UN HOMBRE DE CIERTA EDAD Y SUS DOS AMANTES
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UN HOMBRE DE CIERTA EDAD Y SUS DOS AMANTES
UN HOMBRE DE CIERTA EDAD Y SUS DOS AMANTES
Un hombre de edad madura, más pronto viejo que joven, pensó que era tiempo de casarse. Tenía el riñón bien cubierto, y por tanto, dónde elegir; todas se desvivían por agradarle. Pero nuestro galán no se apresuraba. Piénsalo bien, y acertarás.
Dos viuditas fueron las preferidas. La una, verde todavía; la otra, más sazonada, pero que reparaba con auxilio del arte lo que había destruido la naturaleza. Las dos viuditas, jugando y riendo, le peinaban y arreglaban la cabeza. La más vieja le quitaba los pocos pelos negros que le quedaban, para que el galán se le pareciese más. La más joven, a su vez, le arrancaba las canas; y con esta doble faena, nuestro buen hombre quedó bien pronto sin cabellos blancos ni negros. —Os doy gracias –les dijo–, oh señoras mías, que tan bien me habéis trasquilado. Más es lo ganado que lo perdido, porque ya no hay que hablar de bodas. Cualquiera de vosotras que escogiese, querría hacerme vivir a su gusto y no al mío. Cabeza calva no es buena para esas mudanzas: muchas gracias, pues, por la lección.
«Tenía el riñón bien cubierto»: tenía bastante dinero, era rico.
«La una, verde todavía; la otra, más sazonada, pero que reparaba con auxilio del arte lo que había destruido la naturaleza»: una era más joven, la otra era más vieja, pero tapaba su vejez con cosméticos.
Un hombre de edad madura, más pronto viejo que joven, pensó que era tiempo de casarse. Tenía el riñón bien cubierto, y por tanto, dónde elegir; todas se desvivían por agradarle. Pero nuestro galán no se apresuraba. Piénsalo bien, y acertarás.
Dos viuditas fueron las preferidas. La una, verde todavía; la otra, más sazonada, pero que reparaba con auxilio del arte lo que había destruido la naturaleza. Las dos viuditas, jugando y riendo, le peinaban y arreglaban la cabeza. La más vieja le quitaba los pocos pelos negros que le quedaban, para que el galán se le pareciese más. La más joven, a su vez, le arrancaba las canas; y con esta doble faena, nuestro buen hombre quedó bien pronto sin cabellos blancos ni negros. —Os doy gracias –les dijo–, oh señoras mías, que tan bien me habéis trasquilado. Más es lo ganado que lo perdido, porque ya no hay que hablar de bodas. Cualquiera de vosotras que escogiese, querría hacerme vivir a su gusto y no al mío. Cabeza calva no es buena para esas mudanzas: muchas gracias, pues, por la lección.
«Tenía el riñón bien cubierto»: tenía bastante dinero, era rico.
«La una, verde todavía; la otra, más sazonada, pero que reparaba con auxilio del arte lo que había destruido la naturaleza»: una era más joven, la otra era más vieja, pero tapaba su vejez con cosméticos.
Reinaldo Paz- Cantidad de envíos : 17
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Re: UN HOMBRE DE CIERTA EDAD Y SUS DOS AMANTES
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"El amor es la razón del corazón"
sabra- Admin
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