QUÉ PRONTO EL SOL SIRVIENTE
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QUÉ PRONTO EL SOL SIRVIENTE
QUÉ PRONTO EL SOL SIRVIENTE
Qué pronto el sol sirviente
(el señor mañana vigila)
puede desentrañar el tiempo
y el armario de piedra,
(la niebla tiene un hueso
que a golpes de trompeta
se investirá de carne)
vaciarse para vestir a todos mis cartílagos
y que el huevo desnudo quede erguido,
el señor mañana en su esponja,
(la herida registra)
y la nodriza de los gigantes
junto a la cuenca hendida del mar,
(la niebla con su chorro
les habla a usted y a ustedes,
mis maestros,
mientras su extraño hombre-mañana
sopla a través del alimento.
Todos los nervios para servir al sol,
el rito de la luz,
interrogo a una garra desde la osamenta del ratón,
y con hilos y sábanas
le echo una trampa a la piedra de larga cola,
dejad aullar al suelo que soy el hombre mordedor
y que se asome el afelpado muerto.
Cuándo podré, señor
(el señor-mañana estampa dos pisadas de agua
en el suelo sembrado)
elevar una lámpara,
o animar una nube,
o llenar un sudario con una forma viva,
invisible en el tronco.
Una pierna larga como los árboles
este señor de adentro,
niño y hombre, oscuridad para sus ojos,
aquél, dotado de ojos como úteros, llora
y todo el dulce infierno sordo como la oreja de una hora,
agosta maldiciendo la voz de la trompeta
Dylan Thomas
Qué pronto el sol sirviente
(el señor mañana vigila)
puede desentrañar el tiempo
y el armario de piedra,
(la niebla tiene un hueso
que a golpes de trompeta
se investirá de carne)
vaciarse para vestir a todos mis cartílagos
y que el huevo desnudo quede erguido,
el señor mañana en su esponja,
(la herida registra)
y la nodriza de los gigantes
junto a la cuenca hendida del mar,
(la niebla con su chorro
les habla a usted y a ustedes,
mis maestros,
mientras su extraño hombre-mañana
sopla a través del alimento.
Todos los nervios para servir al sol,
el rito de la luz,
interrogo a una garra desde la osamenta del ratón,
y con hilos y sábanas
le echo una trampa a la piedra de larga cola,
dejad aullar al suelo que soy el hombre mordedor
y que se asome el afelpado muerto.
Cuándo podré, señor
(el señor-mañana estampa dos pisadas de agua
en el suelo sembrado)
elevar una lámpara,
o animar una nube,
o llenar un sudario con una forma viva,
invisible en el tronco.
Una pierna larga como los árboles
este señor de adentro,
niño y hombre, oscuridad para sus ojos,
aquél, dotado de ojos como úteros, llora
y todo el dulce infierno sordo como la oreja de una hora,
agosta maldiciendo la voz de la trompeta
Dylan Thomas
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