QUERIDA HIJA
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QUERIDA HIJA
QUERIDA HIJA
A las veintidós semanas de gestación de Natalia
Querida hija:
Te escribo hoy para decirte cuanto te quiero. Para decirte que soy la única persona que
te ama en el mundo en este momento. Muchos te desean, y luego te querrán: tu padre, tus abuelos,
tu familia…
Pero hoy, sólo tu y yo somos las protagonistas de este cuento.
Muchas personas saben de ti. Muchos pueden saber cosas tuyas, como, por ejemplo, que
vas a ser niña, o que pensamos llamarte Natalia. Pero nadie puede saberte como yo te sé.
Sólo yo te escucho, sólo yo te siento, sólo yo te cuido, sólo yo te conozco. Y eso mismo
te pasa a ti conmigo, aunque no te des cuenta. Nadie sobre la tierra me conoce como tú. Nadie me
oye, ni me siente, ni me intuye como tú. Cuando nazcas no podrás confundirte. Estarás segura de
quién soy yo nada más abrir los ojos, y mirarme por primera vez.
Quiero escribirte hoy, antes de que la vida nos sorprenda con sus vueltas
Porque llegará un día en que quizás no me reconozcas, o no me aceptes como soy, o
incluso me creas la culpable de todos tus problemas. Un día en el que nos tendremos que pedir
perdón por muchas cosas. Habrá tiempos difíciles, incomprensiones, sueños incumplidos, promesas
que quedarán en el aire, desilusiones y dolor, peleas y disgustos. Entre mujeres suele pasar.
Ese día también habrá cariños, mimos y afecto. Palabras de comprensión y
arrepentimiento, regalos y sonrisas, gestos de complicidad y detalles de amor.
Si, ese día también habrá amor, y quizás mucho más que ahora
Pero lo bello de hoy es que hoy sólo hay amor.
Llevarte en mí me hace creer que el Cielo existe. Antes no podía concebir un lugar
donde reinara el amor, sin vestigio de dolor ni tristeza alguna. Ahora, gracias a ti, sé que eso es
posible.
Verte hoy ha sido un milagro de la ciencia, pero tu vida es un milagro diferente, un
milagro de un Dios bueno, por el que yo, antes de tenerte conmigo, sólo sentía indiferencia.
Voy a poner esta carta en la cajita de tesoros donde guardaré tu foto de recién nacida,
tu primer diente, tu mechón de pelo y la pinza de tu ombligo.
Y nunca te voy a decir nada.
Algún día la encontrarás, y podremos darnos ese beso que ahora deseamos tanto
Te abraza,
Tu madre.
Cristina González Alba.
A las veintidós semanas de gestación de Natalia
Querida hija:
Te escribo hoy para decirte cuanto te quiero. Para decirte que soy la única persona que
te ama en el mundo en este momento. Muchos te desean, y luego te querrán: tu padre, tus abuelos,
tu familia…
Pero hoy, sólo tu y yo somos las protagonistas de este cuento.
Muchas personas saben de ti. Muchos pueden saber cosas tuyas, como, por ejemplo, que
vas a ser niña, o que pensamos llamarte Natalia. Pero nadie puede saberte como yo te sé.
Sólo yo te escucho, sólo yo te siento, sólo yo te cuido, sólo yo te conozco. Y eso mismo
te pasa a ti conmigo, aunque no te des cuenta. Nadie sobre la tierra me conoce como tú. Nadie me
oye, ni me siente, ni me intuye como tú. Cuando nazcas no podrás confundirte. Estarás segura de
quién soy yo nada más abrir los ojos, y mirarme por primera vez.
Quiero escribirte hoy, antes de que la vida nos sorprenda con sus vueltas
Porque llegará un día en que quizás no me reconozcas, o no me aceptes como soy, o
incluso me creas la culpable de todos tus problemas. Un día en el que nos tendremos que pedir
perdón por muchas cosas. Habrá tiempos difíciles, incomprensiones, sueños incumplidos, promesas
que quedarán en el aire, desilusiones y dolor, peleas y disgustos. Entre mujeres suele pasar.
Ese día también habrá cariños, mimos y afecto. Palabras de comprensión y
arrepentimiento, regalos y sonrisas, gestos de complicidad y detalles de amor.
Si, ese día también habrá amor, y quizás mucho más que ahora
Pero lo bello de hoy es que hoy sólo hay amor.
Llevarte en mí me hace creer que el Cielo existe. Antes no podía concebir un lugar
donde reinara el amor, sin vestigio de dolor ni tristeza alguna. Ahora, gracias a ti, sé que eso es
posible.
Verte hoy ha sido un milagro de la ciencia, pero tu vida es un milagro diferente, un
milagro de un Dios bueno, por el que yo, antes de tenerte conmigo, sólo sentía indiferencia.
Voy a poner esta carta en la cajita de tesoros donde guardaré tu foto de recién nacida,
tu primer diente, tu mechón de pelo y la pinza de tu ombligo.
Y nunca te voy a decir nada.
Algún día la encontrarás, y podremos darnos ese beso que ahora deseamos tanto
Te abraza,
Tu madre.
Cristina González Alba.
Roana Varela- Moderadora
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