EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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Meditaciones de Marco Aurelio-LIBRO VII

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Mensaje por Marcela Noemí Silva Miér Abr 03, 2024 3:51 am









Meditaciones de Marco Aurelio
LIBRO VII



1. ¿Qué es la maldad? Es lo que has visto muchas veces. Y a propósito de
todo lo que acontece, ten presente que eso es lo que has visto muchas veces.
En suma, de arriba abajo, encontrarás las mismas cosas, de las que están
llenas las historias, las antiguas, las medias y las contemporáneas, de las
cuales están llenas ahora las ciudades y las casas. Nada nuevo; todo es
habitual y efímero.


2. Las máximas viven. ¿Cómo, de otro modo, podrían morir, a no ser que
se extinguieran las imágenes que les corresponden? En tus manos está
reavivarlas constantemente. Puedo, respecto a esto, concebir lo que es
preciso. Y si, como es natural, puedo, ¿a qué turbarme? Lo que está fuera, de
mi inteligencia ninguna relación tiene con la inteligencia. Aprende esto y
estás en lo correcto. Te es posible revivir. Mira nuevamente las cosas como
las has visto, pues en esto consiste el revivir.


3. Vana afición a la pompa, representaciones en escena, rebaños de
ganado menor y mayor, luchas con lanza, huesecillo arrojado a los perritos,
migajas destinadas a los viveros de peces, fatigas y acarreos de las hormigas,
idas y venidas de ratoncillos asustados, títeres movidos por hilos. Conviene,
en efecto, presenciar esos espectáculos benévolamente y sin rebeldía, pero
seguir y observar con atención que el mérito de cada uno es tanto mayor
cuanto meritoria es la tarea objeto de sus afanes.


4. Es preciso seguir, palabra por palabra, lo que se dice, y, en todo
impulso, su resultado; y, en el segundo caso, ver directamente a qué objetivo
apunta el intento; y en el primero, velar por su significado.


5. ¿Basta mi inteligencia para eso o no? Si me basta, me sirvo de ella para
esta acción como si fuera un instrumento concedido por la naturaleza del
conjunto universal. Pero si no me basta, cedo la obra a quien sea capaz de
cumplirla mejor, a no ser, por otra parte, que eso sea de mi incumbencia, o
bien pongo manos a la obra como pueda, con la colaboración de la persona
capaz de hacer, con la ayuda de mi guía interior, lo que en este momento es
oportuno y beneficioso a la comunidad. Porque lo que estoy haciendo por mí
mismo, o en colaboración con otro, debe tender, exclusivamente, al beneficio
y buena armonía con la comunidad.


6. ¡Cuántos hombres, que fueron muy celebrados, han sido ya entregados
al olvido! ¡Y cuántos hombres que los celebraron tiempo ha que partieron!


7. No sientas vergüenza de ser socorrido. Pues está establecido que
cumplas la tarea impuesta como un soldado en el asalto a una muralla. ¿Qué
harías, pues, si, víctima de cojera, no pudieras tú sólo escalar hasta las
almenas y, en cambio, te fuera eso posible?


8. No te inquiete el futuro; pues irás a su encuentro, de ser preciso, con la
misma razón que ahora utilizas para las cosas presentes.


9. Todas las cosas se hallan entrelazadas entre sí y su común vínculo es
sagrado y casi ninguna es extraña a la otra, porque todas están coordinadas y
contribuyen al orden del mismo mundo. Que uno es el mundo, compuesto de
todas las cosas; uno el dios que se extiende a través de todas ellas, única la
sustancia, única la ley, una sola la razón común de todos los seres
inteligentes, una también la verdad, porque también una es la perfección de
los seres del mismo género y de los seres que participan de la misma razón.


10. Todo lo que es material se desvanece rapidísimamente en la sustancia
del conjunto universal; toda causa se reasume rapidísimamente en la razón
del conjunto universal; el recuerdo de todas las cosas queda en un instante
sepultado en la eternidad.


11. Para el ser racional el mismo acto es acorde con la naturaleza y con la
razón.


12. Derecho o enderezado.


13. Como existen los miembros del cuerpo en los individuos, también los
seres racionales han sido constituidos, por este motivo, para una idéntica
colaboración, aunque en seres diferentes. Y más se te ocurrirá este
pensamiento si muchas veces hicieras esta reflexión contigo mismo. Soy un
miembro del sistema constituido por seres racionales. Mas si dijeras que eres
parte, con el cambio de la letra «R», no amas todavía de corazón a los
hombres, todavía no te alegras íntegramente de hacerles favores; más aún, si
lo haces simplemente como un deber, significa que todavía no comprendes
que te haces un bien a ti mismo.


14. Acontezca exteriormente lo que se quiera a los que están expuestos a
ser afectados por este accidente. Pues aquéllos, si quieren, se quejarán de sus
sufrimientos; pero yo, en tanto no imagine que lo acontecido es un mal,
todavía no he sufrido daño alguno. Y de mí depende no imaginarlo.


15. Dígase o hágase lo que se quiera, mi deber es ser bueno. Como si el
oro, la esmeralda o la púrpura dijeran siempre eso: «Hágase o dígase lo que
se quiera, mi deber es ser esmeralda y conservar mi propio color».


16. Mi guía interior no se altera por sí mismo; quiero decir, no se asusta ni
se aflige. Y si algún otro es capaz de asustarle o de afligirle, hágalo. Pues él,
por sí mismo, no se moverá conscientemente a semejantes alteraciones.
Preocúpese el cuerpo, si puede, de no sufrir nada. Y si sufre, manifiéstelo.
También el espíritu animal, que se asusta, que se aflige. Pero lo que, en suma,
piensa sobre estas afecciones, no hay ningún temor que sufra, pues su
condición no le impulsará a un juicio semejante. El guía interior, por su
misma condición, carece de necesidades, a no ser que se las cree, y por eso
mismo no tiene tribulaciones ni obstáculos, a no ser que se perturbe y se
ponga obstáculos a sí mismo.


17. La felicidad es un buen numen o un buen 'espíritu familiar'. ¿Qué
haces, pues, aquí, oh imaginación? ¡Vete, por los dioses, como viniste! No te
necesito. Has venido según tu antigua costumbre. No me enfado contigo;
únicamente, vete.


18. ¿Se teme el cambio? ¿Y qué puede producirse sin cambio? ¿Existe
algo más querido y familiar a la naturaleza del conjunto universal? ¿Podrías
tú mismo lavarte con agua caliente, si la leña no se transformara? ¿Podrías
nutrirte, si no se transformaran los alimentos? Y otra cosa cualquiera entre las
útiles, ¿podría cumplirse sin transformación? ¿No te das cuenta, pues, de que
tu propia transformación es algo similar e igualmente necesaria a la
naturaleza del conjunto universal?


19. Por la sustancia del conjunto universal, como a través de un torrente,
discurren todos los cuerpos, connaturales y colaboradores del conjunto
universal, al igual que nuestros miembros entre sí. ¡A cuántos Crisipos, a
cuántos Sócrates, a cuántos Epictetos absorbió ya el tiempo! Idéntico
pensamiento acuda a ti respecto a todo tipo de hombre y a toda cosa.


20. Una sola cosa me inquieta, el temor a que haga algo que mi
constitución de hombre no quiere, o de la manera que no quiere, o lo que
ahora no quiere.


21. Próximo está tu olvido de todo, próximo también el olvido de todo
respecto a ti.


22. Propio del hombre es amar incluso a los que tropiezan. Y eso se
consigue, en cuanto se te ocurra pensar que son tus familiares, y que pecan
por ignorancia y contra su voluntad, y que, dentro de poco, ambos estaréis
muertos y que, ante todo, no te dañó, puesto que no hizo a tu guía interior
peor de lo que era antes.


23. La naturaleza del conjunto universal, valiéndose de la sustancia del
conjunto universal, como de una cera, modeló ahora un potro; después, lo
fundió y se valió de su materia para formar un arbusto, a continuación un
hombrecito, y más tarde otra cosa. Y cada uno de estos seres ha subsistido
poquísimo tiempo. Pero no es ningún mal para un cofrecillo ser desarmado ni
tampoco ser ensamblado.


24. El semblante rencoroso es demasiado contrario a la naturaleza.
Cuando se afecta reiteradamente, su belleza muere y finalmente se extingue,
de manera que resulta imposible reavivarla. Intenta, al menos, ser consciente
de esto mismo, en la convicción de que es contrario a la razón. Porque si
desaparece la comprensión del obrar mal, ¿qué motivo para seguir viviendo
nos queda?


25. Todo cuanto ves, en tanto que todavía no es, será transformado por la
naturaleza que gobierna el conjunto universal, y otras cosas hará de su
sustancia, y a su vez otras de la sustancia de aquéllas, a fin de que el mundo
siempre se rejuvenezca.


26. Cada vez que alguien cometa una falta contra ti, medita al punto qué
concepto del mal o del bien tenía al cometer dicha falta. Porque, una vez que
hayas examinado eso, tendrás compasión de él y ni te sorprenderás, ni te
irritarás con él. Ya que comprenderás tú también el mismo concepto del bien
que él, u otro similar. En consecuencia, es preciso que le perdones. Pero aun
si no llegas a compartir su concepto del bien y del mal, serás más fácilmente
benévolo con su extravío.


27. No imagines las cosas ausentes como ya presentes; antes bien,
selecciona entre las presentes las más favorables, y, a la vista de esto,
recuerda cómo las buscarías, si no estuvieran presentes. Pero al mismo
tiempo ten precaución, no vaya a ser que, por complacerte hasta tal punto en
su disfrute, te habitúes a sobrestimarlas, de manera que, si alguna vez no
estuvieran presentes, pudieras sentirte inquieto.


28. Recógete en ti mismo. El guía interior racional puede, por naturaleza,
bastarse a sí mismo practicando la justicia y, según eso mismo, conservando
la calma.


29. Borra la imaginación. Detén el impulso de marioneta. Circunscríbete
al momento presente. Comprende lo que te sucede a ti o a otro. Divide y
separa el objeto dado en su aspecto causal y material. Piensa en tu hora
postrera. La falta cometida por aquél, déjala allí donde se originó.


30. Coteja el pensamiento con las palabras. Sumerge tu pensamiento en
los sucesos y en las causas que los produjeron.


31. Haz resplandecer en ti la sencillez, el pudor y la indiferencia en lo
relativo a lo que es intermedio entre la virtud y el vicio. Ama al género
humano. Sigue a Dios. Aquél dice: «Todo es convencional, y en realidad sólo
existen los elementos». Y basta recordar que no todas las cosas son
convencionales, sino demasiado pocas.


32. Sobre la muerte: o dispersión, si existen átomos; o extinción o
cambio, si existe unidad.


33. Sobre el pesar: lo que es insoportable mata, lo que se prolonga es
tolerable. Y la inteligencia, retirándose, conserva su calma y no va en
detrimento del guía interior. Y respecto a las partes dañadas por el pesar, si
tienen alguna posibilidad, manifiéstense sobre el particular.


34. Sobre la fama: Examina cuáles son sus pensamientos, qué cosas
evitan y cuáles persiguen. Y que, al igual que las dunas al amontonarse una
sobre otras ocultan las primeras, así también en la vida los sucesos anteriores
son rapidísimamente encubiertos por los posteriores.


35. Y a aquel pensamiento que, lleno de grandeza, alcanza la
contemplación de todo tiempo y de toda esencia, ¿crees que le parece gran
cosa la vida humana? Imposible, dijo. Entonces, ¿tampoco considerará
terrible la muerte un hombre tal? En absoluto.


36. «Concierne al rey hacer bien y recibir calumnias».


37. Es vergonzoso que el semblante acate acomodarse y alinearse como
ordena la inteligencia, y que, en cambio, ella sea incapaz de acomodarse y
seguir su línea.


38. «No hay que irritarse con las cosas, pues a ellas nada les importa».


39. «¡Ojalá pudieras dar motivos de regocijo a los dioses inmortales y a
nosotros!».


40. «Segar la vida, a modo de espiga madura, y que uno exista y el otro
no».


41. «Si los dioses me han olvidado a mí y a mis dos hijos, también esto
tiene su razón».


42. «El bien y la justicia están conmigo».


43. No asociarse a sus lamentaciones, ni a sus estremecimientos.


44. «Mas yo le replicaría con esta justa razón: Te equivocas, amigo, si
piensas que un hombre debe calcular el riesgo de vivir o morir, incluso
siendo insignificante su valía, y, en cambio, piensas que no debe examinar,
cuando actúa, si son justas o no sus acciones y propias de un hombre bueno o
malo».


45. «Así es, atenienses, en verdad. Dondequiera que uno se sitúe por
considerar que es lo mejor o en el puesto que sea asignado por el arconte, allí
debe, a mi entender, permanecer y correr riesgo, sin tener en cuenta en
absoluto ni la muerte ni ninguna otra cosa con preferencia a la infamia».


46. «Pero, mi buen amigo, mira si la nobleza y la bondad no serán otra
cosa que salvar a los demás y salvarte a ti mismo. Porque no debe el hombre
que se precie de serlo preocuparse de la duración de la vida, tampoco debe
tener excesivo apego a ella, sino confiar a la divinidad estos cuidados y dar
crédito a las mujeres cuando afirman que nadie podría evitar el destino. La
obligación que le incumbe es examinar de qué modo, durante el tiempo que
vaya a vivir, podrá vivir mejor».


47. Contempla el curso de los astros, como si tú evolucionaras con ellos, y
considera sin cesar las transformaciones mutuas de los elementos. Porque
estas imaginaciones purifican la suciedad de la vida a ras de suelo.


48. Bello el texto de Platón: «Preciso es que quien hace discursos sobre
los hombres examine también lo que acontece en la tierra, como desde una
atalaya: manadas, ejércitos, trabajos agrícolas, matrimonios, divorcios,
nacimientos, muertes, tumulto de tribunales, regiones desiertas, poblaciones
bárbaras diversas, fiestas, trenos, reuniones públicas, toda la mezcla y la
conjunción armoniosa procedente de los contrarios».


49. Con la observación de los sucesos pasados y de tantas
transformaciones que se producen ahora, también el futuro es posible prever.
Porque enteramente igual será su aspecto y no será posible salir del ritmo de
los acontecimientos actuales. En consecuencia, haber investigado la vida
humana durante cuarenta años que durante diez mil da lo mismo. Pues ¿qué
más verás?


50. «Lo que ha nacido de la tierra a la tierra retoma; lo que ha germinado
de una semilla etérea vuelve nuevamente a la bóveda celeste». O también
esto: disolución de los entrelazamientos en los átomos y dispersión semejante
de los elementos impasibles.


51. «Con manjares, bebidas y hechizos, tratando de desviar el curso, para
no morir». «Es forzoso soportar el soplo del viento impulsado por los dioses
entre sufrimientos sin lamentos».


52. Es mejor luchador; pero no más generoso con los ciudadanos, ni más
reservado, ni más disciplinado en los acontecimientos, ni más benévolo con
los menosprecios de los vecinos.


53. Cuando puede cumplirse una tarea de acuerdo con la razón común a
los dioses y a los hombres, nada hay que temer allí. Cuando es posible
obtener un beneficio gracias a una actividad bien encauzada y que progresa
de acuerdo con su constitución, ningún perjuicio debe sospecharse allí.


54. Por doquier y de continuo de ti depende estar piadosamente satisfecho
con la presente coyuntura, comportarte con justicia con los hombres presentes
y poner todo tu arte al servicio de la impresión presente, a fin de que nada se
infiltre en ti de manera imperceptible.


55. No pongas tu mirada en guías interiores ajenos, antes bien, dirige tu
mirada directamente al punto donde te conduce la naturaleza del conjunto
universal por medio de los sucesos que te acontecen, y la tuya propia por las
obligaciones que te exige. Cada uno debe hacer lo que corresponde a su
constitución. Los demás seres han sido constituidos por causa de los seres
racionales y, en toda otra cosa, los seres inferiores por causa de los
superiores, pero los seres racionales lo han sido para ayudarse mutuamente.
En consecuencia, lo que prevalece en la constitución humana es la
sociabilidad. En segundo lugar, la resistencia a las pasiones corporales, pues
es propio del movimiento racional e intelectivo marcarse límites y no ser
derrotado nunca ni por el movimiento sensitivo ni por el instintivo. Pues
ambos son de naturaleza animal, mientras que el movimiento intelectivo
quiere prevalecer y no ser subyugado por aquéllos. En tercer lugar, en la
constitución racional no se da la precipitación ni la posibilidad de engaño.
Así pues, el guía interior, que posee estas virtudes, cumpla su tarea con
rectitud, y posea lo que le pertenece.


56. Como hombre que ha muerto ya y que no ha vivido hasta hoy, debes
pasar el resto de tu vida de acuerdo con la naturaleza.


57. Amar únicamente lo que te acontece y lo que es tramado por el
destino. Pues ¿qué se adapta mejor a ti?


58. En cada suceso, conservar ante los ojos a aquéllos a quienes
acontecían las mismas cosas, y luego se afligían, se extrañaban, censuraban.
Y ahora, ¿dónde están aquéllos? En ninguna parte. ¿Qué, entonces? ¿Quieres
proceder de igual modo? ¿No quieres dejar estas actitudes extrañas a quienes
las provocan y las sufren, y aplicarte enteramente a pensar cómo servirte de
los acontecimientos? Te aprovecharás bien de ellos y tendrás materia. Presta
atención y sea tu único deseo ser bueno en todo lo que hagas. Y ten presentes
estas dos máximas: es indiferente el momento en que la acción...


59. Cava en tu interior. Dentro se halla la fuente del bien, y es una fuente
capaz de brotar continuamente, si no dejas de excavar.


60. Es preciso que el cuerpo quede sólidamente fijo y no se distorsione, ni
en el movimiento ni en el reposo. Porque del mismo modo que la inteligencia
se manifiesta en cierta manera en el rostro, conservándolo siempre armonioso
y agradable a la vista, así también debe exigirse en el cuerpo entero. Pero
todas esas precauciones deben observarse sin afectación.


61. El arte de vivir se asemeja más a la lucha que a la danza en lo que se
refiere a estar firmemente dispuesto a hacer frente a los accidentes incluso
imprevistos.


62. Considera sin interrupción quiénes son esos de los que deseas que
aporten su testimonio, y qué guías interiores tienen; pues, ni censurarás a los
que tropiezan involuntariamente, ni tendrás necesidad de su testimonio, si
diriges tu mirada a las fuentes de sus opiniones y de sus instintos.


63. «Toda alma, afirman, se ve privada contra su voluntad de la verdad».
Igualmente también de la justicia, de la prudencia, de la benevolencia y de
toda virtud semejante. Y es muy necesario tenerlo presente en todo momento,
pues serás más condescendiente con todos.


64. En cualquier caso de pesar acuda a ti esta reflexión: no es indecoroso
ni tampoco deteriorará la inteligencia que me gobierna; pues no la destruye,
ni en tanto que es racional, ni en tanto que es social. En los mayores pesares,
sin embargo, válgate de ayuda la máxima de Epicuro: ni es insoportable el
pesar, ni eterno, si recuerdas sus límites y no imaginas más de la cuenta.
Recuerda también que muchas cosas que son lo mismo que el pesar nos
molestan y no nos damos cuenta, así, por ejemplo, la somnolencia, el calor
exagerado, la inapetencia. Luego, siempre que te disgustes con alguna de esas
cosas, di para contigo: cedes al pesar.


65. Cuida de no experimentar con los hombres inhumanos algo parecido a
lo que éstos experimentan respecto a los hombres.


66. ¿De dónde sabemos si Telauges no tenía mejor disposición que
Sócrates? Pues no basta con el hecho de que Sócrates haya muerto con más
gloria ni que haya dialogado con los sofistas con bastante más habilidad ni
que haya pasado toda la noche sobre el hielo más pacientemente ni que,
habiendo recibido la orden de apresar al Salaminio, haya decidido oponerse
con mayor gallardía ni que se haya ufanado por las calles, extremo sobre el
que no se sabe precisamente ni si es cierto. Mas es preciso examinar lo
siguiente: qué clase de alma tenía Sócrates y si podía conformarse con ser
justo en las relaciones con los hombres y piadoso en sus relaciones con los
dioses, sin indignarse con la maldad, sin tampoco ser esclavo de la ignorancia
de nadie, sin aceptar como cosa extraña nada de lo que le era asignado por el
conjunto universal o resistirla como insoportable, sin tampoco dar ocasión a
su inteligencia a consentir en las pasiones de la carne.


67. La naturaleza no te mezcló con el compuesto de tal modo, que no te
permitiera fijarte unos límites y hacer lo que te incumbe y es tu obligación.
Porque es posible en demasía convertirse en hombre divino y no ser
reconocido por nadie. Ten siempre presente eso y aún más lo que te voy a
decir: en muy poco radica la vida feliz. Y no porque tengas escasa confianza
en llegar a ser un dialéctico o un físico, renuncies en base a eso a ser libre,
modesto, sociable y obediente a Dios.


68. Pasa la vida sin violencias en medio del mayor júbilo, aunque todos
clamen contra ti las maldiciones que quieran, aunque las fieras despedacen
los pobres miembros de esta masa pastosa que te circunda y sustenta. Porque,
¿qué impide que, en medio de todo eso, tu inteligencia se conserve en calma,
tenga un juicio verdadero de lo que acontece en torno tuyo y esté dispuesta a
hacer uso de lo que está a su alcance? De manera que tu juicio pueda decir a
lo que acaezca: «Tú, eres eso en esencia, aunque te muestres distinto en
apariencia». Y tu uso pueda decir a lo que suceda: «Te buscaba. Pues para mí
el presente es siempre materia de virtud racional, social y, en suma, materia
de arte humano o divino». Porque todo lo que acontece se hace familiar a
Dios o al hombre, y ni es nuevo ni es difícil de manejar, sino conocido y fácil
de manejar.


69. La perfección moral consiste en esto: en pasar cada día como si fuera
el último, sin convulsiones, sin entorpecimientos, sin hipocresías.


70. Los dioses, que son inmortales, no se irritan por el hecho de que
durante tan largo período de tiempo deban soportar de un modo u otro
repetidamente a los malvados, que son de tales características y tan
numerosos. Más aún, se preocupan de ellos de muy distintas maneras. ¿Y tú,
que casi estás a punto de terminar, renuncias, y esto siendo tú uno de los
malvados?


71. Es ridículo no intentar evitar tu propia maldad, lo cual es posible, y,
en cambio, intentar evitar la de los demás, lo cual es imposible.


72. Lo que la facultad racional y sociable encuentra desprovisto de
inteligencia y sociabilidad, con mucha razón lo juzga inferior a sí misma.


73. Cuando hayas hecho un favor y otro lo haya recibido, ¿qué tercera
cosa andas todavía buscando, como los necios?


74. Nadie se cansa de recibir favores, y la acción de favorecer está de
acuerdo con la naturaleza. No te canses, pues, de recibir favores al mismo
tiempo que tú los haces.


75. La naturaleza universal emprendió la creación del mundo. Y ahora, o
todo lo que sucede se produce por consecuencia, o es irracional incluso lo
más sobresaliente, objetivo hacia el cual el guía del mundo dirige su impulso
propio. El recuerdo de este pensamiento te hará en muchos aspectos más
sereno.





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