EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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Locuciones tomadas de la mitología

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Mensaje por Roque Dom Abr 14, 2024 7:27 am







Locuciones tomadas de la mitología


Como al principio os he dicho, son los asuntos de la mitología
griega tan universalmente conocidos, que muchas de las cosas y
hechos á ellos pertenecientes han llegado á ser proverbiales, ó bien
sirven para comparar ponderativamente á los actuales con aquellos.
De estas locuciones os referiré algunas, para que cuando las oigais
ó leais, sepais á qué se refieren.
«La familia de los Atrides». Tiesto, hermano menor de Atreo, tenia
un carácter feroz, y arrastrado por la envidia que le causaba el que
su hermano hubiese heredado el reino de Argos, le robó un carnero
cuyo vellon era de oro, que había sido regalado á su padre por
Mercurio; este es el famoso Vellocino, llamado también «toison de
oro». Huyó con su mujer, pero no pudo llevarse á sus hijos.
Atreo, no menos feroz que su hermano, aparentó perdonarle y
reconciliarse con él, y le dió un banquete en que le sirvió sus propios
hijos cortados á pedazos y condimentados. Después de comer
deseó Tiesto ver á sus niños, y le trajeron en una fuente los pies y
manos de aquellos infelices. El sol se eclipsó, dicen los autores
griegos, para no ver tales horrores. Para vengarse, Egieto, hijo de
Tiesto, asesinó á su tío Atreo.
«La manzana de la Discordia». En las bodas de Tetis y Peleo
lanzó la Discordia sobre la mesa del festín una manzana con esta
inscripción: «A la más bella». Como es de suponer, se armó una
gran disputa sobre quién seria ésta.
El pastor Páris fué elegido por juez en la contienda, y dió la
manzana á Venus.
«El cuerno de la abundancia». Saturno, el tiempo, se comía á sus
hijos. Su mujer Vesta, la tierra, cuando parió á Júpiter, lo escondió y
dió para que lo criase á Amaltea, que cuidó de él y lo nutrió con la
leche de una cabra. Para recompensar á Amaltea y á las Ninfas que
habían cuidado de su infancia, Júpiter les regaló un cuerno de la
cabra que lo crio, al que dió la virtud de producir cuanto se le pedía.
Como en aquella época lo que deseaban los hombres eran los
bienes que producía la tierra, vemos siempre pintado el cuerno de la
abundancia rebosando frutas, espigas y flores. Si fuese de invención
moderna, se le vería producir monedas, cruces, bandas y
nombramientos de diputado.
«La cabeza de Medusa». Medusa era hija de Ceta y del Dios
marino Forco. Tuvo amores con Neptuno, y se vieron en el templo
de Minerva. Esta diosa, indignada de semejante sacrilegio,
metamorfoseó los cabellos de Medusa en serpientes y dió á su
cabeza la virtud de cambiar en piedra á todos los que la mirasen.
Perseo, conducido por Minerva, le cortó la cabeza, que Minerva
puso en su escudo. De la sangre de Medusa nació el caballo
Pegaso, el que con una patada que dió en tierra hizo brotar la fuente
Hipocrene, que es el manantial más inagotable de cuantos se
conocen.
«Lúculo cena en casa de Lúculo». Era éste un romano riquísimo y
muy suntuoso, y sobre todo amigo de vivir bien. Todas las noches
daba espléndidos banquetes, y en una ocasión en que cenaba solo,
habiendo notado que había menos platos, preguntó al mayordomo la
causa, á lo que éste contestó que era por estar solo el señor. ¿No
sabes, pues, repuso su amo, que Lúculo cena en casa de Lúculo?
con cuya expresión se señala, el aprecio propio y la importancia que
se dan ciertas gentes fantasmonas y presuntuosas.
«El jardín de las Hespérides». Las Hespérides eran tres hijas de
Hespero, hermano de Atlas, que tornado en estrella se llama
Fósforo cuando antecede á la salida del sol, y Hespero cuando
sucede á la puesta del sol. Poseían sus hijas un magnífico jardín
que producía manzanas de oro, y era guardado por un dragón que
mató el nunca bien ponderado Hércules.
«El cinturón de Venus». Inspiraba este adorno de la diosa de la
Hermosura tan irresistible amor, que la diosa Juno se lo pidió
prestado para agradar á su inconstante marido Júpiter.
«El hilo de Ariadna». Minos III, Rey de Creta, labró un laberinto
para encerrar á un monstruo que era medio toro, medio hombre, que
se mantenía de carne humana y al que todos los años se le echaban
siete jóvenes que devoraba, no pudiendo ellas huir ni hallar la salida
del laberinto. Tocó un año á Teseo el ser víctima del Minotauro, y
siendo amado de Ariadna, hija de Minos, ésta le dió un ovillo de hilo
para que atase un cabo á la entrada del laberinto, y así pudiese
volver á hallarla guiado por el hilo y pudiese salir, lo que logró
después de haber matado al monstruo.
«El sombrero de Merlín». Merlín era un inglés que en el quinto
siglo hizo mucho ruido y fué reputado por un gran mágico. Deciase
que había traspuesto de Irlanda á Inglaterra las grandes rocas que
se levantaban en Salisbury. Hizo muchas profecías: nada de extraño
es que se le atribuya á su sombrero la virtud de hacerlo invisible

FERNAN CABALLERO

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