La danza de Melíade.
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La danza de Melíade.
Un atardecer
me adentré en el bosque
y busqué la entrada
a los dominios
de la protectora de mi camino,
visualicé su silueta
danzar a orillas del lago
para encontrarme con mi destino.
Esta vez
ella esperaba
que mis lágrimas
perfeccionaran la emoción
que me embargaba,
cuando la veía mirarme
su mirada me hacía recordar
que yo sentía
que ella salía de mí,
cada vez que me escabullía al bosque
junto al lago
donde cada atardecer se zambullía
liberando un fuego que me consumía.
Una vez quise acercarme a la orilla
donde ella marcaba un ritmo,
en su desnudez
trazando un círculo
me llamó y acudí
accedí a su morada
siempre al atardecer
sus pies se iluminaban
y yo miraba,
como a su alrededor
ella trataba de construir mi casa
con materiales fabricados
con mi ánima.
A la luz del alba
tras establecer
un pacto eterno
me miraba diciendo
que no temiera acercarme
y besar sus pies de cera,
cuando la llama empezara a prender
y su cuerpo exudara el elixir
que me salvara de la muerte
por querer aprender a adorar
esa parte de mi alma
que hace a un hombre ennoblecer
cada vez que en un bosque
se prende la llama.
En cada atardecer
mi casa era creada
por la protectora de mi hogar
madre auspiciadora
y forjadora del metal.
Cada vez que el lago
embriagaba su cuerpo
se atenuaba el fuego
al atardecer
antes que oscureciera
el camino y ella
me marcaban el ritmo
con sus pies de cera.
Ella liberaba mi pena
con la visión iluminada
cada vez que me adentraba en el bosque
y ella dibujaba
el plano de mi casa
hasta que volvía a poseer
esa parte de mí
que en su ausencia
me impedía percibir
la clara luna
tras el atardecer
junto al lago de fuego,
donde mi alma
bañaba su cuerpo
cuando ella se desnudaba
y besaba mi cuello.
Siempre al atardecer
antes de que la noche se cerrara
y el círculo
en el amanecer
me rescatara
yo junto a sus pies de cera
le imploraba,
antes de que sus vestidos de seda flamearan
que me diera la solución
a la cohesión del alma
configurando la entrada
abriendo la puerta
para regresar y vivir
besando sus pies de cera
llorando al despertar
una vez que mi alma
se pudiera completar
y ella perfeccionara mi emoción
al contemplar en cada atardecer
esa luz diáfana
prendiendo el círculo de fuego
en el que habitaba
que me cobijaba
cada vez que la llama
prendía el lago
cuando ella danzaba
trazando mis pasos
junto a mi hogar
en el bosque
unido a la llama de fuego
que desprendía
cuando trataba
de besar sus pies de cera
a la hora del mediodía
el sol prefiguraba
un entierro sin cuerpo.
En la profundidad
en la tierra húmeda
cuando el destino se unía
a un amor totalizado
sin temor al día
en el que la aurora
me permitiría
ver su silueta
en sus compases
cuando el fuego ardía
instándome a languidecer
junto a ella
en nuestra casa
junto al lago
donde las lágrimas vertidas
fueron las que me enseñaron
que la parte pura del alma
puede ser reconocida
en cada atardecer
cuando ella comienza a arder
y me da su mano
en un bosque que se prendía
aislándose
tras la llama que crepitaba
que abrasaba su cuerpo
afianzando el destino
contemplando la danza del fuego
prendiendo la casa de ambos
cada vez que su silueta
salía del círculo
su puerta se abría en secreto
ella me mostraba
donde el lago humeaba
en el trazo que marca el traspaso
al otro lado del bosque
donde pude ver
mi alma iluminar el camino
en un círculo prendido de emociones
que me hicieron reconocer
cómo cada vez
que besaba sus pies de cera
moría y resucitaba
mientras me consolaba
hasta desfallecer
uniéndome a ella
donde habitaba
completando mi destino.
Danzo con ella
al mismo ritmo
en el centro del círculo
hasta desaparecer diluidos.
Fin.
Romanovski .
me adentré en el bosque
y busqué la entrada
a los dominios
de la protectora de mi camino,
visualicé su silueta
danzar a orillas del lago
para encontrarme con mi destino.
Esta vez
ella esperaba
que mis lágrimas
perfeccionaran la emoción
que me embargaba,
cuando la veía mirarme
su mirada me hacía recordar
que yo sentía
que ella salía de mí,
cada vez que me escabullía al bosque
junto al lago
donde cada atardecer se zambullía
liberando un fuego que me consumía.
Una vez quise acercarme a la orilla
donde ella marcaba un ritmo,
en su desnudez
trazando un círculo
me llamó y acudí
accedí a su morada
siempre al atardecer
sus pies se iluminaban
y yo miraba,
como a su alrededor
ella trataba de construir mi casa
con materiales fabricados
con mi ánima.
A la luz del alba
tras establecer
un pacto eterno
me miraba diciendo
que no temiera acercarme
y besar sus pies de cera,
cuando la llama empezara a prender
y su cuerpo exudara el elixir
que me salvara de la muerte
por querer aprender a adorar
esa parte de mi alma
que hace a un hombre ennoblecer
cada vez que en un bosque
se prende la llama.
En cada atardecer
mi casa era creada
por la protectora de mi hogar
madre auspiciadora
y forjadora del metal.
Cada vez que el lago
embriagaba su cuerpo
se atenuaba el fuego
al atardecer
antes que oscureciera
el camino y ella
me marcaban el ritmo
con sus pies de cera.
Ella liberaba mi pena
con la visión iluminada
cada vez que me adentraba en el bosque
y ella dibujaba
el plano de mi casa
hasta que volvía a poseer
esa parte de mí
que en su ausencia
me impedía percibir
la clara luna
tras el atardecer
junto al lago de fuego,
donde mi alma
bañaba su cuerpo
cuando ella se desnudaba
y besaba mi cuello.
Siempre al atardecer
antes de que la noche se cerrara
y el círculo
en el amanecer
me rescatara
yo junto a sus pies de cera
le imploraba,
antes de que sus vestidos de seda flamearan
que me diera la solución
a la cohesión del alma
configurando la entrada
abriendo la puerta
para regresar y vivir
besando sus pies de cera
llorando al despertar
una vez que mi alma
se pudiera completar
y ella perfeccionara mi emoción
al contemplar en cada atardecer
esa luz diáfana
prendiendo el círculo de fuego
en el que habitaba
que me cobijaba
cada vez que la llama
prendía el lago
cuando ella danzaba
trazando mis pasos
junto a mi hogar
en el bosque
unido a la llama de fuego
que desprendía
cuando trataba
de besar sus pies de cera
a la hora del mediodía
el sol prefiguraba
un entierro sin cuerpo.
En la profundidad
en la tierra húmeda
cuando el destino se unía
a un amor totalizado
sin temor al día
en el que la aurora
me permitiría
ver su silueta
en sus compases
cuando el fuego ardía
instándome a languidecer
junto a ella
en nuestra casa
junto al lago
donde las lágrimas vertidas
fueron las que me enseñaron
que la parte pura del alma
puede ser reconocida
en cada atardecer
cuando ella comienza a arder
y me da su mano
en un bosque que se prendía
aislándose
tras la llama que crepitaba
que abrasaba su cuerpo
afianzando el destino
contemplando la danza del fuego
prendiendo la casa de ambos
cada vez que su silueta
salía del círculo
su puerta se abría en secreto
ella me mostraba
donde el lago humeaba
en el trazo que marca el traspaso
al otro lado del bosque
donde pude ver
mi alma iluminar el camino
en un círculo prendido de emociones
que me hicieron reconocer
cómo cada vez
que besaba sus pies de cera
moría y resucitaba
mientras me consolaba
hasta desfallecer
uniéndome a ella
donde habitaba
completando mi destino.
Danzo con ella
al mismo ritmo
en el centro del círculo
hasta desaparecer diluidos.
Fin.
Romanovski .
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Re: La danza de Melíade.
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"El amor es la razón del corazón"
sabra- Admin
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Armando Lopez- Moderador General
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