica con emoción le contó todo respecto a su aventura amorosa a su abuela, su única confidente.

Luego de explicarle toda la historia, la abuela se alegró mucho, ya que el joven pediría su mano, y al fin llegaría el momento que tanto había esperado para su nieta, que contrajera matrimonio.

La abuela accedió a que la joven fuese con su prometido, pero con una condición: Si se la presentaba a ella primero.

La chica emocionada llevó a su abuela al río. Allí estuvieron esperando dos horas, cuando de pronto, el joven galante apareció.

La abuela sospechó un poco, pero se mantuvo serena, ya que su nieta estaba feliz. Pero el extraño joven también sintió algo en la mirada de la abuela, por lo que un poco disgustado se retiró, no sin antes prometer a la abuela que haría feliz a su nieta y la boda sería pronto.

Una noche el joven se presentó ante los padres, quienes mostraron su asombro por su galante aspecto, y conversaron mucho y celebraron el matrimonio.

Fue entonces que la luna llena se asomó en la casa, y el huésped como sintió incomodidad por la luz de la luna, pidió que cerrasen las ventanas. Los padres de la chica, un poco extrañados, accedieron.

Ya de noche se despidió, pero no sin antes hacer un pacto a solas con la novia, la cual accedía ante él cualquier pedido, lo cual no convencía a la abuela.

A media noche la chica desapareció de su casa rumbo al río, pero la abuela la siguió abrumada. En la claridad del río el muchacho se quitó el disfraz de humano. A la luz de la luna era el demonio, el mismo Yacuruna, el que estaba delante de su nieta.

La abuela asustada se fue corriendo hacia ellos, pero todo fue en vano, ya que inmediatamente desaparecieron en el río.

La abuela, no saliendo del asombro, se fue llorando a la casa y contó el suceso.

Los padres, destrozados por la noticia, buscaron por doquier con ayuda de los vecinos y guerreros de la comunidad.

Fue en vano. Buscaron por ríos, abrevaderos, nacientes, y no hubo rastro.

El padre, triste y furioso, pidió ayuda al brujo del pueblo para ver cómo podrían encontrar al Yacuruna. Éste hizo un llamado a los espíritus del bosque, los cuales le respondían que solamente aparecería en luna llena o en sueños.

Pasaron meses y no había respuesta. La madre no soportaba el dolor de no tener a su lado a su pequeña.

Fue en eso que tuvo un sueño donde su hija estaba feliz y a cargo de una enorme casa donde tenía criados y animales de granja por doquier, en cantidades. La hija, llorando, le decía que no se preocupase, ya que la veía por medio de los árboles llorando y eso la ponía triste. Le prometió que en dos días la vería a la media noche en el río para hacerle entrega presente de parte de su esposo y ella, ya que tenía en mente regalarle miles de gallinas, venados, añujes, majaces y varios animales de granja comestibles.

La madre, llena de llanto y alegría, contó el suceso a su esposo y a los habitantes de la comunidad. Esto llegó a oídos del brujo, quien auguró que era peligroso ir, pero ella estaba feliz ya que vería a su hija.

Todos trataron de persuadirla, entre llantos y riñas, pero ella sólo se alentaba, aunque a veces lloraba amargamente ya que su esposo la tuvo cautiva y con vigilancia para que no saliese la noche pactada, por temor a que le pasase algo.

La abuelita hizo lo imposible para persuadir a la seguridad, y en unos momentos hizo dormir a los que custodiaban a la madre haciéndoles beber masato con piscas de hierbas medicinales.

Luego abrió la cerradura y salieron corriendo hacia el río, pero ya era más de la media noche y únicamente encontraron 10 sacos de toda la variedad de peces zungaros, bujurquis, bagres y paiches.

En total era una gran cantidad, pero se dieron cuenta que habían huellas de su hija, del Yacuruna y de animales como venados y todo lo que le había señalado su hija en el sueño.

Amaneció y una multitud de gente encontró a la abuelita y a la madre llorando al costado del presente.

Tristemente avanzaron hasta al pueblo cargándolo todo y tan sólo hubo silencio entre los integrantes de la familia y el pueblo.

Saciaron su apetito con los peces y luego se resignaron en buscar a la hija más querida de Shimpiyacu.

Pasaron dos años y la madre agobiada salió al campo donde descansó a orillas del río. Al dormirse soñó nuevamente con su hija, pero en este sueño la hija estaba llorando.

La madre pregunto por qué su llanto, y si era causa del demonio. Ella le respondió que él la amaba mucho y nunca le haría daño, era sólo que tenían que retirarse del pueblo porque había invasores que mataban a sus animales con venenos y otras especies nocivas, y ya nunca volverían.

La madre lloró desconsoladamente, por lo que la hija le propuso venirse con ellos. A medianoche la esperaría a orillas del río.

La madre salió aquella noche sigilosamente en la aldea, pero los moradores, el brujo y el esposo sospechaban de su conducta y la siguieron de lejos. La abuelita también los siguió.

De repente, en el claro del río apareció la viva imagen de la hija perdida flotando en el agua y detrás suyo el Yacuruna, en forma de demonio rojo montado en un gigantesco caimán.

La madre se acercó y los guerreros con el brujo corrieron tras ella, pero como alma en pena desaparecieron en las aguas del Río Mayo.

Tan sólo quedó un escrito en la arena: «Los quiero mucho, me llevo a mi mamá porque no quiero que sufra y esté a mi lado por siempre».

El esposo se desmayó y tuvieron que regresar entristecidos y con ganas de seguirlos pero todo era en vano…

Según cuenta la leyenda, se dice que en luna llena, cuando la luz refleja el Río Mayo, se observa a lo lejos a dos mujeres inseparables lavando y jugando sobre la ribera del río, a lo cual luego de unos segundos desaparecen.
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