CREMA DE NOCHE
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CREMA DE NOCHE
Las heridas que tenia en todo el cuerpo ya no dolían, tan solo sentía ardor y miedo. Corrí lo más rápido que pude, tenia que alejarme de ese terrible lugar. Cuando llegué con los sacerdotes no querían escucharme, seguramente me pensaban loca. Casi desnuda y maltratada me tuvieron parada en el frío, solo me limpiaron la cara y me dieron a beber un caldo verde cuando un señor de gorro alto y ropas finas vino a hacerme preguntas. Le conté como me subieron a la fuerza en un carruaje negro, como me llevaron a ese castillo húmedo con olor a carne vieja. Le dije que la señora de aquel lugar que era bella y distinguida, les había dicho a sus sirvientes que me desnudaran. Me llevaron a una mazmorra hedionda, oscura, donde podía escuchar el llanto de otras doncellas que pedían auxilio. Luego de unas horas dos mujeres vinieron por mi, me subieron al piso principal entre susurros que no pude comprender. Me metieron en una jaula redonda, pequeña, que colgaba del techo, con navajas por todas partes. No podía sujetarme de ella, ni pararme, ni sentarme. Cuando dejaron de susurrar comenzaron a columpiar la jaula, yo aunque buscaba como detenerme, chocaba con las navajas y me cortaba, las dos mujeres juntaban mi sangre en copas de plata. Así me tuvieron dos noches seguidas. Cuando me regresaron a la mazmorra no podía caminar bien, me dolían mucho el cuerpo y la cabeza, me dejaron tirada en una esquina sobre el heno. Las mujeres comenzaron a revisar a las demás doncellas encadenadas a los muros, aproveché para meterme entre las rejillas del desagüe y corrí como pude hasta aquí.
La sirvienta de la hermosa señora que vivía en aquel castillo la peinaba un día, cuando por accidente le dio un tirón; ésta estallando en cólera le dio una bofetada tan fuerte que le hizo brotar sangre de la nariz. La noble señora al verse salpicada por la sangre de la sirvienta, notó que la piel de su mano lucia mas tersa, brillante y lozana.
Lilymeth Mena.
La sirvienta de la hermosa señora que vivía en aquel castillo la peinaba un día, cuando por accidente le dio un tirón; ésta estallando en cólera le dio una bofetada tan fuerte que le hizo brotar sangre de la nariz. La noble señora al verse salpicada por la sangre de la sirvienta, notó que la piel de su mano lucia mas tersa, brillante y lozana.
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