Ella es casi mi prima! Parte 1

Hace un tiempo atrás
Sabes, no creo que alguien pueda vernos aquí, dije con atrevida inocencia mientras estábamos escondidos en un mueble esperando que no nos encontraran, tome sus mejillas con mis pequeñas manos y le deje un tierno y torpe beso que duro apenas unos segundos, en ese momento olvide porque estábamos ocultos, era mi primer beso y con mi prima ¿eso fue malo? Teníamos apenas 5 años.
¡Salvados por mi y por todos mis compañeros!
Nos habían encontrado, fue mi Hermano, quien atónito logro ver una parte de la escena del beso, lo mire horrorizado y le suplique que no se lo dijera a Mamá – suplique y el ruego se hizo evidente – ¡No, no, por favor no se lo digas!
Pero fue en vano mis suplicas, igual corrió a buscarla se lo dijo y los minutos me encontraba siendo regañado y mientras las palabras entraban en mi de igual forma se salían, estaba fuera de mi casi en el cielo tocando las nubes y los regaños no tuvieron el efecto hasta que me tomo de la oreja y de un tirón el dolor me regreso a la realidad y entendí que quizás no fue una buena idea lo del beso.
Al rato nos llamaron para comer y recuerdo la incomodidad por lo acontecido miraba de reojo odiando la traición de mi hermano, pero al final nadie menciono nada del tema ¿para qué hacerlo?
Te sentabas siempre a mi lado y mientras todos ya habíamos acabado una vez más fuiste la última en acabar, solías comer como decía mi madre - como un gatito - y ese día no fue la excepción se acercaron a ti para intentar hacer que comas un poco más – Tienes que comer, para que puedas crecer fuerte y sana – le indico mi mama en un intento de que lograras terminar el pequeño plato de comida, entendía la preocupación de mi mama, ya que venias de visita y no se vería bien que durante el tiempo que estuvieras aquí no te fueras sin comer algo.
Al rato se escucho que tocaron la puerta – Ya es hora de irnos – se escucho una voz mientras se acercaba, era mi Tía Noria quien venía a recogerte quien por cierto aun no sabía sobre lo acontecimiento.
Mientras conversaban nuestras madres, el miedo recorría una vez más en mí, pero también lo vi en ti, nos miramos sabiendo lo sucedido y entendimos que nuevamente estábamos en problemas, esta vez el regaño fue para ambos y por turnos en los que mi tía Noria y mi mama, nos regañaban con frases como: ¡eso está muy mal, ustedes son como hermanitos! – ¡esas cosas solo hacen los adultos! – ¡ustedes no tienen edad para eso y frases parecidas!, luego del sermón correspondiente nos despedimos y fue irónico que nos hicieran dar un beso en la mejilla, diciéndonos una vez más que somos primos y que no deberíamos olvidarlo. Sobre todo, ambas me miraban mientras lo decían y la verdad aún tengo la duda si este episodio influyo en que tus visitas fueran cada vez más escazas y eventualmente dejaras de venir…