El perro del hortelano
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Re: El perro del hortelano
El perro del hortelano
Personajes
DIANA, condesa de Belflor
TEODORO, su secretario
OTAVIO, su mayordomo
FABIO, su gentilhombre
TRISTÁN, lacayo
ANARDA, dama
MARCELA, dama
DOROTEA, dama
FEDERICO, conde
LUDOVICO, conde
RICARDO, marqués
LEONIDO, criado
ANTONELO, lacayo
FURIO
LIRANO
CELIO, criado
CAMILO
Un PAJE
Re: El perro del hortelano
El perro del hortelano Acto I Lope de Vega
Salen TEODORO y TRISTÁN; vienen huyendo
Teodoro:
Huye, Tristán, por aquí.
Tristán:
Notable desdicha ha sido.
Teodoro:
¿Si nos habrá conocido?
Tristán:
No sé; presumo que sí.
(Vanse. Sale Diana)
Diana:
¡Ah gentilhombre!, esperad.
¡Teneos, oíd! ¿qué digo?
¿Esto se ha de usar conmigo?
Volved, mirad, escuchad.
¡Hola! ¿No hay aquí un crïado?
¡Hola! ¿No hay un hombre aquí?
Pues no es sombra lo que vi,
ni sueño que me ha burlado.
¡Hola! ¿Todos duermen ya?
(Sale Fabio)
Fabio:
¿Llama vuestra señoría?
Teodoro:
Para la cólera mía
gusto esa flema me da.
Corred, necio, enhoramala,
pues merecéis este nombre,
y mirad quién es un hombre
que salió de aquesta sala.
Fabio:
¿De esta sala?
Diana:
Caminad,
y responded con los pies.
Fabio:
Voy tras él.
Diana:
Sabed quién es.
Fabio:
¿Hay tal traición, tal maldad?
(Sale Otavio)
Otavio:
Aunque su voz escuchaba,
a tal hora no creía
que era vuestra señoría
quien tan aprisa llamaba.
Salen TEODORO y TRISTÁN; vienen huyendo
Teodoro:
Huye, Tristán, por aquí.
Tristán:
Notable desdicha ha sido.
Teodoro:
¿Si nos habrá conocido?
Tristán:
No sé; presumo que sí.
(Vanse. Sale Diana)
Diana:
¡Ah gentilhombre!, esperad.
¡Teneos, oíd! ¿qué digo?
¿Esto se ha de usar conmigo?
Volved, mirad, escuchad.
¡Hola! ¿No hay aquí un crïado?
¡Hola! ¿No hay un hombre aquí?
Pues no es sombra lo que vi,
ni sueño que me ha burlado.
¡Hola! ¿Todos duermen ya?
(Sale Fabio)
Fabio:
¿Llama vuestra señoría?
Teodoro:
Para la cólera mía
gusto esa flema me da.
Corred, necio, enhoramala,
pues merecéis este nombre,
y mirad quién es un hombre
que salió de aquesta sala.
Fabio:
¿De esta sala?
Diana:
Caminad,
y responded con los pies.
Fabio:
Voy tras él.
Diana:
Sabed quién es.
Fabio:
¿Hay tal traición, tal maldad?
(Sale Otavio)
Otavio:
Aunque su voz escuchaba,
a tal hora no creía
que era vuestra señoría
quien tan aprisa llamaba.
Re: El perro del hortelano
El perro del hortelano Acto II Lope de Vega
Salen el conde FEDERICO y LEONIDO, criado.
FEDERICO. ¿Aquí la viste?
LEONIDO. Aquí entró
como el alba por un prado,
que a su tapete bordado
la primera luz le dio,
y según la devoción
no pienso que tardarán,
que conozco al capellán
y es más breve que es razón.
FEDERICO. ¡Ay si la pudiese hablar!
LEONIDO. Siendo tú su primo, es cosa
acompañarla forzosa.
FEDERICO. El pretenderme casar
ha hecho ya sospechoso
mi parentesco, Leonido;
que antes de haberla querido
nunca estuve temeroso.
Verás que un hombre visita
una dama libremente
por conocido o pariente
mientras no la solicita,
pero en llegando a querella,
aunque de todos se guarde,
menos entra y más cobarde,
y apenas habla con ella.
Tal me ha sucedido a mí
con mi prima la condesa,
tanto, que de amar me pesa,
pues lo más del bien perdí,
pues me estaba mejor vella
tan libre como solía.
Sale el marqués RICARDO, y CELIO.
CELIO. A pie digo que salía,
y alguna gente con ella.
RICARDO. Por estar la iglesia enfrente,
y por preciarse del talle,
ha querido honrar la calle.
Salen el conde FEDERICO y LEONIDO, criado.
FEDERICO. ¿Aquí la viste?
LEONIDO. Aquí entró
como el alba por un prado,
que a su tapete bordado
la primera luz le dio,
y según la devoción
no pienso que tardarán,
que conozco al capellán
y es más breve que es razón.
FEDERICO. ¡Ay si la pudiese hablar!
LEONIDO. Siendo tú su primo, es cosa
acompañarla forzosa.
FEDERICO. El pretenderme casar
ha hecho ya sospechoso
mi parentesco, Leonido;
que antes de haberla querido
nunca estuve temeroso.
Verás que un hombre visita
una dama libremente
por conocido o pariente
mientras no la solicita,
pero en llegando a querella,
aunque de todos se guarde,
menos entra y más cobarde,
y apenas habla con ella.
Tal me ha sucedido a mí
con mi prima la condesa,
tanto, que de amar me pesa,
pues lo más del bien perdí,
pues me estaba mejor vella
tan libre como solía.
Sale el marqués RICARDO, y CELIO.
CELIO. A pie digo que salía,
y alguna gente con ella.
RICARDO. Por estar la iglesia enfrente,
y por preciarse del talle,
ha querido honrar la calle.
Re: El perro del hortelano
El perro del hortelano Acto III Lope de Vega
Salen FEDERICO y RICARDO.
RICARDO. ¿Esto vistes?
FEDERICO. Esto vi.
RICARDO. ¿Y que le dio bofetones?
FEDERICO. El servir tiene ocasiones,
mas no lo son para mí,
que al poner una mujer
de aquellas prendas la mano
al rostro de un hombre, es llano
que otra ocasión puede haber.
Y bien veis que lo acredita
el andar tan mejorado.
RICARDO. Ella es mujer y él criado.
FEDERICO. Su perdición solicita.
La fábula que pintó
el filósofo moral
de las dos ollas, ¡qué igual
hoy a los dos la vistió!
Era de barro la una,
la otra de cobre o hierro,
que un río a los pies de un cerro
llevó con varia fortuna.
Desvióse la de barro
de la de cobre, temiendo
que la quebrase, y yo entiendo
pensamiento tan bizarro
del hombre y de la mujer,
hierro y barro, y no me espanto,
pues acercándose tanto,
por fuerza se han de romper.
RICARDO. La altivez y bizarría
de Diana me admiró,
y bien puede ser que yo
viese y no viese aquel día,
mas ver caballos y pajes
en Teodoro, y tantas galas,
¿qué son sino nuevas alas?
Pues criados, oro y trajes
no los tuviera Teodoro
sin ocasión tan notable.
Salen FEDERICO y RICARDO.
RICARDO. ¿Esto vistes?
FEDERICO. Esto vi.
RICARDO. ¿Y que le dio bofetones?
FEDERICO. El servir tiene ocasiones,
mas no lo son para mí,
que al poner una mujer
de aquellas prendas la mano
al rostro de un hombre, es llano
que otra ocasión puede haber.
Y bien veis que lo acredita
el andar tan mejorado.
RICARDO. Ella es mujer y él criado.
FEDERICO. Su perdición solicita.
La fábula que pintó
el filósofo moral
de las dos ollas, ¡qué igual
hoy a los dos la vistió!
Era de barro la una,
la otra de cobre o hierro,
que un río a los pies de un cerro
llevó con varia fortuna.
Desvióse la de barro
de la de cobre, temiendo
que la quebrase, y yo entiendo
pensamiento tan bizarro
del hombre y de la mujer,
hierro y barro, y no me espanto,
pues acercándose tanto,
por fuerza se han de romper.
RICARDO. La altivez y bizarría
de Diana me admiró,
y bien puede ser que yo
viese y no viese aquel día,
mas ver caballos y pajes
en Teodoro, y tantas galas,
¿qué son sino nuevas alas?
Pues criados, oro y trajes
no los tuviera Teodoro
sin ocasión tan notable.
Roana Varela- Moderadora
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