CORAZÓN AZUL
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CORAZÓN AZUL
Últimamente me lo había topado mucho por aquí, visitando a otros demonios. Su cara se había vuelto conocida para mi desde el día que casi choco de frente con él. Lo seguí por que me llamó la atención ver a alguien tan joven por estos lugares. Era Belfegor quien hacia trato con él esa noche. Aceptó su alma a cambio de no se que favor. Enseguida no pude menos que sentir pena por él. Tan joven y vendiendo su alma casi virgen a un desdichado demonio como Belfegor; y no es que Belfegor me caiga mal o le tenga algún resentimiento, no. Aquí todos compramos lo que nos van ofreciendo y damos a cambio lo que el pobre infeliz que permuta anda buscando. Finalmente somos todos comerciantes, negociadores. Trinqueteros.
Lo que sucede es que el Belfegor ese ya me ha ganado algunas almas en el pasado, y ciertamente no me da buena espina que fuese precisamente él, quien le comprase la suya a un muchacho tan joven. Cuando terminé mi ronda esa noche me vine a descansar a mi pequeña cueva. Una cuevita de menos de dos metros cúbicos donde solo cabemos mi cama de heno y yo. Suelo acurrucarme abrazando mis piernas, mientras escucho a lo lejos el eco de las voces de los que sufren los castigos que duran una eternidad y mil vidas más. Procuro no pensar mucho en ellos, ni en las circunstancias que me pusieron a mi en esta situación.
Del como llegué a demonio mercader de lo que sea en el infierno.
Lo volví a ver un par de veces mas, de verdad me causaba una inquietud extraña mirarlo con esa frecuencia aquí chachareando.*
No fue sino hasta anoche que me crucé con él deambulando por el pasillo oscuro de la calzada principal, casi lo dejo pasar de largo pues la neblina era tan espesa que no le reconocí de inmediato. Su mirada era la de alguien perdido, buscando algo que no logra ver, buscando tal vez algo que ni sabe como es. Decidí acercármele cuando voy viendo que el pinche Belfegor otra vez iba sobre él.
-Esta noche no, Belfegor. Hoy al muchacho le toca mercar conmigo. Tú ya le has comprado lo que te está permitido.
Belfegor me fulminó con una de sus famosas miradas de advertencia, pero sabiendo que yo tenía razón, se fue caminando hacia atrás sin dejar de mirarme. Frotándose las pegajosas manos.
-Veamos, que vienes a vender, muchacho? Que tienes para mi y que es lo que deseas?
-Necesito vender mi conciencia.
-Hummm…tu conciencia has dicho? Dime, no crees necesitarla alguna vez? En algún momento? Más adelante, quizá?
-No, ya he vendido mi alma, puedo vivir sin las dos.
-Vamos, y que es lo que quieres por paga?
-Quiero venganza.
-Típico. Bueno a mi me vale madres. Dime, de quien tengo que vengarme en tu nombre? Y por que?
-De mi novia, yo la amaba con toda el alma. Ella se fue con mi mejor amigo.
-Ah ¡ me parece justo. Quien se roba tu alma cuando es todo lo que tienes no merece perdón.
Entonces entrelace mi brazo derecho con su brazo izquierdo, dame un apretón, le dije. Me apretó.
-Listo, dalo por hecho.
El chico sonrío con una mueca macabra, como entre gozo y odio. Entonces hizo como que iba a dar un paso para alejarse, pero retrocedió y volvió a quedar frente a mi.
-Que? No has quedado satisfecho? Me he vengado de tu novia, pronto morirá y vendrá aquí al infierno a pagar una y otra vez por haber jugado con un alma que no le pertenecía. Entonces que quieres ahora?
-Me gustaría vengarme de mi mejor amigo también.
-Voy viendo que eres de los de todo o nada. Eso me gusta, al menos eres valiente y decidido. Aunque algo tonto si me permites, no sabes lo que te sucederá una vez que no tengas mas por vender aquí.
-Lo que suceda conmigo no me interesa. Bueno, vas a comprarme lo que me queda o no?
-Claro, tengo permitido hacer dos negocios contigo esta noche. Dime, que me ofreces, Veamos si puedes tentarme, sino, vete con Belfegor, ese infeliz compra lo que sea por muy dañado que esté.
-Te doy uno de mis dos corazones.
-Dos corazones? ah pero es que quieres burlarte de mi?
-Compruébalo tú mismo.
Con una de mis garras le corté el pecho desde el ombligo hasta la garganta, lo abrí como libro usado. Y efectivamente, tenía dos corazones, uno negro que apenas sostenía un latido débil y apagado, y otro azul encendido como fuego, fuerte y vigoroso.
-Hecho.
Le dije mientras tomaba el corazón azul con una mano y con la otra cauterizaba la herida de arriba abajo. Volvimos a darnos un apretón y el negocio quedó saldado.
-La venganza contra tu amigo comenzará pronto, se perderá en el vicio de las drogas y el alcohol, sufrirá angustias terribles que no en muchos años lo obligaran a suicidarse. Vendrá a unirse al circulo de los suicidas y vagará una eternidad reviviendo su muerte una y otra vez, sin descanso.
Esta vez el chico sonrío con mucha tristeza.
-Que sucede? No te he dado lo que viniste a buscar? No te he pagado al precio lo que me vendiste? Entonces por que esa cara larga?
-Se que luego de lo que te he vendido, yo mismo vendré a parar aquí. Quizá solo me quede un día o dos, cuando mucho. Ya no tengo alma, conciencia o corazón.
Entonces el muy idiota como recapacitando se puso feliz, radiante, sonriente. Como si le acabaran de decir que su billete de lotería se había sacado el premio grande. Me dio las gracias y comenzó a retirarse hacia el túnel.
-Un momento, sabes que ya no te queda nada, que morirás y vendrás a dar aquí mismo donde tú has visto lo que sucede, Entonces por que tanta felicidad?
-Acabo de darme cuenta de que vendré aquí y estaré con Ana y Jorge de nuevo. Sabes, a pesar de lo que me hicieron. Ellos han sido lo único que he amado allá arriba. Me alegra mucho saber que al final y como sea, estaremos por siempre juntos.
Asentí con la cabeza y lo dejé partir, su andar ahora era animoso, como si llevara para sus adentros un ritmo de dicha intima, como cuando sabes que algo hermoso va a sucederte pero solo tú lo puedes comprender, solo tú lo puedes ver.
Me di la vuelta y me dirigí a mi cueva, con mi costal mas pesado por un corazón azul ecuatoriano y una conciencia algo percudida, pero nada que la lejía no pueda limpiar.
*En México llamamos chacharear a comprar y vender usado.
Lilymeth Mena
Lo que sucede es que el Belfegor ese ya me ha ganado algunas almas en el pasado, y ciertamente no me da buena espina que fuese precisamente él, quien le comprase la suya a un muchacho tan joven. Cuando terminé mi ronda esa noche me vine a descansar a mi pequeña cueva. Una cuevita de menos de dos metros cúbicos donde solo cabemos mi cama de heno y yo. Suelo acurrucarme abrazando mis piernas, mientras escucho a lo lejos el eco de las voces de los que sufren los castigos que duran una eternidad y mil vidas más. Procuro no pensar mucho en ellos, ni en las circunstancias que me pusieron a mi en esta situación.
Del como llegué a demonio mercader de lo que sea en el infierno.
Lo volví a ver un par de veces mas, de verdad me causaba una inquietud extraña mirarlo con esa frecuencia aquí chachareando.*
No fue sino hasta anoche que me crucé con él deambulando por el pasillo oscuro de la calzada principal, casi lo dejo pasar de largo pues la neblina era tan espesa que no le reconocí de inmediato. Su mirada era la de alguien perdido, buscando algo que no logra ver, buscando tal vez algo que ni sabe como es. Decidí acercármele cuando voy viendo que el pinche Belfegor otra vez iba sobre él.
-Esta noche no, Belfegor. Hoy al muchacho le toca mercar conmigo. Tú ya le has comprado lo que te está permitido.
Belfegor me fulminó con una de sus famosas miradas de advertencia, pero sabiendo que yo tenía razón, se fue caminando hacia atrás sin dejar de mirarme. Frotándose las pegajosas manos.
-Veamos, que vienes a vender, muchacho? Que tienes para mi y que es lo que deseas?
-Necesito vender mi conciencia.
-Hummm…tu conciencia has dicho? Dime, no crees necesitarla alguna vez? En algún momento? Más adelante, quizá?
-No, ya he vendido mi alma, puedo vivir sin las dos.
-Vamos, y que es lo que quieres por paga?
-Quiero venganza.
-Típico. Bueno a mi me vale madres. Dime, de quien tengo que vengarme en tu nombre? Y por que?
-De mi novia, yo la amaba con toda el alma. Ella se fue con mi mejor amigo.
-Ah ¡ me parece justo. Quien se roba tu alma cuando es todo lo que tienes no merece perdón.
Entonces entrelace mi brazo derecho con su brazo izquierdo, dame un apretón, le dije. Me apretó.
-Listo, dalo por hecho.
El chico sonrío con una mueca macabra, como entre gozo y odio. Entonces hizo como que iba a dar un paso para alejarse, pero retrocedió y volvió a quedar frente a mi.
-Que? No has quedado satisfecho? Me he vengado de tu novia, pronto morirá y vendrá aquí al infierno a pagar una y otra vez por haber jugado con un alma que no le pertenecía. Entonces que quieres ahora?
-Me gustaría vengarme de mi mejor amigo también.
-Voy viendo que eres de los de todo o nada. Eso me gusta, al menos eres valiente y decidido. Aunque algo tonto si me permites, no sabes lo que te sucederá una vez que no tengas mas por vender aquí.
-Lo que suceda conmigo no me interesa. Bueno, vas a comprarme lo que me queda o no?
-Claro, tengo permitido hacer dos negocios contigo esta noche. Dime, que me ofreces, Veamos si puedes tentarme, sino, vete con Belfegor, ese infeliz compra lo que sea por muy dañado que esté.
-Te doy uno de mis dos corazones.
-Dos corazones? ah pero es que quieres burlarte de mi?
-Compruébalo tú mismo.
Con una de mis garras le corté el pecho desde el ombligo hasta la garganta, lo abrí como libro usado. Y efectivamente, tenía dos corazones, uno negro que apenas sostenía un latido débil y apagado, y otro azul encendido como fuego, fuerte y vigoroso.
-Hecho.
Le dije mientras tomaba el corazón azul con una mano y con la otra cauterizaba la herida de arriba abajo. Volvimos a darnos un apretón y el negocio quedó saldado.
-La venganza contra tu amigo comenzará pronto, se perderá en el vicio de las drogas y el alcohol, sufrirá angustias terribles que no en muchos años lo obligaran a suicidarse. Vendrá a unirse al circulo de los suicidas y vagará una eternidad reviviendo su muerte una y otra vez, sin descanso.
Esta vez el chico sonrío con mucha tristeza.
-Que sucede? No te he dado lo que viniste a buscar? No te he pagado al precio lo que me vendiste? Entonces por que esa cara larga?
-Se que luego de lo que te he vendido, yo mismo vendré a parar aquí. Quizá solo me quede un día o dos, cuando mucho. Ya no tengo alma, conciencia o corazón.
Entonces el muy idiota como recapacitando se puso feliz, radiante, sonriente. Como si le acabaran de decir que su billete de lotería se había sacado el premio grande. Me dio las gracias y comenzó a retirarse hacia el túnel.
-Un momento, sabes que ya no te queda nada, que morirás y vendrás a dar aquí mismo donde tú has visto lo que sucede, Entonces por que tanta felicidad?
-Acabo de darme cuenta de que vendré aquí y estaré con Ana y Jorge de nuevo. Sabes, a pesar de lo que me hicieron. Ellos han sido lo único que he amado allá arriba. Me alegra mucho saber que al final y como sea, estaremos por siempre juntos.
Asentí con la cabeza y lo dejé partir, su andar ahora era animoso, como si llevara para sus adentros un ritmo de dicha intima, como cuando sabes que algo hermoso va a sucederte pero solo tú lo puedes comprender, solo tú lo puedes ver.
Me di la vuelta y me dirigí a mi cueva, con mi costal mas pesado por un corazón azul ecuatoriano y una conciencia algo percudida, pero nada que la lejía no pueda limpiar.
*En México llamamos chacharear a comprar y vender usado.
Lilymeth Mena
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