PIADOSO OLVIDO
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PIADOSO OLVIDO
Ya se había formado una pequeña abertura entre la madera astillada de la puerta, y la del suelo. Regados por dentro y por fuera, había pedazos de sus uñas rotas de tanto buscar una salida. Solo quien ha sido privado de su libertad y ha tenido por compañeros a la soledad y al miedo, sabe la desesperación que ataca, cuando no se escucha a nadie que venga a liberarnos. Ningún paso que haga eco en el pasillo y que nos acerque a la persona amada, a la luz de la luna, a la hierba del jardín, al canto de las aves sobre el tejado rojo.
Los ruidos de la casa parecían haber quedado mudos de repente, solo para castigar a sus oídos. No existe nada más cruel que el silencio, eso, y el lento caminar del sol cuando no hay más luz que la que entra por debajo de la puerta. En esos instantes levita uno en un lugar sin tiempo.
Te ves devorado por un agujero negro, se te adormece el cuerpo y caes en un sueño que te extrae de toda realidad.
La puerta principal se cerró de golpe.
Te despiertas con una súbita sacudida, el corazón hace el esfuerzo de no salirse de su lugar con tan bruscos golpeteos, tan solo por un instante no sabes donde te encuentras; pero el suelo húmedo y frío te lo recuerdan.
Se escuchan voces y pasos. Entonces la desesperación regresa y vuelves a rascar la puerta, quieres aire limpio, sentir la hierba verde, mirar la luna llena.
Te lastimas de tanto que luchas por hacer que te escuchen. Al final los pasos se acercan y se abre la puerta. Te sientes tan feliz que te dedicas a dar las gracias, tan feliz de ver la luz de nuevo que ya ni recuerdas que tus amos te encerraron por comerte al canario de la vecina.
Lilymeth Mena.
Los ruidos de la casa parecían haber quedado mudos de repente, solo para castigar a sus oídos. No existe nada más cruel que el silencio, eso, y el lento caminar del sol cuando no hay más luz que la que entra por debajo de la puerta. En esos instantes levita uno en un lugar sin tiempo.
Te ves devorado por un agujero negro, se te adormece el cuerpo y caes en un sueño que te extrae de toda realidad.
La puerta principal se cerró de golpe.
Te despiertas con una súbita sacudida, el corazón hace el esfuerzo de no salirse de su lugar con tan bruscos golpeteos, tan solo por un instante no sabes donde te encuentras; pero el suelo húmedo y frío te lo recuerdan.
Se escuchan voces y pasos. Entonces la desesperación regresa y vuelves a rascar la puerta, quieres aire limpio, sentir la hierba verde, mirar la luna llena.
Te lastimas de tanto que luchas por hacer que te escuchen. Al final los pasos se acercan y se abre la puerta. Te sientes tan feliz que te dedicas a dar las gracias, tan feliz de ver la luz de nuevo que ya ni recuerdas que tus amos te encerraron por comerte al canario de la vecina.
Lilymeth Mena.
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