Corazón pulido
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Corazón pulido
Corazón pulido
—¡Lárgate de aquí!
—Lo veo sumamente injusto
—¿Injusto? Eres tú quien quiere salirse como si nada
—Debo hacerlo, y lo sabes…
Dicho esto, me quedé observando el suelo completamente pulido, reluciente, negro, como mi corazón, los sentimientos resbalan como hace un pie en aquélla superficie, cobardemente me atreví a mirarla a los ojos, estaban desviados, esperando a que yo saliera del lugar o me quedara con ella, la abrazara e hiciéramos el amor toda la noche… Las persianas todavía estaban descorridas, la cama aún tendida, el vino cerrado y las copas vacías, como nuestras ganas de hacerlo, frías y sin algo que lo llenase. No sabía lo que en realidad pasaba en mi interior, jamás me había enamorado y estaba casi seguro de que no era la excepción, pero ¿Casi? ¡No lo sé! Además yo mismo me exigía no entablar una relación más allá que la superficial de negocios
—Tú firmaste un contrato y en él…
—¡Al demonio con el contrato!—me dijo, casi enloquecida
Faltaba poco para que su cabello se erizara y apuntase hacia ninguna dirección concreta, estaba a punto de estallar, sus ojos se llenarían de lágrimas rojizas, por su semblante desbordaría toda aquella agua ardiente, recorrería su cuello y justo en su pecho parecería desvanecerse, pero en realidad la absorbería el corazón, ¿Cuándo construimos el puente que nos condujo a esto? Todo iba perfecto, me contrató como compañía formal, en la micro empresa que yo mismo fundé, fuimos a la fiesta, entramos con su brazo izquierdo enganchado en mi derecho, nos presentamos como novios, disfrutamos un poco, luego salimos al jardín y charlamos, platicamos como nunca había hecho, realmente me explayé como conmigo mismo… Pasé saliva, no había más qué hacer ahí, remangué mi suéter café de tela suave, envuelto en el silencio que inundaba la habitación, el mismo que ahora ahogaba los diálogos bien entablados horas atrás; tomé mi saco que fallecía sobre la cama y su respiración aceleró, ella quería romper en llanto, ya sentía sus ansías de ser tragada por la tierra… en un andar lento, me acerqué a ella, la besé en la mejilla, a nada de distancia de los labios… “Perdóname” susurré, fue la gota que hacía falta para desbordar el vaso, el agua no sólo acariciando el cuerpo, sino que explotó, estalló, cayó con brusquedad en sus rodillas y en cuclillas comenzó a llorar como jamás había podido siquiera imaginar, una mujer que parecía fuerte, firme y convencida, ahora está muriendo lento y todo gracias a mí, a mi corazón pulido, brilloso y tentador, pero engañoso y mortal…
—¡Por favor!—las suplicas comenzaron entre tonos débiles y quebradizos— ¡No lo hagas! ¡Quédate y ámame!
“Yo que más quisiera, pero no te amo, las emociones resbalan en mi corazón y caen a mi estómago” pensé mientras observaba estupefacto mi lágrima caer sobre el convulso y arrogante cuerpo de ella, me di media vuelta, quería sentir su mano aprehenderse a mi pantalón, que me dijera nuevamente cuánto me amaba, que lo susurrara a mi oído, que lo tatuara a besos sobre mi cuello, que pasara sus dedos frágiles sobre mi abdomen, acariciándome en un sinfín de mimos… Salí de la habitación, y me recargué sobre la puerta, me estremecí al escuchar sus arcadas que escapaban por debajo de la puerta, la imaginé, no será grato el último recuerdo que tengo de ella, derrumbada, nadando en lágrimas y mocos, gritos agónicos que espetaban un querer imposible, alaridos de amor y las manos resbalosas por haber acariciado un corazón pulido… Las ganas de regresar a la habitación se me adjudicaron casi de inmediato, pero no podía hacerlo...
OsMoVa
—¡Lárgate de aquí!
—Lo veo sumamente injusto
—¿Injusto? Eres tú quien quiere salirse como si nada
—Debo hacerlo, y lo sabes…
Dicho esto, me quedé observando el suelo completamente pulido, reluciente, negro, como mi corazón, los sentimientos resbalan como hace un pie en aquélla superficie, cobardemente me atreví a mirarla a los ojos, estaban desviados, esperando a que yo saliera del lugar o me quedara con ella, la abrazara e hiciéramos el amor toda la noche… Las persianas todavía estaban descorridas, la cama aún tendida, el vino cerrado y las copas vacías, como nuestras ganas de hacerlo, frías y sin algo que lo llenase. No sabía lo que en realidad pasaba en mi interior, jamás me había enamorado y estaba casi seguro de que no era la excepción, pero ¿Casi? ¡No lo sé! Además yo mismo me exigía no entablar una relación más allá que la superficial de negocios
—Tú firmaste un contrato y en él…
—¡Al demonio con el contrato!—me dijo, casi enloquecida
Faltaba poco para que su cabello se erizara y apuntase hacia ninguna dirección concreta, estaba a punto de estallar, sus ojos se llenarían de lágrimas rojizas, por su semblante desbordaría toda aquella agua ardiente, recorrería su cuello y justo en su pecho parecería desvanecerse, pero en realidad la absorbería el corazón, ¿Cuándo construimos el puente que nos condujo a esto? Todo iba perfecto, me contrató como compañía formal, en la micro empresa que yo mismo fundé, fuimos a la fiesta, entramos con su brazo izquierdo enganchado en mi derecho, nos presentamos como novios, disfrutamos un poco, luego salimos al jardín y charlamos, platicamos como nunca había hecho, realmente me explayé como conmigo mismo… Pasé saliva, no había más qué hacer ahí, remangué mi suéter café de tela suave, envuelto en el silencio que inundaba la habitación, el mismo que ahora ahogaba los diálogos bien entablados horas atrás; tomé mi saco que fallecía sobre la cama y su respiración aceleró, ella quería romper en llanto, ya sentía sus ansías de ser tragada por la tierra… en un andar lento, me acerqué a ella, la besé en la mejilla, a nada de distancia de los labios… “Perdóname” susurré, fue la gota que hacía falta para desbordar el vaso, el agua no sólo acariciando el cuerpo, sino que explotó, estalló, cayó con brusquedad en sus rodillas y en cuclillas comenzó a llorar como jamás había podido siquiera imaginar, una mujer que parecía fuerte, firme y convencida, ahora está muriendo lento y todo gracias a mí, a mi corazón pulido, brilloso y tentador, pero engañoso y mortal…
—¡Por favor!—las suplicas comenzaron entre tonos débiles y quebradizos— ¡No lo hagas! ¡Quédate y ámame!
“Yo que más quisiera, pero no te amo, las emociones resbalan en mi corazón y caen a mi estómago” pensé mientras observaba estupefacto mi lágrima caer sobre el convulso y arrogante cuerpo de ella, me di media vuelta, quería sentir su mano aprehenderse a mi pantalón, que me dijera nuevamente cuánto me amaba, que lo susurrara a mi oído, que lo tatuara a besos sobre mi cuello, que pasara sus dedos frágiles sobre mi abdomen, acariciándome en un sinfín de mimos… Salí de la habitación, y me recargué sobre la puerta, me estremecí al escuchar sus arcadas que escapaban por debajo de la puerta, la imaginé, no será grato el último recuerdo que tengo de ella, derrumbada, nadando en lágrimas y mocos, gritos agónicos que espetaban un querer imposible, alaridos de amor y las manos resbalosas por haber acariciado un corazón pulido… Las ganas de regresar a la habitación se me adjudicaron casi de inmediato, pero no podía hacerlo...
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Roana Varela- Moderadora
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Fecha de inscripción : 25/10/2012
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