EL CÓNDOR DEL ALBA
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EL CÓNDOR DEL ALBA
EL CÓNDOR DEL ALBA
Está en el tobogán donde los recuerdos se hacen figuras de sal y agua, cerca del dolor de sentir cicatrices cercanas perforando el miedo, a un paso del derrumbe, confabulando angustias que le llenan de un pánico antiguo, y tan atávico como las voces que murmuran lejanías.
Se ha quedado sin voz.
Quiso cantar a los ponientes de la ira.
Rememorar los idus de los años del júbilo fértil.
Contribuir con sus ojos a las caléndulas del jardín oculto.
Pero se ha quedado sin palabras.
Sin contrafuegos de risas que catapultaran el pánico.
Vacío de luz y sombras.
Vino de la tierra de las profecías y las mañanas resplandecientes, desde donde los lirios de agua se convierten en tucanes de pico amarillo, del otro lado del temor y el odio, fresca de luces acunadas en el regazo de la lujuria y el gozo, del centro mismo del misterio.
Y repartió el canto.
Derramó madrugadas con auroras recientes.
Estuvo en el levante donde se ocultaban los murciélagos.
Luminarias de sorpresas y magias para el renacer de la vida.
Canción de albas nuevas.
Paraíso donde el mar se torna rubio y rosas las olas.
Llenando el corazón perdido.
(Un cóndor, de plumas rojas acariciadas por las nubes, ha querido levantar el vuelo hacia el horizonte difuso, donde, aún, siguen azulando promesas los corsarios sin galeones ni tesoros ocultos.
Y yo lo he visto...)
Luis E. Prieto
Está en el tobogán donde los recuerdos se hacen figuras de sal y agua, cerca del dolor de sentir cicatrices cercanas perforando el miedo, a un paso del derrumbe, confabulando angustias que le llenan de un pánico antiguo, y tan atávico como las voces que murmuran lejanías.
Se ha quedado sin voz.
Quiso cantar a los ponientes de la ira.
Rememorar los idus de los años del júbilo fértil.
Contribuir con sus ojos a las caléndulas del jardín oculto.
Pero se ha quedado sin palabras.
Sin contrafuegos de risas que catapultaran el pánico.
Vacío de luz y sombras.
Vino de la tierra de las profecías y las mañanas resplandecientes, desde donde los lirios de agua se convierten en tucanes de pico amarillo, del otro lado del temor y el odio, fresca de luces acunadas en el regazo de la lujuria y el gozo, del centro mismo del misterio.
Y repartió el canto.
Derramó madrugadas con auroras recientes.
Estuvo en el levante donde se ocultaban los murciélagos.
Luminarias de sorpresas y magias para el renacer de la vida.
Canción de albas nuevas.
Paraíso donde el mar se torna rubio y rosas las olas.
Llenando el corazón perdido.
(Un cóndor, de plumas rojas acariciadas por las nubes, ha querido levantar el vuelo hacia el horizonte difuso, donde, aún, siguen azulando promesas los corsarios sin galeones ni tesoros ocultos.
Y yo lo he visto...)
Luis E. Prieto
Luis Prieto- Cantidad de envíos : 79
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sabra- Admin
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