EL ÁNGEL ATORMENTADO
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EL ÁNGEL ATORMENTADO
El ángel levanta sus alas, alza el vuelo y se aleja, necesita un tiempo de tregua, por eso se va aunque sabe que volverá
Va a buscar una estrella solo para ella, quizá así de cuenta de su existencia.
Es un ángel de ojos color miel que se escapó del cielo para de lejos verla pasear. Era todo lo que podía tener de ella. La miraba, porque mirarla era como mirar la eternidad y al mirarla veía como una vez había sido su alma.
Cuando estaba a su lado el aire se respiraba puro, quizá fuera porque ella sonreía desenfadada, aunque a veces la vida fuese desapacible.
Era un ángel atormentado que se escondía para llorar, un ángel roto que debía callar. Un ángel invisible lleno de sentimientos prohibidos.
Solo quería ser su ángel guardián desde que por azar la encontró desconsolada, bañada en lágrimas y al intentar retirar una lágrima de su rostro ella lo miró, no lo vio, claro, era un ángel y los ángeles son invisibles a los ojos humanos y eso por primera vez le hizo sufrir. Se sintió angustiado por los dos.
Decidió quedarse junto a ella, se sintió tan a gusto a su lado, tan acompañado que hasta se atrevió a susurrarle cuentos al oído para que se quedara dormida en sus noches de insomnio.
El ángel la ayudaba en la distancia a luchar contra la adversidad. Lloraba con ella, reía con ella, le hacía compañía en su soledad. La amaba a ella.
Había días en los que era agotador ser un ángel, vivir siendo un ángel, y cuanto más lo pensaba más apesadumbrado se sentía.
Eran las veces que ella se comportaba de manera extraña y él por el amor infinito que sentía se veía en la obligación de velar por ella, aunque esas rarezas que no entendía lo dejaban exhausto.
Andaba perdida y desorientada, le costaba aceptar su sufrimiento, vivía como el que lucha por no ahogarse. Sus ojos como pozos transmitían vacío, él solo quería mostrarle la luz.
Antes de encontrarla había sido un ángel solitario que quería encontrar el equilibrio.
Después de ella, renunció a un cielo que se le había quedado extremadamente pequeño e insoportablemente silencioso. Se había escapado ya nada volvería a estar en su lugar
A veces mis alas se abrían con pena mientras miraba hacia el que una vez había sido mi casa. Sobre todo cuando ella pasaba por mi lado sin verme y yo me sentía patético y desvalido.
No quería verme expuesto, no quería fallar, pero no sabía qué hacer con tanto amor. El camino que había elegido no era el paraíso y eso me hacía vulnerable, la desesperación me volvía caótico.
Ni yo pertenecía a su mundo ni yo quería que ella viniera al mío. Desamparado en tierra de nadie, pensé que quizá pudiera haber un milagro para nosotros dos
Por eso me quedé a su lado para siempre susurrando al oído bajito, muy bajito…
Yo estoy a tu lado siempre, aunque no me veas, soy un alma sigilosa que no quiere separarse nunca de ti. Me hubiese gustado sentir como se acelera mi corazón cuando estás frente a mí, pero yo ya no tengo corazón, solo tengo un par de alas que quiero perder por ti.
Autora: Alicia V Romero
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