EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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LA MESA COJA

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Mensaje por Estrella Lun Feb 20, 2023 6:41 pm

La mesa coja...

Si pudiese quitarme ese par de cosas extra que cargo sobre la espalda dentro de mi mochila que ya de por si viene algo cargada, esas que me pesan tanto y que en algunas ocasiones me hablan, me hacen mirar hacia atrás, hacia donde la luz no pega por que la lámpara esta ya muy lejos de ese punto a donde no pienso volver nunca por que recuerdo el frío, las paredes altas y un techo casi imposible de alcanzar, agua escurriendo por las esquinas que parecían lloronas sátiras sin parar de lamentarse ni un segundo, el golpeteo de la puerta desvencijada de madera carcomida por los años, los pequeños huecos en la lamina de asbesto por donde la luz luchaba por colarse un poco sin tener éxito y la viejísima mesa…coja de una pata.

Así es como miro aquel lugar en aquel tiempo con las circunstancias que me llevaron de manera precoz a su construcción y por ende a su mala hechura, el trabajo tosco que realicé yo misma con estas manos, levantando ladrillo por ladrillo paredes que no tenían cimientos, débiles muros en los que si te recargabas ligeramente corrías peligro de morir aplastado o de matar a quien estuviese en la habitación contigua, recuerdo el jardín que intenté plantar afuera de la única ventana que construí en aquel lugar pero parecía que tenia una maldición parecida a la del Rey Midas, todo lo que mis manos tocaban perecía, si cierro los ojos puedo mirar aquellas flores marchitas de largos tallos podridos, árboles que jamás dieron frutos dulces, rosas que no dieron botón jamás, ramas hambrientas y raíces sedientas, puedo oler la humedad y polvo que se fueron comiendo todo, ladrillos, maderas, mosaicos, corazón, piel, incluso aquello que no debiera ser devorado por nadie, esperanza.
Tuvieron que pasar mil cosas y bastantes años para que me llegara algo de madures y aceptara al fin que por mas cemento fresco que pusiera sobre aquellos muros todos los fines de semana, ese lugar era absolutamente inhabitable, las notorias grietas del suelo se abrían cada vez mas por mas tierra nueva que depositara en ellas, comprendí que si no crecía nada en aquel jardín era por que la tierra era infértil, que aun sembrando semillas cada día y prodigándoles todos los cuidados jamás pasaría por ahí la primavera.
Tengo presente en mi memoria de manera muy vívida cuando tomé mi suéter feo para largarme de aquel sitio, la sonrisa que se quedó bordada en mi rostro de manera permanente cuando supe que no eran mis manos, no era ninguna maldición, no soy el Rey Midas…pensé. Abrí aquella puerta desvencijada y miré por última vez la mesa coja, la luz de afuera era hermosa, me maravillé como una pequeña por las nubes blancas, el pasto verde que crecía más allá, el calor del sol baño mi piel, mi vestido sucio y mi cabello.
Como podría volver ahí?
A donde nunca pertenecí?
Donde no pude ser yo?
Ahora en silencio me siento y recuerdo la mochila que viene sobre mi espalda con algún peso, un peso que realmente no me molesta, ni siquiera ese par de cosas por que…sabes? tal vez no están de mas, están ahí por que es ahí donde deben estar, guardadas en donde ni yo puedo sacarlas por que no hacen falta, pero presentes para que mi espíritu no olvide y recuerde, y se escuche y se hable y se diga siempre que haga falta “no construyas paredes sin cimientos”.

Lilymeth Mena.
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