¡PARA LA PERSONA MÁS IMPORTANTE!

¡Como puedo expresar, tanta Felicidad que me das, oh señor Jesús! Como poder explicar al mundo la Hermosura de vivir tu Presencia. Esa Maravillosa, Sublime, Majestuosa, Pura e Inigualable Presencia, que transforma mi vida, y hace de ella un muy cómodo lugar. Lo mejor de todo, es que tú me encontraste a mí, mucho antes de que yo a ti, y me perseguiste con tu amor infinito, y con tu Gracia me alcanzaste, trayéndome ante ti. Me sacaste de ese incómodo lugar, que era mi vida sin ti; llenaste con ternura hasta el vacío que no sabía que tenía; me transformaste, me restauraste, y me rescataste del dolor, sanando mis heridas con tu inexplicable amor. ¡Eres el Héroe de mi sonrisa, mi Salvador y Redentor! La razón de mi corazón, mi más viva y fuerte Esperanza de Amor. Es algo que para cualquiera que no lo haya vivido aún, es difícil de entender, por no decir qué imposible.

Como poder agradecerte todo lo que has hecho en mí, lo que haces, y lo que harás, incomparable Señor. Eres como una fuente de manantial que no cesa de derramarse dentro de mí, y me inunda de paz, gozo, felicidad, alegría y plena libertad. ¡Porque estar en ti es hacerse realmente libre! De cualquier estúpida mentira que el mundo me haga creer de lo que soy, o de lo que debo ser. ¡En ti soy la persona que soy, y solo tú sabes transformarme con tus manos de alfarero, porque quién más que tú, que me creaste, conoces, desde lo más profundo de mi corazón hasta el número exacto de mis cabellos! Tú ves al hombre como lo que realmente es, con sus virtudes y debilidades, y aun así le amas sin medida, y con gran misericordia, lo cambias según tu Voluntad. Por eso, a ti no tengo nada que ocultar; antes de que hable, ya conoces mi pensar; antes de que corra a ti desesperadamente, ya sabes que te necesito, y nunca te has hecho esperar. Mi confianza he puesto en ti, y tus promesas una a una, fiel cumples en mí. Te me has vuelto más importante que respirar, y es que respirar sin ti, no lo podría soportar.

Tú me perdonas sin reproche, me haces fuerte, me sanas, me liberas de temores y angustias, me das la paz que necesito, me sustentas cuando me debilito, y me apoyas cuando más te necesito. Estás ahí, siempre estás ahí, y aunque no te pueda ver, te puedo sentir; me das mucho más de las cosas que en este mundo puedo ver y tocar. No necesito de nada ni de nadie, ni tampoco de estar en un preciso lugar para acercarme a tu Presencia, solo basta con clamar a ti, con todo mi corazón. Tu amor me ha conquistado eternamente, a ti te doy mi adoración, a ti rindo mi vida, y todo lo que soy, te reconozco hoy y siempre como mi único y suficiente Salvador. Perfecto y Precioso Dios que me amas, aun en mi imperfección, yo quiero regalarte lo mejor de mi inspiración. ¡Me has enseñado que el Amor, es Un Día a la Vez! Y no  importa si ayer te fallé, si hoy puedo pedirte perdón,  tú no me vas a rechazar, no me dejarás de Amar. ¡Por eso es mi alegría decirte cada día, sin temor a ser cursi, que TE AMO!!! ¡Que Eres el Amor de mi Vida!!! ¡La Persona más Importante!!!... que estoy Extremadamente Enamorada de ti!!! Y que sin ti, yo no tendría ni querría por qué existir… Tu Gloria me sustenta, tu Palabra me alimenta. Eres la corriente de mi vida, la luz de todos mis días. Jamás podría callar, lo que me has hecho testificar; jamás  podría negar, que tú y solo Tú, Eres tú mi Dios, mi Único Rey, eres mi Mayor Realidad.


Doctora Corazón
Hilda González