EN EL DESIERTO AFRICANO
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EN EL DESIERTO AFRICANO
Poco después de salir de Corfú, se abatió sobre el Argos una tormenta gigantesca, mucho más potente y feroz que todas las que había sufrido hasta entonces. Vientos huracanados como jamás habían conocido hicieron volar el barco sobre las aguas en medio de la noche.
Y de pronto, todo fue calma, silencio, y la más absoluta inmovilidad. Cuando la luz del alba les permitió ver dónde estaban, los argonautas no podían creer en sus ojos. Volando por el aire, transportado por el ciclón, el Argos se había adentrado en la costa africana. Ya no estaban en el mar.
Ahora estaban en medio del desierto, con el barco encallado en la arena. Muchos creyeron que este era el fin de su viaje. Pero Jasón y otros valientes decidieron que había que seguir a toda costa. Entre todos, se cargaron el barco sobre los hombros y se echaron a caminar (lenta, pesadamente) por el desierto, en busca de agua: para beber, para navegar.
Doce días eternos caminaron bajo un sol destructor hasta llegar a un lago. Felices, los argonautas se lanzaron a las aguas frescas. Pero cuando se dieron cuenta de que se trataba de agua salada, creyeron, una vez más, que el fin había llegado. Agotados, muertos de hambre y de sed, no podían seguir cargando el barco sin saber adónde iban. Desesperados, rogaron ayuda a los dioses.
Jasón tenía un magnífico trípode de oro y prometió regalarlo a quien lo ayudara. Atraído por el regalo, compadecido por la desdicha de los héroes, Tritón, el dios del lago, decidió ayudarlos. Les dio agua dulce y los ayudó a descubrir el canal que unía el lago con el mar. ¡El Argos navegaba otra vez hacia Yolcos!
Ana María Shua.
Libro Dioses y Héroes de la Mitología Griega.
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Y de pronto, todo fue calma, silencio, y la más absoluta inmovilidad. Cuando la luz del alba les permitió ver dónde estaban, los argonautas no podían creer en sus ojos. Volando por el aire, transportado por el ciclón, el Argos se había adentrado en la costa africana. Ya no estaban en el mar.
Ahora estaban en medio del desierto, con el barco encallado en la arena. Muchos creyeron que este era el fin de su viaje. Pero Jasón y otros valientes decidieron que había que seguir a toda costa. Entre todos, se cargaron el barco sobre los hombros y se echaron a caminar (lenta, pesadamente) por el desierto, en busca de agua: para beber, para navegar.
Doce días eternos caminaron bajo un sol destructor hasta llegar a un lago. Felices, los argonautas se lanzaron a las aguas frescas. Pero cuando se dieron cuenta de que se trataba de agua salada, creyeron, una vez más, que el fin había llegado. Agotados, muertos de hambre y de sed, no podían seguir cargando el barco sin saber adónde iban. Desesperados, rogaron ayuda a los dioses.
Jasón tenía un magnífico trípode de oro y prometió regalarlo a quien lo ayudara. Atraído por el regalo, compadecido por la desdicha de los héroes, Tritón, el dios del lago, decidió ayudarlos. Les dio agua dulce y los ayudó a descubrir el canal que unía el lago con el mar. ¡El Argos navegaba otra vez hacia Yolcos!
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Roque- Poeta especial
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