INTERMITENCIA
Página 1 de 1.
INTERMITENCIA
Intermitencia...
El viento pasa entre los árboles silbando, pronunciando lo que solo el puede, lo que para los humanos es imposible, las hojas de sus ramas que ya están doradas y prontas a caerse envuelven la voz del viento transformándola en algo irreal, salido de un cuento de fantasías jamás escrito, jamás contado, jamás leído.
En el suelo las hojas que ya han caído hace tiempo se mezclan con las pequeñas basuritas, esas que el hombre arrojó al suelo como si no importara, como si por arte de magia al tirarla la basura desapareciera y no se tuviese que pensar en ella nunca mas.
A lo lejos adivino la dulce silueta de mi banca, esa que ya estando un poco oxidada y vieja se ha convertido en compañera de mis ocasos, su silente boca abierta es mi asiento preferido para ver tornar el cielo en mil colores hasta recibir la completa oscuridad de la noche, el fin de otro día, el comienzo de otra historia.
La gente que corre presurosa mirando el reloj para llegar a su hogar a cenar, a su trabajo, a alguna cita, planchar la camisa del esposo para mañana, niños con bicicletas o bates bajo el brazo que ya van a resguardarse de nuevo en la seguridad de su cubil, mañana es Lunes y es día de escuela.
A ratos el ambiente se vuelve mudo y expectante, nadie pasa por la calle con breves pasos, no mas bicicletas ni autos, no perros callejeros, no hay aves volando sobre mi cabeza o las copas de los árboles, por un instante todo es paz, una calma que provoca en mis adentros una sensación muy extraña, ya no puedo vivir en calma? Es eso? Me he acostumbrado a la tormenta cotidiana? Al propio exterminio? A doblegarme ante un amor insano que goza atormentándome? A la autoflagelación del yo?
No, esta calma es precisamente lo que tanto esperé, con toda la suavidad que trae en sus manos y la dulzura de su boca, con este aliento perfumando que repite en voz alta mi nombre, para poder enterarse si soy yo, y para que yo me entere que yo soy yo.
Quiere devolverme lo que se me fue escapando a pequeñas bocanadas, en pequeños trozos, a ratos…rotos.
Esta es la calma por la que tanto esperé, la compañera para mis tardes en solitud, en mis noches de ausencia, en mi cama fría, en mi vida sorda.
La noche a caído y el cielo es tan negro como mi cabello, tan negro como mis ojos, las hojas que penden de un hilo sobre su rama me sonríen y entienden al mismo tiempo que entiendo yo, hoy estoy aquí, la sangre que corre por mis venas es tibia y espesa como mi saliva, como mi sexo, como mis sueños, tibios y espesos como estar entre mis piernas y sentir cada intermitencia de mis pestañas.
Tibio como el sol cada mañana, espeso como la noche que por fin me ha cubierto junto con todo lo que me rodea, es hora de volver a casa y preparar la cena.
Lilymeth Mena.
El viento pasa entre los árboles silbando, pronunciando lo que solo el puede, lo que para los humanos es imposible, las hojas de sus ramas que ya están doradas y prontas a caerse envuelven la voz del viento transformándola en algo irreal, salido de un cuento de fantasías jamás escrito, jamás contado, jamás leído.
En el suelo las hojas que ya han caído hace tiempo se mezclan con las pequeñas basuritas, esas que el hombre arrojó al suelo como si no importara, como si por arte de magia al tirarla la basura desapareciera y no se tuviese que pensar en ella nunca mas.
A lo lejos adivino la dulce silueta de mi banca, esa que ya estando un poco oxidada y vieja se ha convertido en compañera de mis ocasos, su silente boca abierta es mi asiento preferido para ver tornar el cielo en mil colores hasta recibir la completa oscuridad de la noche, el fin de otro día, el comienzo de otra historia.
La gente que corre presurosa mirando el reloj para llegar a su hogar a cenar, a su trabajo, a alguna cita, planchar la camisa del esposo para mañana, niños con bicicletas o bates bajo el brazo que ya van a resguardarse de nuevo en la seguridad de su cubil, mañana es Lunes y es día de escuela.
A ratos el ambiente se vuelve mudo y expectante, nadie pasa por la calle con breves pasos, no mas bicicletas ni autos, no perros callejeros, no hay aves volando sobre mi cabeza o las copas de los árboles, por un instante todo es paz, una calma que provoca en mis adentros una sensación muy extraña, ya no puedo vivir en calma? Es eso? Me he acostumbrado a la tormenta cotidiana? Al propio exterminio? A doblegarme ante un amor insano que goza atormentándome? A la autoflagelación del yo?
No, esta calma es precisamente lo que tanto esperé, con toda la suavidad que trae en sus manos y la dulzura de su boca, con este aliento perfumando que repite en voz alta mi nombre, para poder enterarse si soy yo, y para que yo me entere que yo soy yo.
Quiere devolverme lo que se me fue escapando a pequeñas bocanadas, en pequeños trozos, a ratos…rotos.
Esta es la calma por la que tanto esperé, la compañera para mis tardes en solitud, en mis noches de ausencia, en mi cama fría, en mi vida sorda.
La noche a caído y el cielo es tan negro como mi cabello, tan negro como mis ojos, las hojas que penden de un hilo sobre su rama me sonríen y entienden al mismo tiempo que entiendo yo, hoy estoy aquí, la sangre que corre por mis venas es tibia y espesa como mi saliva, como mi sexo, como mis sueños, tibios y espesos como estar entre mis piernas y sentir cada intermitencia de mis pestañas.
Tibio como el sol cada mañana, espeso como la noche que por fin me ha cubierto junto con todo lo que me rodea, es hora de volver a casa y preparar la cena.
Lilymeth Mena.
Estrella- Cantidad de envíos : 2057
Puntos : 47950
Fecha de inscripción : 19/07/2013
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.