Capítulo XV-Infierno, averno ú orco
LUGAR de tormento en el que los malos son castigados por sus delitos; que así suceda es una cosa tan natural que la existencia de este lugar es de fe en todas las religiones. En la Mitología se dice ser un antro subterráneo al que van las almas para ser juzgadas por tres jueces, que son Minos, Eaco y Radamanto, y en que impera Plutón como Dios y como rey. Estaba dividido en varias partes, una de ellas espantosa, en que había un rio de fuego, lagunas de aguas venenosas, hornos candentes y monstruos; otra parte era sosegada y apacible, y estaba destinada á lugar de descanso de los justos, llamada Campos Elíseos, como la primera se denominaba Tártaro. En el centro de éste había un lugar encerrado en una triple muralla de bronce y de grande profundidad. Para llegar á aquellos parajes era necesario atravesar el Erebo, que fué un hijo del Caos y de la Noche, que por haber auxiliado á los Titanes en su guerra contra los dioses fué cambiado en rio y precipitado en los infiernos. Hay allí varios castigos de que os he hablado ya, que por recaer en criminales que son personajes históricos han adquirido renombre. Es uno de éstos Prometeo; atado por Júpiter á una roca, no puede defenderse de los ataques de un águila feroz que le despedaza y devora las entrañas. fué este castigo debido, según la versión más conocida, á que Prometeo, que era por lo visto un hábil estatuario, formó con barro una hermosísima mujer, que llamó Pandora; mas como le faltaba la vida que él no podía darle, subió al Olimpo y robó uno de los rayos del sol con que la animó. Los dioses de aquel cielo ridículo dieron en castigo á Pandora una caja que contenía todos los males, que desde entonces afligen el mundo, y Júpiter infligió á Prometeo el horrible tormento mencionado. Para no dejaros bajo la triste impresión que causa sólo imaginar cosa tan terrible, os diré que vino el celebérrimo Hércules, mató al águila y salvó á Prometeo. Allí están las Danaides, que son cincuenta hermanas, hijas de Danao, Rey de Argos, condenadas á estar llenando incesantemente de agua una cuba desfondada, que por consiguiente no se llena nunca. Un hermano de su padre, llamado Egipto, le usurpó su reino y quiso casar á cincuenta hijos que tenia con sus primas; pero Danao, resentido, dió á cada una de sus hijas un puñal para que después del casamiento matasen á sus maridos, lo que hicieron, sufriendo después el merecido castigo. Conocido es igualmente el infligido á Sísifo, que consistía en subir por una cuesta una roca enorme, la que al llegar á la cumbre volvía por su propio peso á rodar abajo. Era Sísifo un rey bueno y muy sabio que reinó en Corinto: se dice de él que encadenó la muerte, para significar que amó mucho la paz y no tuvo nunca guerra con sus vecinos; con su mucha ciencia alcanzó á saber los secretos de los dioses, que reveló á Esopo, por lo que fué castigado. En una fresca laguna se ve allí á Tántalo, sobre cuya cabeza cuelgan ramas de árboles, cuajados de hermosas frutas, mientras él sufre los tormentos de la sed y del hambre sin poderlos saciar, porque al acercar sus labios al agua ésta se retira y al querer asir las frutas éstas se alzan fuera de su alcance. Tántalo era Rey de Lidia, y son varias las causas á que atribuyen el castigo que sufre. La más aceptada es la que refiere Píndaro, de haber robado á los dioses la ambrosía, que era su comida, así como era el néctar su bebida. Era aquélla un manjar exquisito cuya fragancia embalsamaba el Olimpo, mantenia la salud, conservaba la juventud y procuraba la inmortalidad. Dícese que de una de las astas de Amaltea surgía ésta, y de la otra asta brotaba el néctar. Estos castigos significan: el de Tántalo, la nunca satisfecha ansia de la ambición; el de Prometeo, cuyas entrañas sin cesar se renuevan y despedaza un águila, los remordimientos; el de las Danaides9 un intento tenaz y sin éxito posible; el de Sisifo los descabellados planes y sistemas de los ideólogos, sin aplicación ni éxito.
FERNAN CABALLERO
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