Leucemia
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Leucemia
Leucemia
“Y es que del árbol caído
todo el mundo hace leña”
La leucemia, sangre blanca
con petequias de morado;
demorada está la muerte
que no llega ni se advierte.
Con la piel como la nieve,
con los ojos como metras
fui estatua en movimiento
solo cuando necesario.
-Si marico alguien te dice,
bien marico te me quedas;
si pendejo alguien te llama,
tú me pasas por pendejo,
si te pegan; no devuelvas
ese golpe que te dieron;
sal corriendo, sal corriendo,
no te enfrasques en peleas;
basta un golpe mal parado
y su hemorragia engendrará;
tienes tan pocas plaquetas
¡que no debes ni jugar!-
Y la misma cantaleta
cada sábado sonaba
parecía disco rayado
la Doctora que abogaba…
pero es cruel el que adolece
ante el más debilitado.
¿Cómo evito una pelea
entre el golpe y la pared?
¿Cómo corro si rodean
diez malandros mi desdén?
¡Cómo huyo, cómo escapo
si el salón completo asalta
mi invencible ingenuidad!
Sin peleas soy marico,
sin defensas soy pendejo,
nadie apuesta una moneda
por mi hombría de enfermito.
Porque nadie sabe nada
de esta infiel enfermedad;
es secreto y es vergüenza,
es castigo y es maldad.
Soy estorbo, soy molestia,
soy vergüenza a mi abolengo
porque tengo lo que tengo
con mi poca y corta edad.
¿Cómo sé? Es que espío
es que escucho tras las puertas
los susurros de mamá
los delirios de papá
la sentencia de doctores
y la cruenta realidad,
si me callo es porque temo
el correazo que vendrá…
Los mareos continúan,
tengo sueño a cada rato,
y las fuerzas nunca acuden
a mis músculos dormidos.
Cuando corro cuatro pasos
yo jadeo como los perros,
y si atajo algún correazo
-moretón que no se quita-
brota presto de mis piernas
todo un gran berenjenal.
Mis plaquetas por los suelos,
de los rojos un millón,
y los blancos son ya tantos
que se comen al montón,
tan hambrientos insaciables
que se comen el montón…
Y si tengo hemoglobina
casi en cero casi siempre
¿cómo puedo oxigenar
este cuerpo y esta mente?
¿Qué soy torpe? ¡no me digas!
¿distraído? ¡qué más da!
No defiendo mis derechos
porque el miedo es más audaz
que el afán de protegerme,
y la muerte me susurra
(día y noche a cada rato)
me susurra en el oído
–ya te tengo en la mira,
ya eres mío lo verás-
Basta un golpe, uno solo
y este cuento se acabó…
Epílogo:
El milagro aconteció,
Dios es bueno, Dios me ama
y la leucemia me curó
catorce años ya contaba
cuando el mal me abandonó…
Y ¿el infierno se acabó?
No mi hermano, para nada;
ese sí que continuó,
de otras formas, de otras tramas
pero ¿ves? perseveró…
Autor: Felipe Antonio Santorelli
Alias: tonisan
Caracas (Venezuela)
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