CON SANTA DEVOCIÓN
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CON SANTA DEVOCIÓN
Ah cabron ¡ que manera tan generosa de amar la de aquellas mujeres, esas que a donde va su hombre va una, lo que diga su hombre es ley, uno no tiene voluntad, es uno como un mueble mas de la casa que solo esta para el servicio y los caprichos del señor.
Tener la casa limpia, la ropa planchada, la sopa y la cama calientes. Jamás nadie se atreva a decirme que yo no se de eso, ser como una “Adelita” de esas que van a pie mientras el hombre va bien concha y a caballo. Y para nada es queja, aclaro.
Ayer mi hermano Marco me llamo a mi celular, quería ayuda para un trabajo de carpintería que tenia que hacer para la casa de mamà y pues siempre que me pide algo mi hermano aunque no pueda, yo veo como pero lo hago o voy. Ya hemos hecho varios muebles el y yo juntos y puedo presumir que somos muy buenos, perfeccionistas e increíblemente exactos (aunque no se como si somos pésimos en matemáticas los dos, ya tenemos esa parte del cerebro agotada).
Como estamos en días de fiesta aquí en México por el próximo aniversario de nuestra “independencia” como que solemos ponernos solemnes, patriotas, nos embriaga la melancolía (aparte del licor) y nos sentimos súper nativos de sangre azul. Aunque todos “semos” mas mestizos que un alebrije Oaxaqueño.
Nos pusimos manos a la obra mi hermano y yo a cortar madera, lijar, pulir, escofinar, esta ultima herramienta me ha dado algunas ideas de tortura (que espero jamás llegar a practicar) dado que su hechura es tan peculiar, quien la conozca yo se que entenderá, que a veces dan ganas de pasarle a ciertos especimenes la escofina por el lomo.
Pues bien henchidos de amor patrio mi hermano y yo mientras hacíamos de carpinteritos bien tipo “Pepe el Toro” ya sabes lápiz sobre la oreja, pantalones y playerita viejos, aserrín en las manos y en la punta de los zapatos, pusimos las bocinas del Ipod a todo volumen mientras sonaban corridos mexicanos, canciones de José Alfredo Jiménez, la voz de Pedro Infante, Javier Solís, Aceves Mejìa, finalmente y después de cuatro horas de chambear y andar bien metidos en el folclor cantando al mismo tiempo que nos limpiábamos el sudor con el antebrazo fue la voz de “La Torcacita” quien me paró en seco y me dejo maravillada, que hermosa voz de mujer, limpia, profunda, doliente y jubilosa al mismo tiempo. Esa voz y esa canción la verdad me pasaron a partir el alma no se si de dolor, de pena, nervios, sadismo puro, sepa dios. Quizá es lo que uno siente cuando dicen que esta uno despechado…despechado? Que demonios es andar despechado?
Me fui al diccionario y esta es la definición de despecho:
-Resentimiento por algún desengaño, menosprecio u ofensa.
Creo que si, es despecho eso que sentí pero no por menosprecio u ofensa de eso no ha habido nada, es tan solo el desengaño, saber que lo que pensé no es, no era, nunca fue. Son esas ilusiones que uno mismo se construye de la nada y hasta que no se da uno contra la pared no entiende que desde el principio hay cosas que jamás debieran darse, y por eso no se dan, no son. Aunque claro nadie tiene la culpa de los sueños de opio que uno mismo se fabrica, así que con mucho que esa canción me duela, no deseo que se muera nadie jajaja digo, solo fue el sentimiento. El silente dolor que ahí anda, merodeándome.
Eran como las once cuando llegamos a casa mi Sam y yo, todavía nos pusimos una película (es fin de semana) Watchmen, con las luces apagadas y a todo volumen, mientras mi disco de “La torcacita” se descargaba de su sitio oficial en Internet, ahora mismo escucho su linda voz diciendo “Vale mas que se muera, ya que su alma no es mía…que sea de Dios”…
Lilymeth Mena.
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