EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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SI PUDIERA...

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Mensaje por Verónica Milanesio Lun Abr 15, 2024 5:44 am

SI PUDIERA...

La blanca perra ratonera, salta
Sobre el ratón y hundiéndole los dientes
Le quiebra el cuello... Queda el cuerpecito
Del roedor ensangrentado. Tiene
La pata hundida en él la cazadora;
Lo abandona un momento... luego vuelve;
Pone el hocico cerca de la sangre,
Resopla, gime y huele.
Luego, hasta su casucha, se lo lleva
Prendido entre los dientes,
Y allí lo guarda. Las orejas tensas,
Se pone a contemplarlo fijamente...
¡Crueldad terrible!... Un día, tú, el lejano,
Pálido y fino, casi transparente,
Fuiste por mi sangrado. Yo jugaba
El juego astuto con que Dios nos mueve:
Un momento de olvido, de abandono
De mi conciencia y afilados dientes
Nacieron en mi boca de cristiana;
Tu estabas cerca. Tuve que morderte.
Mas oye bien: cuando los rayos tuestan
Las manos blancas y las blancas frentes,
No saben que hacen daño a la belleza...

Tampoco sabe el invisible germen,
Que hundido en el pulmón cavernas cava,
Que está minando un tronco bello y fuerte.
Porque no piensan nada, nada saben,
Y obran así porque Algo lo consiente.
Mira; cuando entregada como a un sueño
te veía sufrir entre mis redes,
Y te dejaba, y luego te atraía,
Como nada pensaba, era inocente...
Veo el pequeño ratoncito, ahora,
En la casucha... Miro... No se mueve..
La cabecita tiene desgarrada
Y el hocico entreabierto humildemente...
Y se me sube al corazón la tarde
En que te abandoné: mis ojos crueles
Vieron que tu cabeza se doblaba, A punto de caerse...
¿Dónde te has ido, tú, que eras tan suave,
Tan delicado, y de mirar doliente?
Son las dos de la tarde cuando escribo,
Y esta desperezándose Septiembre.
Fino calor me azula el alma y pienso
Que te besé los ojos... ¿Ya no vuelves?...
¿Has muerto acaso? ... ¿Lees algún libro
Que yo escribí? ... ¿Me odias?... ¿La corriente
De un río sigues en liviana barca
Bajo este sol dorado?... ¿Miras?... ¿Sientes?...

¿Doblado estás sobre los ojos suaves
De una suave mujer que te comprende?...
¿Le cuentas a tu madre tanto daño
Como te hice y juntas a tu frente
Su frente coronada por los blancos
Cabellos?... ¿Me perdonas?... Di, ¿me entiendes?..
¡Cómo era blando tu decir! Tus labios
¡Cómo temblaban!... ¡Si pudiera verte,
Sentarte aquí a mi lado, arrodillarme,
Besarte las rodillas y la frente!
Si pudiera tomarte como a un niño
Sobre los brazos, y hacia el campo verde
huir contigo y descolgando el cielo
En su azul arrullarte y envolverte!
¡ Si pudiera, mirándote los ojos,
Lavarme de mí misma, de la ardiente
Mujer de las cavernas, del pesado
Cuerpo que al alma envuelve!...
No una mujer, no carne, no esta forma:
Una música que anda y que sostiene
Un cuerpo dulcemente abandonado,
Eso quisiera ser para mecerte
Por la crueldad de Dios, a tu destino
Ligada quedo: la pasión más fuerte
No me ataría, no, como tu labio
Que tembló, blanco, imperceptiblemente.

Pero no me creerás: la garra mía
Te ha de doler por siempre,
Y esta música fina que es mi alma
No has de escucharla, ¡oh tú, que la mereces!

Alfonsina Storni
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