Carta a José Hernández -27 de marzo de 1873-. de Mariano Pelliza
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Carta a José Hernández -27 de marzo de 1873-. de Mariano Pelliza
Señor D. José Hernández.
Tratándose de juzgar un libro, ni Vd. ni yo gustamos de hacer floreos literarios, yendo siempre derechos al bulto, al punto objetivo ó como quien dice, al eje ó muelle espiral sobre que describe su rotación el argumento. Aplicando tan económico sistema para darle mi opinión sobre Martin Fierro, no me detendré en decir donde faltó á las leyes de la rima, ni cual ripio debiera desaparecer y si hay éste ó aquel concepto contrario á la buena prosodia.
Solo juzgando ensayos juveniles es pertinente detenerse en la parte elemental de la composición; pero como Vd., á lo que entiendo, no está en el caso de aprender el mejor empleo de las sinalefas y otras figuras didácticas del divino arte, voy sin rodeos á manifestarle mis impresiones.
Repetidas veces he saboreado las bellezas contenidas en las bien descritas aventuras de su héroe, creación bellísima por la doble faz, riente y sombría, con que se dibuja en gigantesco relieve, esto sin contar con lo sabroso de la crítica con que Vd. decora su admirable cuadro.
Su trabajo, escrito sin duda por mero pasatiempo, responde á tendencias dominantes en su espíritu, preocupado desde larga fecha por la mala suerte del gaucho: y es la manifestación cumplida de sus simpatías en favor de esos pobres parías, condenados por los abusos del poder á vivir constantemente armados del sable, creando y destruyendo situaciones que siempre concluyen por serles adversas. En las luchas civiles, la peor parte ha sido para ellos; y durante la paz armada en que los caudillos han mantenido la República, el campamento y los fortines los han alejado de la vida laboriosa y de los sagrados vínculos del hogar, relajando la constitución de la familia y bastardeando las generaciones: convirtiéndolos en nómades habitantes de nuestras inmensas praderas, cuando no están sujetos al yugo del servicio, que es un lote en el repartimiento de los bienes de la libertad por cuya conquista tantos años han pugnado.
Martin Fierro es la encarnación de la multitud: órgano reproductor del lamento de los gauchos sujetos al bárbaro servicio de fronteras que, como una onda poderosa, viene á estrellarse ante la indiferencia granítica de los gobiernos.
Si aquí tuviéramos un público capaz de reivindicar los derechos del hombre y del ciudadano, agredidos en el habitante nativo del campo, su libro habría producido el efecto maravilloso alcanzado en la América del Norte por «La Cabaña del TIO TOM», porque uno y otro son producto de la mas sublime filantropía. Levantar una raza abatida, devolviéndole las condiciones civiles y políticas que el abuso arrebató atrevidamente, es la tendencia de ambos libros: allá se atacaba una institución legal y sin embargo triunfó el grito de la naturaleza, en tanto que aquí el pobre gaucho es flagelado sin derecho y por un simple abuso de fuerza.
Lo dicho, relativamente al objeto, y por lo que respecta á su tipo, no vacilo en decirlo que, sin pretenderlo, ha dejado Vd. muy atrás á nuestros payadores en cuanto al fondo y oportuna elección de la estrofa. La décima no la usa el gaucho sino en composiciones breves de amor ó en felicitaciones, y el romance asonantado nunca: evitando estos escollos y haciendo uso del sexteto octosílabo, la imitación de los trobos campesinos es perfecta.
Los que han manejado este género entre nosotros, poseyendo el medio literario, desconocían las peculiaridades de moral, de filosofía, de religión y aun de política que hacen del gaucho un ser excepcional, difícil de medirlo en el cartabón de los compadritos dicheros.
El compadre en la campaña, es la depuración incorrecta de la sencillez rústica que perdiendo todo su sabor original, se aproxima y entremezcla con el compadre de la ciudad, degeneración correcta del habitante culto; y en esa zona que deslinda la civilización de la barbarie, los predios rúticos de los urbanos; término medio del estado social argentino, se desenvuelve la existencia bullanguera del tipo estudiado para representar al gaucho, y que en su eterna manía de espectabilizarse, hace grotesco lo que es bello.
En este concepto, Vd. se hallaba en condiciones ventajosas para desarrollar su tésis, porque habiendo vivido por mucho tiempo en contacto con el gauchaje de las cuatro provincias litorales, y siendo como es, un observador fino y de criterio, tenía que ofrecemos en sus cuadros la verdad, eterna fuente de la belleza; y si á esto se agrega ün fácil manejo de la lengua y gran respeto á los preceptos literarios, terminaré diciendo: que mi como aspiración noble á favor de los habitantes del campo, ni como crítica de los abusos cometidos en el servicio de fronteras, ni como interpretación del gaucho moralmente juzgado, he tenido, hasta hoy, la ocasión de leer algo que le aventaje.
Queda de Vd. S. S. S. y amigo
Mariano A. Pelliza.
Marzo 27 de 1873.
Tratándose de juzgar un libro, ni Vd. ni yo gustamos de hacer floreos literarios, yendo siempre derechos al bulto, al punto objetivo ó como quien dice, al eje ó muelle espiral sobre que describe su rotación el argumento. Aplicando tan económico sistema para darle mi opinión sobre Martin Fierro, no me detendré en decir donde faltó á las leyes de la rima, ni cual ripio debiera desaparecer y si hay éste ó aquel concepto contrario á la buena prosodia.
Solo juzgando ensayos juveniles es pertinente detenerse en la parte elemental de la composición; pero como Vd., á lo que entiendo, no está en el caso de aprender el mejor empleo de las sinalefas y otras figuras didácticas del divino arte, voy sin rodeos á manifestarle mis impresiones.
Repetidas veces he saboreado las bellezas contenidas en las bien descritas aventuras de su héroe, creación bellísima por la doble faz, riente y sombría, con que se dibuja en gigantesco relieve, esto sin contar con lo sabroso de la crítica con que Vd. decora su admirable cuadro.
Su trabajo, escrito sin duda por mero pasatiempo, responde á tendencias dominantes en su espíritu, preocupado desde larga fecha por la mala suerte del gaucho: y es la manifestación cumplida de sus simpatías en favor de esos pobres parías, condenados por los abusos del poder á vivir constantemente armados del sable, creando y destruyendo situaciones que siempre concluyen por serles adversas. En las luchas civiles, la peor parte ha sido para ellos; y durante la paz armada en que los caudillos han mantenido la República, el campamento y los fortines los han alejado de la vida laboriosa y de los sagrados vínculos del hogar, relajando la constitución de la familia y bastardeando las generaciones: convirtiéndolos en nómades habitantes de nuestras inmensas praderas, cuando no están sujetos al yugo del servicio, que es un lote en el repartimiento de los bienes de la libertad por cuya conquista tantos años han pugnado.
Martin Fierro es la encarnación de la multitud: órgano reproductor del lamento de los gauchos sujetos al bárbaro servicio de fronteras que, como una onda poderosa, viene á estrellarse ante la indiferencia granítica de los gobiernos.
Si aquí tuviéramos un público capaz de reivindicar los derechos del hombre y del ciudadano, agredidos en el habitante nativo del campo, su libro habría producido el efecto maravilloso alcanzado en la América del Norte por «La Cabaña del TIO TOM», porque uno y otro son producto de la mas sublime filantropía. Levantar una raza abatida, devolviéndole las condiciones civiles y políticas que el abuso arrebató atrevidamente, es la tendencia de ambos libros: allá se atacaba una institución legal y sin embargo triunfó el grito de la naturaleza, en tanto que aquí el pobre gaucho es flagelado sin derecho y por un simple abuso de fuerza.
Lo dicho, relativamente al objeto, y por lo que respecta á su tipo, no vacilo en decirlo que, sin pretenderlo, ha dejado Vd. muy atrás á nuestros payadores en cuanto al fondo y oportuna elección de la estrofa. La décima no la usa el gaucho sino en composiciones breves de amor ó en felicitaciones, y el romance asonantado nunca: evitando estos escollos y haciendo uso del sexteto octosílabo, la imitación de los trobos campesinos es perfecta.
Los que han manejado este género entre nosotros, poseyendo el medio literario, desconocían las peculiaridades de moral, de filosofía, de religión y aun de política que hacen del gaucho un ser excepcional, difícil de medirlo en el cartabón de los compadritos dicheros.
El compadre en la campaña, es la depuración incorrecta de la sencillez rústica que perdiendo todo su sabor original, se aproxima y entremezcla con el compadre de la ciudad, degeneración correcta del habitante culto; y en esa zona que deslinda la civilización de la barbarie, los predios rúticos de los urbanos; término medio del estado social argentino, se desenvuelve la existencia bullanguera del tipo estudiado para representar al gaucho, y que en su eterna manía de espectabilizarse, hace grotesco lo que es bello.
En este concepto, Vd. se hallaba en condiciones ventajosas para desarrollar su tésis, porque habiendo vivido por mucho tiempo en contacto con el gauchaje de las cuatro provincias litorales, y siendo como es, un observador fino y de criterio, tenía que ofrecemos en sus cuadros la verdad, eterna fuente de la belleza; y si á esto se agrega ün fácil manejo de la lengua y gran respeto á los preceptos literarios, terminaré diciendo: que mi como aspiración noble á favor de los habitantes del campo, ni como crítica de los abusos cometidos en el servicio de fronteras, ni como interpretación del gaucho moralmente juzgado, he tenido, hasta hoy, la ocasión de leer algo que le aventaje.
Queda de Vd. S. S. S. y amigo
Mariano A. Pelliza.
Marzo 27 de 1873.
Ernestina Duran- Cantidad de envíos : 98
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Re: Carta a José Hernández -27 de marzo de 1873-. de Mariano Pelliza
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