AEDOS Y RAPSODAS
EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA :: Clásicos de la Mitología-Poesía Mitológica :: El Mundo de la Odisea-Análisis
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AEDOS Y RAPSODAS
El mundo de la Odisea
Traducción: Dolores Gil
AEDOS Y RAPSODAS
Los aedos conocían las historias populares y los mitos que se contaban desde tiempos inmemoriales. Se cree que la recitación tenía lugar en los festivales y en las cortes, como modo de entretenimiento del pueblo. Sin embargo, no es mucho lo que conocemos acerca del modo de composición de la épica, y debemos contentarnos con especulaciones acerca del modo en que habrían circulado originariamente estos textos. Debemos recordar que la naturaleza de la épica es fundamentalmente oral; es decir, que el material estaba en la mente de los aedos, no en los libros, que eran objetos desconocidos en la época arcaica.
Los aedos profesionales se presentaban frente a un público y cantaban las historias famosas que la audiencia ya conocía pero que, no obstante, se deleitaba en escuchar una y otra vez. Lo que interesaba no era la novedad de lo que se cantaba, sino la originalidad y el modo particular en que cada aedo componía su versión sobre la base de un repertorio amplísimo de historias tradicionales. Algunos estudiosos sostienen que resultaría prácticamente imposible que un solo aedo haya compuesto por su propia cuenta poemas de tanta perfección formal como la que se pone de manifiesto en la Ilíada y en la Odisea. Una de las hipótesis que se manejan para explicar la composición de estos poemas es que, luego del auge de los aedos —que tuvo lugar entre los siglos x y VIII a. C.— y con la aparición de la escritura —hacia el 750 a. C.—, una nueva generación de recitadores, los rapsodas, hicieron el trabajo de edición. Estos rapsodas, que sabían leer y escribir, se dedicaban no ya a componer —puesto que el empleo del medio escrito condujo a que perdieran sus habilidades mnemotécnicas—, sino a unir los cantos que ya conocían, como si cosieran los distintos fragmentos que les llegaban (de hecho, la palabra rapsoda proviene del verbo ráptein, que en griego significa “coser”, y el sustantivo od“canto”). Quizás uno de estos rapsodas haya sido Homero, un hombre que —con una visión de conjunto y una sensibilidad especiales— supo tomar las historias tradicionales que más gustaban para crear obras de vasta complejidad. Incluso, hay quienes suponen que bajo el nombre “Homero” podría esconderse un grupo de rapsodas que llevaron a cabo la espectacular tarea. Sea uno o sean varios los autores, lo cierto es que estas obras perduraron lo suficiente como para ser copiadas en forma manuscrita una y otra vez, hasta llegar hasta nosotros. Uno de los mitos preferidos por los aedos y los rapsodas fue, desde siempre, el relato de la guerra de Troya, una ciudad ubicada en el Asia Menor, en el territorio que actualmente ocupa Turquía. Esa leyenda cuenta cómo una confederación de pueblos griegos asedió la ciudad fortificada de Troya durante diez años y luego la asoló hasta dejarla en ruinas. Durante mucho tiempo se pensó que Troya solamente había existido en el mito y en la imaginación de los poetas; sin embargo, desde 1871, con el impresionante descubrimiento de Schliemann, se sabe que esa ciudad efectivamente existió, y que fue atacada, destruida y reconstruida en distintas oportunidades a lo largo de los siglos. Se cree que la guerra que la tuvo por protagonista sucedió en el siglo XIII a. C., aunque los historiadores no se ponen de acuerdo al respecto de una datación exacta. Es posible, por lo tanto, que los sucesos que podrían haber inspirado la Ilíada y la Odisea hayan tenido lugar alrededor del 1200 a. Cé,
Traducción: Dolores Gil
AEDOS Y RAPSODAS
Los aedos conocían las historias populares y los mitos que se contaban desde tiempos inmemoriales. Se cree que la recitación tenía lugar en los festivales y en las cortes, como modo de entretenimiento del pueblo. Sin embargo, no es mucho lo que conocemos acerca del modo de composición de la épica, y debemos contentarnos con especulaciones acerca del modo en que habrían circulado originariamente estos textos. Debemos recordar que la naturaleza de la épica es fundamentalmente oral; es decir, que el material estaba en la mente de los aedos, no en los libros, que eran objetos desconocidos en la época arcaica.
Los aedos profesionales se presentaban frente a un público y cantaban las historias famosas que la audiencia ya conocía pero que, no obstante, se deleitaba en escuchar una y otra vez. Lo que interesaba no era la novedad de lo que se cantaba, sino la originalidad y el modo particular en que cada aedo componía su versión sobre la base de un repertorio amplísimo de historias tradicionales. Algunos estudiosos sostienen que resultaría prácticamente imposible que un solo aedo haya compuesto por su propia cuenta poemas de tanta perfección formal como la que se pone de manifiesto en la Ilíada y en la Odisea. Una de las hipótesis que se manejan para explicar la composición de estos poemas es que, luego del auge de los aedos —que tuvo lugar entre los siglos x y VIII a. C.— y con la aparición de la escritura —hacia el 750 a. C.—, una nueva generación de recitadores, los rapsodas, hicieron el trabajo de edición. Estos rapsodas, que sabían leer y escribir, se dedicaban no ya a componer —puesto que el empleo del medio escrito condujo a que perdieran sus habilidades mnemotécnicas—, sino a unir los cantos que ya conocían, como si cosieran los distintos fragmentos que les llegaban (de hecho, la palabra rapsoda proviene del verbo ráptein, que en griego significa “coser”, y el sustantivo od“canto”). Quizás uno de estos rapsodas haya sido Homero, un hombre que —con una visión de conjunto y una sensibilidad especiales— supo tomar las historias tradicionales que más gustaban para crear obras de vasta complejidad. Incluso, hay quienes suponen que bajo el nombre “Homero” podría esconderse un grupo de rapsodas que llevaron a cabo la espectacular tarea. Sea uno o sean varios los autores, lo cierto es que estas obras perduraron lo suficiente como para ser copiadas en forma manuscrita una y otra vez, hasta llegar hasta nosotros. Uno de los mitos preferidos por los aedos y los rapsodas fue, desde siempre, el relato de la guerra de Troya, una ciudad ubicada en el Asia Menor, en el territorio que actualmente ocupa Turquía. Esa leyenda cuenta cómo una confederación de pueblos griegos asedió la ciudad fortificada de Troya durante diez años y luego la asoló hasta dejarla en ruinas. Durante mucho tiempo se pensó que Troya solamente había existido en el mito y en la imaginación de los poetas; sin embargo, desde 1871, con el impresionante descubrimiento de Schliemann, se sabe que esa ciudad efectivamente existió, y que fue atacada, destruida y reconstruida en distintas oportunidades a lo largo de los siglos. Se cree que la guerra que la tuvo por protagonista sucedió en el siglo XIII a. C., aunque los historiadores no se ponen de acuerdo al respecto de una datación exacta. Es posible, por lo tanto, que los sucesos que podrían haber inspirado la Ilíada y la Odisea hayan tenido lugar alrededor del 1200 a. Cé,
Marcela Noemí Silva- Admin
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