Una Noche Espantosa
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Una Noche Espantosa
Una Noche Espantosa
Aún no he podido conciliar el sueño desde aquella tarde en que nos reunimos para pasar la noche entre amigos al pie de una fogata cerca de la playa. Nos encontrábamos allí, cerca de 10 parejas, además de dos chicos y tres chicas que habían ido solos, pero hacían muy buena liga entre ellos. Cantábamos, bebíamos y comíamos algunos bocadillos que habíamos llevado. El lugar era bastante solitario y apartado, pero la luz de la fogata al menos permitía vernos las caras. A lo lejos se escuchaba de forma esporádica el aullido de un perro que ponía cierta nota de misterio a la noche, incluso eso sirvió para que alguno del grupo hiciese su cuento relacionado con ese tema, las chicas se asustaron bastante y al menos yo con uno hecho por Gabi, se me pusieron los pelos de punta, tan es así que en ese preciso momento Xavier me tocó por la espalda y no pude contener un grito de susto que se me escapó. Todos se rieron de mí y los convencí pasar a otro tipo de cuentos y canciones para relajar tensiones.
Continuamos bebiendo, cantando y haciendo cuentos, el alcohol comenzaba a hacer sus estragos y algunos daban tropiezos y caían a la arena rodando por ella. Dos de las chicas que estaban solas se habían separado del grupo buscando algún lugar apropiado, fuera de la vista de todos donde poder orinar, al principio nadie notó su ausencia, solamente las vimos cuando se levantaron y salieron hacia detrás de una roca que nos quedaba como a 30 metros de distancia. La demora de las chicas comenzó a preocuparnos, porque a esa hora resultaba imposible de que se hubiesen ido, pues la carretera quedaba bastante lejos, dimos instrucciones a uno de los chicos que estaba solo fuese a buscarlas, tal vez la bebida les había hecho daño. El chico salió muy dispuesto en la misma dirección que antes habían tomado ellas. Pasó un buen rato y el chico tampoco regresaba, las mentes prodigiosas comenzaron a especular y decir que tal vez se las estaría follando. Esperamos otro tiempo prudencial y enviamos al otro chico, en definitiva, eran los únicos que no tenían pareja.
Las jaranas comenzaron y le decíamos mientras se alejaba que no se fuese a quedar él también follando con las chicas. A los pocos minutos el chico regresó a toda carrera y con su camisa llena de sangre, los ojos querían salirse de sus pupilas, venía sin aliento y sin poder pronunciar palabra alguna, cayó de rodillas frente a nosotros y sólo atinaba señalar hacia la piedra con palabras entrecortadas que no lograba entenderse lo que decía.
De inmediato todos los hombres salimos corriendo en aquella dirección, tomamos un pedazo de madera encendido que nos sirviera de antorcha y cuando llegamos al lugar pudimos ver un espectáculo espeluznante. El chico se encontraba sobre las dos chicas, totalmente desnudas y con señas visibles de que habían sido degolladas, el chico había corrido la misma suerte. Lo extraño era que no habíamos sentido ruido alguno ni en el lugar se apreciaban huellas de lucha con otras personas, sólo estaban las huellas de ellos tres. Poseídos por el pánico comenzamos a retirarnos muy despacio caminando hacia atrás sin dar la espalda a aquella escena. Cuando estuvimos a una distancia prudencial nos volvimos y corrimos hacia la fogata, en la carrera tire la antorcha pues me estorbaba para correr.
Todo estaba oscuro, la fogata se había apagado y no veíamos nada, sólo los restos de algún que otro madero que conservaba vestigios de fuego, pero en franca extinción. Había silencio, nadie hablaba, comenzamos a llamar a nuestras parejas y nadie respondía, la situación se tornaba cada vez más trágica y espeluznante, el miedo nos invadió a todos, gritábamos como locos, las luces de los faros de uno de los coches se encendieron y pudimos observar como yacían allí también todas nuestras parejas bañadas en sangre, sólo atiné correr en dirección a la playa y lanzarme al agua, nadé lo más que pude tratando de adentrarme en las profundidades. Se apagaron las luces del coche y todo continuó en calma, no se veía nada, ni siquiera alguna sombra moviéndose por la arena.
Trabajo me costó mantenerme a flote durante tanto tiempo, pero logré alcanzar los claros del amanecer, exhausto y soñoliento nadé nuevamente hacia la orilla. Cuando me aproximé no había nadie, los cadáveres habían desaparecido y el lugar donde estaba la fogata había sido limpiado no quedando huella alguna. Salí del agua y me acerqué al lugar, todo había sido muy cuidadosamente limpiado, no quedaba ni la más remota huella de sangre por lugar alguno. ¿Estaría yo acaso soñando?... ¿la bebida me habría hecho tan mal efecto?...
Cuidadosamente me acerqué a la piedra para comprobar si aún permanecían allí los otros tres cadáveres, para mayor sorpresa tampoco estaban y el lugar también había sido limpiado con sumo cuidado, sin dejar una sola huella. Miré hacia los coches y aún permanecían allí, donde mismo los habíamos parqueado, sigiloso me acerqué al primero y estaba vacío, pasé por todos y no encontré señales de nada ni de nadie. Todo aquello estaba bastante misterioso y el miedo volvía apoderarse de mi, los temblores y escalofríos recorrían todo mi cuerpo, como pude, sin tocar nada salí corriendo alejándome de aquel lugar con el objetivo de avisar a la policía, como a los 500 metros llegué a la carretera y le hacía señas a todos los coches que pasaban, pero ninguno se detenía.
Ya desesperanzado y sin atinar siquiera e pensar que mi coche estaba allí y podía volver y salir el él, comencé a caminar por la carretera. No había andado una milla cuando me sale al paso una mujer gritando que había unos cadáveres en la playa. Los temblores comenzaron a arreciar, mi sudor no se si era provocado por el calor del sol o los escalofríos que yo sentía. Sujetándose muy fuerte del brazo me conminaba a acompañarla hasta el lugar donde se hallaban los cadáveres, estaba seguro de que se trataba de mis amigos, el lugar aún estaba relativamente cerca y durante todo el tiempo que estuve en el agua bien pudieron trasladarlos hasta allí.
Cuando llegamos un buen número de bañistas los rodeaba, por entre sus piernas a duras penas pude distinguir tres cuerpos, pero ¿Dónde estaban los demás?... apartando a empujones a los mirones llegué hasta ellos, pero ninguno de los tres eran de nuestro grupo, eran un chico y dos chicas que jamás había visto, les miré hacia el cuello y también habían sido degollados. Aquello me dio las fuerzas suficientes como para emprender una veloz carrera por toda la playa para alejarme de aquel lugar. Han pasado ya tres años de aquel suceso, nunca más he vuelto a la playa aquella ni tampoco se supo que suerte corrieron mis amigos, la policía después de informada comenzó sus investigaciones, pero hasta el momento no ha podido resolver el caso.
Autor: Plastilina
Aún no he podido conciliar el sueño desde aquella tarde en que nos reunimos para pasar la noche entre amigos al pie de una fogata cerca de la playa. Nos encontrábamos allí, cerca de 10 parejas, además de dos chicos y tres chicas que habían ido solos, pero hacían muy buena liga entre ellos. Cantábamos, bebíamos y comíamos algunos bocadillos que habíamos llevado. El lugar era bastante solitario y apartado, pero la luz de la fogata al menos permitía vernos las caras. A lo lejos se escuchaba de forma esporádica el aullido de un perro que ponía cierta nota de misterio a la noche, incluso eso sirvió para que alguno del grupo hiciese su cuento relacionado con ese tema, las chicas se asustaron bastante y al menos yo con uno hecho por Gabi, se me pusieron los pelos de punta, tan es así que en ese preciso momento Xavier me tocó por la espalda y no pude contener un grito de susto que se me escapó. Todos se rieron de mí y los convencí pasar a otro tipo de cuentos y canciones para relajar tensiones.
Continuamos bebiendo, cantando y haciendo cuentos, el alcohol comenzaba a hacer sus estragos y algunos daban tropiezos y caían a la arena rodando por ella. Dos de las chicas que estaban solas se habían separado del grupo buscando algún lugar apropiado, fuera de la vista de todos donde poder orinar, al principio nadie notó su ausencia, solamente las vimos cuando se levantaron y salieron hacia detrás de una roca que nos quedaba como a 30 metros de distancia. La demora de las chicas comenzó a preocuparnos, porque a esa hora resultaba imposible de que se hubiesen ido, pues la carretera quedaba bastante lejos, dimos instrucciones a uno de los chicos que estaba solo fuese a buscarlas, tal vez la bebida les había hecho daño. El chico salió muy dispuesto en la misma dirección que antes habían tomado ellas. Pasó un buen rato y el chico tampoco regresaba, las mentes prodigiosas comenzaron a especular y decir que tal vez se las estaría follando. Esperamos otro tiempo prudencial y enviamos al otro chico, en definitiva, eran los únicos que no tenían pareja.
Las jaranas comenzaron y le decíamos mientras se alejaba que no se fuese a quedar él también follando con las chicas. A los pocos minutos el chico regresó a toda carrera y con su camisa llena de sangre, los ojos querían salirse de sus pupilas, venía sin aliento y sin poder pronunciar palabra alguna, cayó de rodillas frente a nosotros y sólo atinaba señalar hacia la piedra con palabras entrecortadas que no lograba entenderse lo que decía.
De inmediato todos los hombres salimos corriendo en aquella dirección, tomamos un pedazo de madera encendido que nos sirviera de antorcha y cuando llegamos al lugar pudimos ver un espectáculo espeluznante. El chico se encontraba sobre las dos chicas, totalmente desnudas y con señas visibles de que habían sido degolladas, el chico había corrido la misma suerte. Lo extraño era que no habíamos sentido ruido alguno ni en el lugar se apreciaban huellas de lucha con otras personas, sólo estaban las huellas de ellos tres. Poseídos por el pánico comenzamos a retirarnos muy despacio caminando hacia atrás sin dar la espalda a aquella escena. Cuando estuvimos a una distancia prudencial nos volvimos y corrimos hacia la fogata, en la carrera tire la antorcha pues me estorbaba para correr.
Todo estaba oscuro, la fogata se había apagado y no veíamos nada, sólo los restos de algún que otro madero que conservaba vestigios de fuego, pero en franca extinción. Había silencio, nadie hablaba, comenzamos a llamar a nuestras parejas y nadie respondía, la situación se tornaba cada vez más trágica y espeluznante, el miedo nos invadió a todos, gritábamos como locos, las luces de los faros de uno de los coches se encendieron y pudimos observar como yacían allí también todas nuestras parejas bañadas en sangre, sólo atiné correr en dirección a la playa y lanzarme al agua, nadé lo más que pude tratando de adentrarme en las profundidades. Se apagaron las luces del coche y todo continuó en calma, no se veía nada, ni siquiera alguna sombra moviéndose por la arena.
Trabajo me costó mantenerme a flote durante tanto tiempo, pero logré alcanzar los claros del amanecer, exhausto y soñoliento nadé nuevamente hacia la orilla. Cuando me aproximé no había nadie, los cadáveres habían desaparecido y el lugar donde estaba la fogata había sido limpiado no quedando huella alguna. Salí del agua y me acerqué al lugar, todo había sido muy cuidadosamente limpiado, no quedaba ni la más remota huella de sangre por lugar alguno. ¿Estaría yo acaso soñando?... ¿la bebida me habría hecho tan mal efecto?...
Cuidadosamente me acerqué a la piedra para comprobar si aún permanecían allí los otros tres cadáveres, para mayor sorpresa tampoco estaban y el lugar también había sido limpiado con sumo cuidado, sin dejar una sola huella. Miré hacia los coches y aún permanecían allí, donde mismo los habíamos parqueado, sigiloso me acerqué al primero y estaba vacío, pasé por todos y no encontré señales de nada ni de nadie. Todo aquello estaba bastante misterioso y el miedo volvía apoderarse de mi, los temblores y escalofríos recorrían todo mi cuerpo, como pude, sin tocar nada salí corriendo alejándome de aquel lugar con el objetivo de avisar a la policía, como a los 500 metros llegué a la carretera y le hacía señas a todos los coches que pasaban, pero ninguno se detenía.
Ya desesperanzado y sin atinar siquiera e pensar que mi coche estaba allí y podía volver y salir el él, comencé a caminar por la carretera. No había andado una milla cuando me sale al paso una mujer gritando que había unos cadáveres en la playa. Los temblores comenzaron a arreciar, mi sudor no se si era provocado por el calor del sol o los escalofríos que yo sentía. Sujetándose muy fuerte del brazo me conminaba a acompañarla hasta el lugar donde se hallaban los cadáveres, estaba seguro de que se trataba de mis amigos, el lugar aún estaba relativamente cerca y durante todo el tiempo que estuve en el agua bien pudieron trasladarlos hasta allí.
Cuando llegamos un buen número de bañistas los rodeaba, por entre sus piernas a duras penas pude distinguir tres cuerpos, pero ¿Dónde estaban los demás?... apartando a empujones a los mirones llegué hasta ellos, pero ninguno de los tres eran de nuestro grupo, eran un chico y dos chicas que jamás había visto, les miré hacia el cuello y también habían sido degollados. Aquello me dio las fuerzas suficientes como para emprender una veloz carrera por toda la playa para alejarme de aquel lugar. Han pasado ya tres años de aquel suceso, nunca más he vuelto a la playa aquella ni tampoco se supo que suerte corrieron mis amigos, la policía después de informada comenzó sus investigaciones, pero hasta el momento no ha podido resolver el caso.
Autor: Plastilina
Armando Lopez- Moderador General
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Puntos : 60662
Fecha de inscripción : 07/01/2012
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