POR LA AMURA DEL VIENTO. Juan José Alcolea Jiménez
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POR LA AMURA DEL VIENTO. Juan José Alcolea Jiménez
POR LA AMURA DEL VIENTO
Me quisiera despierto cuando llegue la noche,
cuando abreve el invierno por mis hondas vasijas,
cuando el viento se calle y en la puerta del tiempo
el tapiz del paisaje por mis ojos se extinga.
Cuando el cuerpo no pueda soportar el asedio
del acerbo de historias que propone la vida,
con los brazos cual leños y los dedos hastiados
por los tactos abiertos de sus yemas extintas.
Y dispuesto quisiera aceptar en la brecha
del callado enemigo la gastada clepsidra,
la memoria colmada de un alud de vivencias
y en los labios cristales de asombradas caricias.
En la sima del aire por la amura del viento
la mirada dejarme de horizontes perdida,
acuarelas de alumbre por ocasos de adviento
y murales de auroras por sedientas retinas.
En silencio alejarme del aullido del tiempo,
del rumor de relojes que se añoran de Estigias,
del sabor de la sangre y de la duda del miedo,
del sonido de ausencias por mi lenta deriva.
Ya en la caja del pecho el latido imposible,
ya el archivo cansado de memorias cautivas,
ya el matraz de la sangre los veneros exhaustos,
ya la boca en estricta comisura de vida.
Y al futuro dejarle como poso en mi hueco,
si es que acaso persiste cuando ya me despida,
mi aparejo de calcio como abono postrero
y en su bronce tañendo mi pulsión de entropía.
Quiero al borde del aire descansar un momento
y sin penas ni agravios desalmar mi medida
y dejarme del cuerpo como al cabo la tarde
se descuelga del cielo cuando el sol se deriva.
Y si el viejo del tiempo con su insomne cayado
me regala un instante cuando ya me despida,
que mi boca se calle con un último verso
y la cómplice seña de una leve sonrisa.
Y que el gramo postrero del calor de mi mano
en el caz de la mano de mi amada se extinga,
y que el beso me selle de su boca el recuerdo
que a la muerte me lleve del rumor de la vida.
Y que acaso si hubiera tras el muro otro hueco
en que el alma despierte de la sombra emprendida
que me dejen que cante su abismado misterio
de arrasado horizonte con mi hallada poesía.
Y si alguno quisiera rebuscar en los pecios
que a la escoria y al polvo de mi turno resistan
que rescate del fondo del olvido mis versos
y que así de memoria... me devuelva la vida.
Juan José Alcolea Jiménez
Me quisiera despierto cuando llegue la noche,
cuando abreve el invierno por mis hondas vasijas,
cuando el viento se calle y en la puerta del tiempo
el tapiz del paisaje por mis ojos se extinga.
Cuando el cuerpo no pueda soportar el asedio
del acerbo de historias que propone la vida,
con los brazos cual leños y los dedos hastiados
por los tactos abiertos de sus yemas extintas.
Y dispuesto quisiera aceptar en la brecha
del callado enemigo la gastada clepsidra,
la memoria colmada de un alud de vivencias
y en los labios cristales de asombradas caricias.
En la sima del aire por la amura del viento
la mirada dejarme de horizontes perdida,
acuarelas de alumbre por ocasos de adviento
y murales de auroras por sedientas retinas.
En silencio alejarme del aullido del tiempo,
del rumor de relojes que se añoran de Estigias,
del sabor de la sangre y de la duda del miedo,
del sonido de ausencias por mi lenta deriva.
Ya en la caja del pecho el latido imposible,
ya el archivo cansado de memorias cautivas,
ya el matraz de la sangre los veneros exhaustos,
ya la boca en estricta comisura de vida.
Y al futuro dejarle como poso en mi hueco,
si es que acaso persiste cuando ya me despida,
mi aparejo de calcio como abono postrero
y en su bronce tañendo mi pulsión de entropía.
Quiero al borde del aire descansar un momento
y sin penas ni agravios desalmar mi medida
y dejarme del cuerpo como al cabo la tarde
se descuelga del cielo cuando el sol se deriva.
Y si el viejo del tiempo con su insomne cayado
me regala un instante cuando ya me despida,
que mi boca se calle con un último verso
y la cómplice seña de una leve sonrisa.
Y que el gramo postrero del calor de mi mano
en el caz de la mano de mi amada se extinga,
y que el beso me selle de su boca el recuerdo
que a la muerte me lleve del rumor de la vida.
Y que acaso si hubiera tras el muro otro hueco
en que el alma despierte de la sombra emprendida
que me dejen que cante su abismado misterio
de arrasado horizonte con mi hallada poesía.
Y si alguno quisiera rebuscar en los pecios
que a la escoria y al polvo de mi turno resistan
que rescate del fondo del olvido mis versos
y que así de memoria... me devuelva la vida.
Juan José Alcolea Jiménez
Armando Lopez- Moderador General
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