EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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RITMO-CAPÍTULO XI

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Mensaje por Armando Lopez Mar Mar 05, 2024 4:14 am


RITMO-CAPÍTULO XI

«Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la
oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del
movimiento hacia la derecha es la misma que el de la oscilación a la
izquierda; el Ritmo es la
compensación.»
El Kybalion
El Quinto Gran Principio Hermético —El Principio del Ritmo— encierra
la verdad de que en todos se manifiesta una oscilación medida, movimiento
de ida y vuelta, un flujo y reflujo, un movimiento semejante al del péndulo,
una marea con suba y baja, manifestándose siempre entre los dos polos los
planos físico, mental y espiritual. El principio del Ritmo está estrechamente
relacionado con el principio de polaridad, descrito en el capítulo anterior. El
ritmo se manifiesta entre los dos polos establecidos por el principio de polaridad. Esto no significa, sin embargo, que la oscilación rítmica vaya hasta
los extremos de cada polo, pues esto sucede rarísimas veces. En realidad, es
muy difícil establecer los opuestos polares extremos en la mayoría de los
casos.
Pero la oscilación es siempre «hacia» un polo primero, y después «hacia»
el otro.
Siempre hay una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una
elevación y una caída, manifestándose en todas las cosas y fenómenos del
universo. Moles, mundos, hombres, animales, vegetales, minerales, energías, fuerzas, mente, y materia, y hasta el mismo espíritu manifiestan este
principio. El principio se manifiesta en la creación y destrucción de los
mundos, en la elevación y caída de las naciones, en la historia de la vida de
todas las cosas y, finalmente, en los estados mentales del hombre.
Empezando por las manifestaciones del Espíritu —el TODO— se verá
que siempre hay una Emanación, seguida de Absorción, «la respiración y la
aspiración de Brahma», según dicen los brahmines. Los universos se crean,
alcanzan el punto más bajo de maternidad y entonces comienzan la oscilación de vuelta. Los soles nacen, alcanzan la cumbre de su poder, empieza el progreso de su retrogresión y después de eones sin cuento se convierten en muertas masas de materia, esperando otro impulso que
imparta en ellos nuevas energías internas y que los lleve a un nuevo ciclo
de vida solar. Y así sucede con todos los mundos: nacen, crecen y mueren,
sólo para renacer de nuevo. E igualmente sucede con todas las cosas de
cuerpo o forma: oscilan de la acción a la reacción, del nacimiento a la
muerte, de la actividad a la inactividad, y de nuevo comienza el ciclo. Lo
mismo pasa con todos los grandes movimientos filosóficos, credos de
cualquier clase, gobiernos, naciones, etc.: nacen, crecen, llegan a su
madurez, decaen, mueren, sólo para renacer de nuevo.
La oscilación pendular es evidente por doquiera.
La noche sigue al día y el día a la noche. El péndulo oscila del verano al
invierno y de éste a aquél. Los corpúsculos, átomos y moléculas y todas las
masas de materia, oscilan en torno del círculo que corresponde a su naturaleza. No hay tal reposo absoluto o cesación de movimiento. Todo
movimiento participa del Ritmo. Este principio es de aplicación universal.
Puede ser aplicado a cualquier cuestión o fenómeno de las muchas fases
de la vida. Puede aplicarse a todas las fases de la humana actividad.
Siempre existe la oscilación rítmica de un polo a otro. El Péndulo Universal está siempre en movimiento. Las mareas de la vida fluyen y refluyen
de acuerdo con la Ley.
La ciencia moderna reconoce el principio del Ritmo, y lo considera de
aplicación universal en cuanto se refiere a las cosas materiales. Pero los herméticos llevan el principio mucho más allá y saben que sus manifestaciones
se extienden a las actividades mentales del hombre, y que él solo explica la
gran sucesión de sus modalidades, sentimientos y otros cambios contundentes que notamos en nosotros mismos. Pero los herméticos, al estudiar la
operación de este principio, han descubierto el modo de substraerse a las
actividades mediante la Transmutación.
Los Maestros Herméticos descubrieron que en tanto que el principio del
Ritmo era invariable, y evidente en todos los fenómenos mentales, había
dos planos de manifestación en lo que a los fenómenos mentales concernía.
Descubrieron que había dos planos generales de conciencia, el Inferior y el
Superior, y este descubrimiento les permitió elevarse al plano superior, escapando a la oscilación del péndulo rítmico, que se manifestaba en el plano
inferior. En otras palabras, la oscilación del péndulo se produce en el plano
inconsciente y la conciencia no queda, por consiguiente, afectada. A esta
ley la llamaron la Ley de la
Neutralización. Su operación consiste en elevar al Ego sobre las vibraciones del plano inconsciente de la actividad mental, de manera que la oscilación negativa del péndulo no se manifieste en la conciencia y no quede
uno afectado por ella. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y
dejar que pase esta por debajo de uno. El instructor o discípulo hermético se
polariza a sí mismo en el polo requerido, y por un procedimiento semejante
a «rehusar» el participar en la oscilación retrógrada, o si se prefiere, «negando» su influencia sobre él, se mantiene firmemente en su posición polarizada, y permite al péndulo mental oscilar hacia atrás en el plano inconsciente. Todo hombre, que en mayor o menor grado, ha adquirido cierto dominio de sí mismo, realiza esto más o menos conscientemente, impidiendo
que sus modalidades o estados mentales negativos lo afecten, mediante la
aplicación de la ley de la neutralización. El maestro, sin embargo, lleva esto
hasta un grado muchísimo mayor de eficacia y proficiencia, y, mediante su
voluntad, llega a un grado de equilibrio e inflexibilidad mental casi imposible de concebir por aquellos que se dejan llevar y traer por el péndulo mental de sus sentimientos y modalidades.
Todo pensador apreciará debidamente la gran importancia del asunto con
sólo considerar lo esclavo que, en su mayoría, la gente es de su propio estado de ánimo, sentimientos y emociones y el poco dominio de sí mismo que
tienen. A poco que se medite el asunto se comprenderá cuanto nos han afectado en nuestra vida esas oscilaciones del ritmo; como a un período de entusiasmo ha seguido un correspondiente período de depresión.
Igualmente, tenemos períodos de valor, que son seguidos de períodos de
desaliento y miedo. Y así sucede con todos o la mayoría por lo menos:
marea de sentimientos y emociones se elevan y caen, pero nunca sospechan
la causa de ese fenómeno. Si se comprende la operación de este principio,
se obtendrá la clave para dominar esas oscilaciones y uno podrá conocerse a
sí mismo mucho mejor, evitando además el dejarse llevar por esos flujos y
reflujos. La voluntad es muy superior a la manifestación consciente de este
principio, por más que el principio mismo nunca puede ser destruido. Podremos sustraernos a sus efectos, pero, no obstante, el principio obrará. El
péndulo siempre oscila, si bien podemos evitar el ser arrastrados por su
oscilación.
Existen, además, otras particularidades en la operación de este Principio
del Ritmo, de las que vamos a hablar ahora. Dentro de su operación entra
lo que se conoce como ley de compensación. Una de las definiciones o
significados de la palabra compensación es «contrabalancear»,
«equilibrar», y en este sentido se emplea dicho término en la Filosofía
Hermética. A esta ley de compensación se refiere El Kybalion cuando dice:
«La medida de la oscilación hacia la derecha es la misma que la de la oscilación a la izquierda; el ritmo es la compensación».
La ley de compensación es la que hace que la oscilación en una dirección
determine otra oscilación en sentido contrario, y así se equilibran mutuamente. En el Plano Físico vemos muchos ejemplos de esta ley. El péndulo
de un reloj oscila hasta cierto punto hacia la derecha y de allí vuelve a oscilar hacia la izquierda otro tanto. Las estaciones se equilibran unas a otras
de la misma manera. Las mareas obedecen a la misma ley.
Y la misma ley se manifiesta en todos los fenómenos del Ritmo. El péndulo que sólo hace una oscilación corta hacia la derecha, hace otra oscilación corta hacia la izquierda. Si la oscilación hacia la derecha es grande,
la oscilación hacia la izquierda lo es igualmente, un objeto cualquiera arrojado hacia arriba, tiene que recorrer exactamente el mismo camino de
vuelta. La fuerza con que se lanza un proyectil hacia arriba se reproduce
cuando el proyectil vuelve a la tierra. Esta ley es constante en el Plano Físico, como cualquier referencia a la mayor autoridad científica lo corroborará.
Pero el hermético lo lleva aún más allá. Y afirma que los estados mentales están sujetos a la misma ley. El hombre capaz de gozar agudamente, es
también capaz de sufrir en igual grado. El que sólo es capaz de escaso dolor, tampoco puede gozar más que escaso placer. El cerdo sufre mentalmente muy poco; pero, en cambio, tampoco puede gozar gran cosa: está
compensado. Por otra parte, hay animales que gozan extraordinariamente,
pero también su sistema nervioso y temperamento los hacen sufrir extremos
grados de dolor. Igualmente sucede con el hombre. Hay temperamentos que
sólo son capaces de muy poco goce, pero entonces sólo existe, como compensación, una capacidad para soportar muy poco dolor, en tanto que otros
hombres pueden gozar intensamente sufren en igual grado. La regla es que
la capacidad para el placer y el dolor en cada individuo está equilibrada. La
ley de compensación opera ampliamente aquí también.
Pero el hermético va más allá aún en esta materia, y afirma que antes de
que uno pueda gozar de cierto grado de placer es necesario que haya oscilado proporcionalmente otro tanto hacia el otro polo del sentimiento o
sensación. El negativo en esta materia precede al positivo; es decir, que al
experimentar cierto grado de placer no se seguirá que «haya que pagarlo»
con un correspondiente grado de dolor; por el contrario, el placer es la oscilación rítmica, de acuerdo con la ley de compensación, originada por un
grado de dolor experimentado previamente, bien en la vida actual o en encarnaciones anteriores. Y esto arroja una nueva luz sobre el problema del
dolor.
Los herméticos consideran la cadena de vidas como continua, como simples puertas de una sola vida del individuo, de suerte que la oscilación rítmica es considerada en esta forma, mientras que no tendría significado alguno si no se admitiera la doctrina de la reencarnación.
Pero, además, el hermético sostiene que el maestro o el discípulo avanzado es capaz, en grado superlativo, de rehuir la oscilación hacia el dolor, realizando el proceso de neutralización a que aludiéramos anteriormente. Ascendiendo al plano superior del Ego, se evitan muchas de las experiencias
que llegan a los que habitan en planos inferiores.
La ley de compensación desempeña una parte importante en la vida de
los hombres, pues se verá que uno generalmente paga el precio de lo que
tiene o le falta. Si se posee una cosa, falta otra, y así se equilibra la balanza.
Nadie puede guardarse su centavo y tener al mismo tiempo la torta, todo
tiene su lado agradable y desagradable. Las cosas que uno obtiene siempre
las paga con las que pierde. El rico posee mucho de lo que al pobre le falta,
mientras que el pobre posee cosas que frecuentemente están fuera del alcance del rico. El millonario que gusta de los festines, y que tiene la fortuna
necesaria para satisfacer sus deseos y asegurarse la satisfacción de su gula,
carece del apetito necesario para gustarlos, y envidia el apetito y la digestión del obrero a quien le falta la fortuna y la inclinación del millonario,
gozando más de su sencillo alimento que el millonario sin apetito y con el
estómago arruinado.
Y así sucede con todo en la vida. La ley de compensación está siempre
obrando, equilibrando y contrabalanceando las cosas continuamente, en la
sucesión del tiempo, aunque la oscilación del ritmo tarde vidas enteras.
oscuros.
Armando Lopez
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