NAUFRAGIOS DE LA NOCHE
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NAUFRAGIOS DE LA NOCHE
NAUFRAGIOS DE LA NOCHE
I
Ahora que la noche se desdibuja sobre el agua
de pronto temo no existas y tu cuerpo se torne
visión dolorosa, vacía como todo en lo que he creído.
Animal extraño que has cobijado tu rumbo
entre mis manos,
hemos de llegar al final, donde el pensamiento
es una partícula,
una hora, un siglo con todos sus aires temerosos,
y tu rumbo, tacto en mis manos que ya se desdibujan
con la noche.
II
Hallaste la forma de recopilar tus sueños,
ponerlos a secar en mi silencio, mientras caminas
desnudo y confiado por mi cuerpo como una isla.
Sobre tu pasto hallé un horizonte vigoroso
donde serenar mi inquietud, sentirme libre
algunas veces de ti, y aún quererte a mi modo.
El amor es efimero pero definitivo,
y en ese refugio de contradicciones
hay un último sitio que nos une
como si la verdad fuera una palabra inexplicable,
perfil borroso entre tus sueños y mi vida.
III
Vuelvo a asomarme a la noche
en que palpitan mis papeles, mi vigilia
tanteando tu presencia entre la lluvia.
Un día puede ser el ángel que abre
las ventanas del cielo,
basta soñarlo para desaparecer tu substancia,
suerte de escalofrío apacible, casi triste,
donde el amor se detiene.
Nada existe hoy.
El aire atrasó mis palabras,
las detuvo a beber
en tanto amanecía aniquilado nuestro silencio.
Nada existe.
El temor de que no me acompañes
y de súbito alguien me encuentre
deletreando tu nombre.
Nada.
Es un estremecimiento el charco donde no apareces,
en esta nueva noche que te espero.
Y un océano de luces, altísimo,
se enciende sobre mi cabeza.
CLARA LEUCONA VARELA
I
Ahora que la noche se desdibuja sobre el agua
de pronto temo no existas y tu cuerpo se torne
visión dolorosa, vacía como todo en lo que he creído.
Animal extraño que has cobijado tu rumbo
entre mis manos,
hemos de llegar al final, donde el pensamiento
es una partícula,
una hora, un siglo con todos sus aires temerosos,
y tu rumbo, tacto en mis manos que ya se desdibujan
con la noche.
II
Hallaste la forma de recopilar tus sueños,
ponerlos a secar en mi silencio, mientras caminas
desnudo y confiado por mi cuerpo como una isla.
Sobre tu pasto hallé un horizonte vigoroso
donde serenar mi inquietud, sentirme libre
algunas veces de ti, y aún quererte a mi modo.
El amor es efimero pero definitivo,
y en ese refugio de contradicciones
hay un último sitio que nos une
como si la verdad fuera una palabra inexplicable,
perfil borroso entre tus sueños y mi vida.
III
Vuelvo a asomarme a la noche
en que palpitan mis papeles, mi vigilia
tanteando tu presencia entre la lluvia.
Un día puede ser el ángel que abre
las ventanas del cielo,
basta soñarlo para desaparecer tu substancia,
suerte de escalofrío apacible, casi triste,
donde el amor se detiene.
Nada existe hoy.
El aire atrasó mis palabras,
las detuvo a beber
en tanto amanecía aniquilado nuestro silencio.
Nada existe.
El temor de que no me acompañes
y de súbito alguien me encuentre
deletreando tu nombre.
Nada.
Es un estremecimiento el charco donde no apareces,
en esta nueva noche que te espero.
Y un océano de luces, altísimo,
se enciende sobre mi cabeza.
CLARA LEUCONA VARELA
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