NO TE PROMETO NADA
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NO TE PROMETO NADA
No te prometo nada...
Nunca he sido una persona de promesas por que no he sido buena ni tomándolas ni ofreciéndolas, no por que no me guste el compromiso irrompible que se firma con palabras, con sangre, con tinta, con un acto de fe, con buena voluntad o escondiendo mal sanos deseos para conseguir un fin poco casto y noble, no, simplemente las promesas jamás han sido mi fuerte, quizá por eso hoy te escribo, mi vida, no para excusarme en los errores cometidos detrás de todas las promesas incumplidas de la humanidad para evadirme del compromiso, tampoco para zafarme hábilmente de aceptar que eres dueño de mi voluntad aunque jamás lo haya puesto en un papel cubierto por una docena de firmas y mil sellos, te escribo para decirte que muy dentro de mi aun a sabiendas de que todo lo mío es tuyo y que todo lo que soy es para ti, existe el pequeño dejo de temor que pueda algún día arrancarnos al uno del otro, por que nada es para siempre me has dicho, yo…no estoy de acuerdo.
Puede que “para siempre” sea una idea equivocada en nuestra mente a lo que es en realidad, nuestras vidas mortales son tan efímeras y escasas de tanto que para nosotros el tiempo es tan solo un espejismo que jamás lograremos alcanzar a poseer en toda su magnitud, hablamos de cosas eternas sin tener oportunidad de vivir por siempre para constatarlas o dar fe de ellas, luego entonces como prometer amor eterno?
Han pasado miles de millones de años desde que el mundo es mundo, desde que se separaron los continentes y los desiertos se llenaron con agua salada, el hombre era nuevo, cuando la tierra ya era vieja, yo no puedo permitirme el error sublime de enamorados en el que caen todos, mi amor no puede siquiera acariciar la inmortalidad con los labios, pero, mi vida, hoy estoy aquí y estoy escribiéndote esto, mi corazón late en este pecho que lo aprisiona y lo amortigua en cada golpeteo, en cada agitación, mis manos sudan y mis pies…mis pies están fríos como de costumbre. Hoy vivo y te amo, podría decirte que yo viviré y te amaré para siempre, pero no lo haré por que no quiero, soy loca, no inconciente, es diciembre, tengo 33 años, cada día que transcurre sobre mi piel, sobre mi cuerpo, sobre mi melena despeinada y mis sillones deja una capa bondadosa de polvo que se muestra finísima casi imperceptible pero que me muestra el paso irremediable de los segundos, esta habitación, mi vida y el tiempo tienen un orden, en ese orden yo envejezco, mis manos parecen mostrar el inicio de algunas pecas y debajo de mi sonrisa ya se esconden algunas tímidas arrugas, tan tímidas por ahora como esas niñas que se sonríen y luego se esconden para que no se les mire demasiado, hoy estoy aquí sentada escribiéndote amor mío y puedo decirte que hoy te amo y que mientras este corazón siga brincando dentro de mi pecho, mi melena se siga dejando despeinar bajo los rayos del sol y mis pies descalzos puedan caminar sobre la hierba crecida del jardín, habré de amarte, ese es mi tiempo, esa es la medida de lo que buenamente sin llamar eternidad puedo ofrecerte.
Lilymeth Mena.
Nunca he sido una persona de promesas por que no he sido buena ni tomándolas ni ofreciéndolas, no por que no me guste el compromiso irrompible que se firma con palabras, con sangre, con tinta, con un acto de fe, con buena voluntad o escondiendo mal sanos deseos para conseguir un fin poco casto y noble, no, simplemente las promesas jamás han sido mi fuerte, quizá por eso hoy te escribo, mi vida, no para excusarme en los errores cometidos detrás de todas las promesas incumplidas de la humanidad para evadirme del compromiso, tampoco para zafarme hábilmente de aceptar que eres dueño de mi voluntad aunque jamás lo haya puesto en un papel cubierto por una docena de firmas y mil sellos, te escribo para decirte que muy dentro de mi aun a sabiendas de que todo lo mío es tuyo y que todo lo que soy es para ti, existe el pequeño dejo de temor que pueda algún día arrancarnos al uno del otro, por que nada es para siempre me has dicho, yo…no estoy de acuerdo.
Puede que “para siempre” sea una idea equivocada en nuestra mente a lo que es en realidad, nuestras vidas mortales son tan efímeras y escasas de tanto que para nosotros el tiempo es tan solo un espejismo que jamás lograremos alcanzar a poseer en toda su magnitud, hablamos de cosas eternas sin tener oportunidad de vivir por siempre para constatarlas o dar fe de ellas, luego entonces como prometer amor eterno?
Han pasado miles de millones de años desde que el mundo es mundo, desde que se separaron los continentes y los desiertos se llenaron con agua salada, el hombre era nuevo, cuando la tierra ya era vieja, yo no puedo permitirme el error sublime de enamorados en el que caen todos, mi amor no puede siquiera acariciar la inmortalidad con los labios, pero, mi vida, hoy estoy aquí y estoy escribiéndote esto, mi corazón late en este pecho que lo aprisiona y lo amortigua en cada golpeteo, en cada agitación, mis manos sudan y mis pies…mis pies están fríos como de costumbre. Hoy vivo y te amo, podría decirte que yo viviré y te amaré para siempre, pero no lo haré por que no quiero, soy loca, no inconciente, es diciembre, tengo 33 años, cada día que transcurre sobre mi piel, sobre mi cuerpo, sobre mi melena despeinada y mis sillones deja una capa bondadosa de polvo que se muestra finísima casi imperceptible pero que me muestra el paso irremediable de los segundos, esta habitación, mi vida y el tiempo tienen un orden, en ese orden yo envejezco, mis manos parecen mostrar el inicio de algunas pecas y debajo de mi sonrisa ya se esconden algunas tímidas arrugas, tan tímidas por ahora como esas niñas que se sonríen y luego se esconden para que no se les mire demasiado, hoy estoy aquí sentada escribiéndote amor mío y puedo decirte que hoy te amo y que mientras este corazón siga brincando dentro de mi pecho, mi melena se siga dejando despeinar bajo los rayos del sol y mis pies descalzos puedan caminar sobre la hierba crecida del jardín, habré de amarte, ese es mi tiempo, esa es la medida de lo que buenamente sin llamar eternidad puedo ofrecerte.
Lilymeth Mena.
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