Adagio del último olvido

El embolismático silencio
torna piadoso el pensamiento
y un tensor de presente prospectivo
inaugura el quiescente vaciamiento
del requemo.
Rosigo que vuélvese tofáceo
por el engendramiento sutil
y la evanescencia de las tracias.
¡Oh! ventisca que acuñó suspiros
de mañanas sin relieve.
¡Oh! azote que destiñó
la desapacible fusión prismática
en trasnochado vesivilo,
arañando puertas clausuradas
de haber sido
faz eufónica sumergida
en el trapecio de un adagio.
Antiguas sujeciones trasvinaron
el rescoldo de los sueños,
desechos acuíferos
y avasallados humores
en curso de traslumbramiento
entre renuevos,
devanando el ubérrimo sosiego,
precipitando la umbrosa realidad
donde se desuella lenidad y vaticinio,
surgiendo del incólume ahogo
el yacer de la sentencia,
mientras se desflora el olvido.