Servía en Orán al rey
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EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA :: Grandes Poetas y Escritores Consagrados :: Luís de Góngora
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Servía en Orán al rey
Servía en Orán al rey
un español con dos lanzas,
y con el alma y la vida
a una gallarda africana,
4
Espuelas de honor le pican
y freno de amor le para:
no salir es cobardía,
ingratitud es dejalla.
24
Viendo el español brioso
cuánto le detiene y habla,
le dice así: «Mi señora,
tan dulce como enojada,
44
tan noble como hermosa,
tan amante como amada,
con quien estaba una noche,
cuando tocaron al arma.
8
Del cuello pendiente ella,
viéndole tomar la espada,
con lágrimas y suspiros
le dice aquestas palabras: 28
porque con honra y amor
yo me quede, cumpla y vaya,
vaya a los moros el cuerpo,
y quede con vos el alma. 48
Trescientos cenetes eran
de este rebato la causa,
que los rayos de la luna
descubrieron sus adargas; 12
«Salid al campo, señor,
bañen mis ojos la cama;
que ella me será también,
sin vos, campo de batalla.
32
No lloréis, ojos hermosos,
que aquesas lágrimas manchan
mis honrados pensamientos
y quitan mis esperanzas.
52
las adargas avisaron
a las mudas atalayas,
las atalayas los fuegos,
los fuegos a las campanas;
16
Vestíos y salid apriesa,
que el general os aguarda:
yo os hago a vos mucha sobra
y vos a él mucha falta. 36
Vuestra gracia sola pido,
que me será sola gracia,
en las batallas escudo
y en las victorias guirnaldas.
56
y ellas al enamorado,
que en los brazos de su dama
oyó el militar estruendo
de las trompas y las cajas. 20
Bien podéis salir desnudo,
pues mi llanto no os ablanda,
que tenéis de acero el pecho,
y no habéis menester armas.» 40
Quedaos a Dios, mi señora,
y concededme que vaya
al rebato en vuestro nombre,
y adiós, que tocan al arma.» 60
un español con dos lanzas,
y con el alma y la vida
a una gallarda africana,
4
Espuelas de honor le pican
y freno de amor le para:
no salir es cobardía,
ingratitud es dejalla.
24
Viendo el español brioso
cuánto le detiene y habla,
le dice así: «Mi señora,
tan dulce como enojada,
44
tan noble como hermosa,
tan amante como amada,
con quien estaba una noche,
cuando tocaron al arma.
8
Del cuello pendiente ella,
viéndole tomar la espada,
con lágrimas y suspiros
le dice aquestas palabras: 28
porque con honra y amor
yo me quede, cumpla y vaya,
vaya a los moros el cuerpo,
y quede con vos el alma. 48
Trescientos cenetes eran
de este rebato la causa,
que los rayos de la luna
descubrieron sus adargas; 12
«Salid al campo, señor,
bañen mis ojos la cama;
que ella me será también,
sin vos, campo de batalla.
32
No lloréis, ojos hermosos,
que aquesas lágrimas manchan
mis honrados pensamientos
y quitan mis esperanzas.
52
las adargas avisaron
a las mudas atalayas,
las atalayas los fuegos,
los fuegos a las campanas;
16
Vestíos y salid apriesa,
que el general os aguarda:
yo os hago a vos mucha sobra
y vos a él mucha falta. 36
Vuestra gracia sola pido,
que me será sola gracia,
en las batallas escudo
y en las victorias guirnaldas.
56
y ellas al enamorado,
que en los brazos de su dama
oyó el militar estruendo
de las trompas y las cajas. 20
Bien podéis salir desnudo,
pues mi llanto no os ablanda,
que tenéis de acero el pecho,
y no habéis menester armas.» 40
Quedaos a Dios, mi señora,
y concededme que vaya
al rebato en vuestro nombre,
y adiós, que tocan al arma.» 60
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