CARTA DEL M. CARNOT

CARTA DEL M. CARNOT

La cuestión de la esclavitud está íntimamente relacionada con cuestiones de política general.

Las repúblicas paganas tenían como base la esclavitud. Estaban tan organizados que no podían subsistir sin él; y así, cuando la esclavitud fue sacudida, perecieron. Libertad para unos pocos, a condición de mantener a los muchos en servidumbre: tal era el principio de las sociedades antiguas.

El cristianismo ofrece el triunfo a otra moral, la de la fraternidad humana. Las sociedades modernas reconocen el principio de que cada ciudadano aumenta el dominio de su propia libertad compartiéndola con sus semejantes. La Francia republicana puso en práctica este principio; en sus dos grandes épocas de emancipación, se apresuró a enviar la Libertad a sus posesiones coloniales.

América del Norte presenta una triste anomalía, una contradicción a la regla general con la que hemos precedido estas reflexiones, y por eso los enemigos de la Libertad tratan de justificar su alejamiento de ella.

Pretenden creer que la República de los Estados Unidos descansa sobre una base análoga a la de las repúblicas paganas; y que la aplicación de la nueva moral será peligrosa para ella. Pero no es así. La libertad en los Estados Unidos se funda en la razón, en la costumbre, en el patriotismo y en la experiencia ya antigua. Sólo puede ganar por difusión incluso hasta la prodigalidad. En los Estados Unidos, la esclavitud es más que en otros lugares una monstruosidad, protegida solo por intereses privados. Es una fuente de corrupción y barbarie que retrasa a América en el camino de la civilización europea. Es un ejemplo fatal que presenta a Europa, para apartarla de la búsqueda de la independencia americana.

París , 1855.

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sabra