ESPERAS, SABES, TIENES…
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EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA :: Grandes Poetas y Escritores Consagrados :: Talentos de la Poesía
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ESPERAS, SABES, TIENES…
por Luis Prieto Miér Ago 21, 2013 8:28 pm
ESPERAS, SABES, TIENES…
Esperas…
Rompo el muro que me separa de los ojos de la bestia, y la miro, sabiendo que los besos que recogí no me servirán para aplacar el fuego de su mirada, siempre traspasando los míos.
Es ahora el tiempo de ordeñar misterios descifrables, antes de que el calor merme letanías de caricias perdidas. De saber descifrar palabras sin voz y voces sin palabras, pero que duelen como aguijones cargados de veneno y de futuros. De repasar el tiempo que se alejó de una feria en la que los caballitos giraban en círculos concéntricos, y los tiovivos me miraban con rostro de asombros cargados de dulzuras.
Sabes…
Posees las llaves del amor y de la muerte. Apenas te conmueve ya el odio, y el dolor ajeno se ha convertido en un crucigrama en el que existen tantos horizontales y verticales entrecruzados que ni siquiera entiendes ahora las claves para resolverlo.
Conoces el sonido vibrante de casi todos los misterios y has aprendido a interpretar azares cargados de presagios, y presagios que se hacían tormentas de sangre, y sangres que se olvidaban con rapidez entre las risas de las catacumbas diarias sin labios ni gritos.
Tienes…
Aún te quedan los colores y la verdad de las palabras. Todavía atesoras magias escondidas en el desván de los grises, y flores para vestir de amarillo, azul y blanco las soledades del hambre de sorpresas. Tesoros antiguos, ya casi rancios de tanto guardarlos en el cofre de las mariposas sin nombre que se olvidaron de volar en el aire corrupto de las primaveras fugaces.
Y brazos para sopesar mañanas sin luz.
Y alas para navegar sin vientos.
Y sueños incumplidos.
Y nubes.
¿Y?
Luis E. Prieto
Esperas…
Rompo el muro que me separa de los ojos de la bestia, y la miro, sabiendo que los besos que recogí no me servirán para aplacar el fuego de su mirada, siempre traspasando los míos.
Es ahora el tiempo de ordeñar misterios descifrables, antes de que el calor merme letanías de caricias perdidas. De saber descifrar palabras sin voz y voces sin palabras, pero que duelen como aguijones cargados de veneno y de futuros. De repasar el tiempo que se alejó de una feria en la que los caballitos giraban en círculos concéntricos, y los tiovivos me miraban con rostro de asombros cargados de dulzuras.
Sabes…
Posees las llaves del amor y de la muerte. Apenas te conmueve ya el odio, y el dolor ajeno se ha convertido en un crucigrama en el que existen tantos horizontales y verticales entrecruzados que ni siquiera entiendes ahora las claves para resolverlo.
Conoces el sonido vibrante de casi todos los misterios y has aprendido a interpretar azares cargados de presagios, y presagios que se hacían tormentas de sangre, y sangres que se olvidaban con rapidez entre las risas de las catacumbas diarias sin labios ni gritos.
Tienes…
Aún te quedan los colores y la verdad de las palabras. Todavía atesoras magias escondidas en el desván de los grises, y flores para vestir de amarillo, azul y blanco las soledades del hambre de sorpresas. Tesoros antiguos, ya casi rancios de tanto guardarlos en el cofre de las mariposas sin nombre que se olvidaron de volar en el aire corrupto de las primaveras fugaces.
Y brazos para sopesar mañanas sin luz.
Y alas para navegar sin vientos.
Y sueños incumplidos.
Y nubes.
¿Y?
Luis E. Prieto
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