Capítulo XVI-Eolo-Bóreas-Zéfiro-Eco-Proteo
EOLO Dios de los vientos, hijo de Júpiter y de la ninfa Melanipa, residía en las islas Eolidas. Allí tenia á los vientos encerrados en profundas cavernas. Cuando Ulises y sus compañeros llegaron á aquellas islas, Eolo los recibió bien y agasajó, y cuando aquél se volvió á embarcar le regaló unos pellejos en que encerró los vientos que eran contrarios á su rumbo para que no le molestasen. Sus compañeros por una necia curiosidad abrieron aquellos pellejos, para ver lo que contenían; escapáronse entonces los vientos levantando tal tempestad que perecieron en ella once de sus buques, salvándose sólo aquel en que iba Ulises, que arribó á la isla de Aea. El origen de esta fábula parece ser el que Eolo fué un príncipe que estudió con provecho la astronomía y por sus observaciones astronómicas predecía el tiempo bonancible y el tormentoso. La versión supersticiosa es más bonita; pero trato, niños míos, de ilustrar vuestra razón y no de divertir vuestra imaginación. «Bóreas», hijo de Astreo, que era uno de los Titanes, es el viento Norte, y es llamado el Rey de los vientos. Se metamorfoseó en caballo y tuvo así por hijos doce potritos, que eran tan ligeros que corrían sobre campos de trigo sin que se doblasen á su paso las espigas, y sobre las olas sin hundirse en ellas. Represéntanlo con un rostro severo y frío, envuelto en nubes cuando atraviesa el cielo, y en polvo cuando camina por la tierra. «Zéfiro», hijo de Eolo y de la Aurora, cuyo soplo suave da la vida á la Naturaleza. Se desposó con Flora, diosa de las flores, de la que ya os he hablado, y presidia este matrimonio el séquito de la primavera. Represéntanlo como un joven con alas de mariposa, coronado de flores de todas las estaciones. «Eco» era hija del Aire y de la Tierra, y ninfa del séquito de Juno. Habiendo servido de intermediaria al infiel Júpiter en sus amorios y devaneos, Juno, que lo supo, la castigó condenándola á no poder hablar, á no ser para contestar cuando le hablasen. Se enamoró del hermoso Narciso, el que estaba enamorado de sí mismo y no la correspondió. Eco desconsolada se retiró á los sitios más solitarios en los bosques y entre las rocas; allí, consumida por las lágrimas y su dolor, no quedó de ella sino la voz. Proteo fué un semidiós marino, hijo del Océano y de Tetis, que tenia el cargo de llevar á pastar las vacas y ganados marinos. Habia recibido al nacer el don de saber el porvenir, y asimismo el de transformarse en cuantas formas y cosas queria y cuantas veces lo desease. De esta prerrogativa usó mucho para libertarse de los infinitos que venian á buscarlo para que les revelase el porvenir. Por lo cual se dice de una persona que toma todas las formas y caracteres que convienen á sus intereses, que es un Proteo.
FERNAN CABALLERO
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