LA DIVINA COMEDIA: EL PURGATORIO: CANTO XXV
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LA DIVINA COMEDIA: EL PURGATORIO: CANTO XXV
LA DIVINA COMEDIA: EL PURGATORIO: CANTO XXV
Canto XXV
Los lujuriosos se hallan inmersos en un fuego.
Hora de subir era sin demora,
ya que el Sol dejado había el meridiano
círculo a Tauro y la noche a Escorpio:
por lo cual, como hace quien no se arresta
mas por su vía se lanza, que lo que estorba,
por su necesidad, lo traspasa,
de igual modo entramos por la brecha,
uno tras del otro, asidos de la escala,
pues por la estrechez no íbamos de a pares.
Y como la cigüeñita que alza las alas
de volar queriendo, y no se atreve
a dejar el nido, y entonces las baja,
así estaba yo con el deseo de preguntar
animado y muerto, en la actitud
de quien a preguntar se prepara.
No se privó, aunque el andar fuera rápido,
el dulce padre mío, mas dijo: Dispara el arco
de hablar, que hasta el hierro tienes tensado.
Entonces asegurado abrí la boca
y comencé: ¿Cómo es posible volverse flaco
allí donde la necesidad de comer no cabe?
Si te recuerdas como Meleagro
se consumió al consumirse un tizón,
no te sería, dijo, ésto tan agrio;
y si pensaras como, a vuestros gestos,
gesticula en el espejo vuestra imagen,
lo que te parece duro te sería blando.
Mas para que tu deseo calmes,
aquí está Estacio; y yo lo llamo y le ruego
que sea el sanador de tus llagas.
Si la mirada eterna le desligo,
respondió Estacio, estando tú presente,
pido disculpas al no poder negarme.
Luego empezó: Si mis palabras,
hijo, tu mente guarda y recibe,
luz te daré al cómo que tú dices.
Sangre perfecta, que nunca beben
las sedientas venas, y que sobra,
como alimento que se saca de la mesa,
adquiere en el corazón de todos los miembros
una virtud formante, como la sangre
que a trocarse en ellos va por las venas.
Ya digerido, baja a donde es más bello
callar que decir; y de allí luego se instila
sobre la sangre de otro en natural vasija.
Allí se acogen una y a la otra solidariamente,
una dispuesto a recibir, y la otra a hacer
por el perfecto lugar de donde viene;
y, llegado a ella, comienza a obrar
coagulando primero, y luego aviva
lo que en su materia hizo condensar.
Hecha alma la virtud activa
cual de una planta, pero en esto diferente,
que esta está en camino, aquella en la ribera,
tanto obra después, que ya se mueve y siente,
como esponja marina; y de allí emprende
a organizar las potencias de las que es simiente.
Ahora se despliega, hijito, ahora se extiende.
la virtud que es del corazón del generante,
de donde la natura a todo miembro tiende.
Mas cómo del animal se haga razonante
aún no percibes: éste es un tal punto
que a uno más sabio que tú lo hizo errante.
de modo por su doctrina dejó disjunto
del alma el posible intelecto,
porque no vio de él órgano adjunto.
Ábrete a la verdad que viene al pecho:
y sabe que, tan pronto al feto
el ensamble del cerebro es perfecto,
el primer motor a él se vuelve contento
de tanta arte de natura, e inspira
nuevo espíritu, de virtud repleto,
que lo que allí encuentra activo, absorbe
en su sustancia, y hácese un alma sola,
que vive y siente y así en sí se remira.
Y para que menos te admire la palabra,
observa el calor del Sol que se hace vino,
junto al humor que de la vid se cuela.
Cuando Láquesis ya no tiene más lino,
suéltase de la carne, y en virtud
lleva consigo y lo humano y lo divino:
las demás potencias todas quedan mudas;
memoria, inteligencia y voluntad
en acto mucho más que antes agudas.
Sin detenerse, por sí misma cae
maravillosamente a una de las riberas:
allí conoce primero sus estradas.
Una vez que el lugar de allí la circunscribe,
la virtud formativa irradia en torno,
así y tanto cuánto en los miembros vive.
Y como el aire, cuando está empapado,
por el rayo de otro que en sí refleja,
de diversos colores queda ornado;
así el aire vecino aquí se mete
en aquella forma que en él sella
virtualmente el alma que allí se encierra,
y en forma semejante a la flamita
que sigue al fuego doquiera se trasmuta,
el espíritu sigue a su forma nueva.
Sin embargo cuando ha obtenido su apariencia,
se la llama sombra; y de allí organiza luego
cada sentido inclusive el de la vista.
Así hablamos y así reímos nosotros;
también soltamos lágrimas y suspiros
que por el monte sentido haber pudiste.
Conforme nos afligen los deseos
y los demás afectos se configura la sombra,
y esta es la razón de lo que te admiras.
Y ya habíamos a la última tortura
llegado, vueltos a mano diestra,
y estábamos atentos a nuevas tareas.
Aquí hacia fuera dispara llamas la cuesta
y la cornisa hacia arriba exhala viento
que las rechaza y de ellas la vía secuestra;
por donde ir nos obligaba del lado externo
uno a uno; y yo temía el fuego
de aquí, y de allá despeñarme.
Mi conductor decía: Por este lugar
se requiere dar a los ojos estricto freno,
porque errar podríase por poco.
“Summa Deus clementia” en el seno
del gran ardor entonces oí cantando,
que de volverme me hizo desear no menos;
y vi espíritus entre la llama andando;
por lo que yo los miraba y a mis pasos,
compartiendo la vista de vez en cuando.
Llegados al fin del cantado himno,
gritaban alto: “Virum non cognosco”;
de allí reemprendían el himno en voz baja.
Terminado, aún gritaban: Al bosque
vino Diana y de allí expulsó a Hélice,
que de Venus había probado el tóxico.
De allí a cantar volvían: y de allí mujeres
gritaban y maridos que fueron castos,
como virtud y matrimonio imponen.
Y este modo creo que les baste
por todo el tiempo que el fuego los abrase;
que tal cura es necesaria y con tal pasto
para que la llaga del sexo se digiera.
Dante Alighieri
Marcela Noemí Silva- Admin
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Re: LA DIVINA COMEDIA: EL PURGATORIO: CANTO XXV
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"El amor es la razón del corazón"
sabra- Admin
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