Yolanda
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EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA :: Poemas Contra el Maltrato y Violencia de Género :: Cuentos y Relatos sobre Violencia de Género.
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Yolanda
Yolanda, 23 años: “Me hizo firmar un papel en donde me comprometía a ser su novia todas las noches. Yo tenía 15 años y él era abogado. Creí que era legal”
Yolanda tenía 13 años cuando salió corriendo de su casa en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Su hermano –tres años mayor que ella– intentaba violarla por primera vez, después de haber abusado sexualmente de ella por cinco años cada noche, cuando el papá de ambos salía a trabajar a las maquiladoras en el turno nocturno.
Luis, un vecino de entonces 23 años, fue el “héroe”. Le ofreció una casa desocupada de su familia, a donde podría acudir en las noches cuando se sintiera en peligro. No pasó mucho antes de que Luis sedujera a Yolanda, a pesar de que ella era menor de edad.
Yolanda quedó embarazada con apenas 15 años de edad. Cuando le dijo a Luis, éste negó ser el padre y además le confesó que tenía “una novia formal”. Los padres de Yolanda la corrieron de la casa al saber la noticia.
“En un principio empecé a quedarme por días o semanas con amigas. Mientras iba a una colonia de clase alta a pedir trabajo, que me dejaran limpiar o planchar. Pasaron tres meses cuando ya pude pagar la renta de un cuartito que me costaba 500 pesos”.
Después, Yolanda encontró trabajo atendiendo un cibercafé por las mañanas y como secretaría de un bufete de contadores por la tarde, aunque en ninguno de sus dos empleos tenía seguridad social.
“Mi primer día en el cibercafé, no tenía un peso. Habían pasado dos días sin que mi bebé ni yo comiéramos. Le pedí a mi jefe que me prestara 10 dólar (unos 200 pesos) y compré bombones para cubrirlos con chocolate, para venderlos en banderillas afuera de Wal Mart. Ese día le pagué a mi patrón lo que me prestó y me quedaron 200 más que volví a invertir en bombones y compré un poco de comida”, dice Yolanda.
“Así conocí a mucha gente que me quiso ayudar, a otros que me acosaron. Pero me quedo con la gente que me ayudó que fue mucha. Aunque mi familia me dio la espalda, seguí creyendo en la gente porque no dejé de encontrarme con esos ángeles”.
En ese tiempo, Luis no dejó de acosarla, violentarla y violarla. Cada vez que la veía en la calle, la metía al auto, diciéndole que ella, a sus 15 años, debía comportarse como una señora embarazada y dejar de salir con amigas.
Cuando Yolanda tuvo a su bebé, finalmente decidió parar la violencia. “Le puse un alto y las agresiones subieron de tono. Una madrugada rompió una ventana y se metió a mi casa. Me amarró, mientras paseaba un cuchillo por mi cuello. Me dijo que me iba a arrancar la cabeza, a degollar, que si tenía un novio me iba a matar y a cortarme en cachitos y aventarme al río. También me deshago de él (su hijo), los aviento al río”.
Yolanda hizo creer a Luis que accedería a sus peticiones para tranquilizarlo. Aprovechó que sus vecinos comenzaban a salir a trabajar para pedir ayuda. Al escucharla, acudieron y la liberaron, mientras Luis huía.
Esta vez, Yolanda levantó una denuncia ante el Ministerio Público: “Y entonces la violencia empeoró. Él trabajaba en un juzgado de lo familiar y me dijo que la jueza era su madrina, que no le pasaría nada”. Así fue.
Pero la suerte de Luis estaba por cambiar, ya que decidió secuestrar a su propio hijo para alejarlo de su madre. “Aquí no puedes hacer nada sin que el narco te dé permiso. No sé cómo se enteraron que Luis había secuestrado a mí bebé y lo levantaron. Después lo regresaron, pero ya no me volvió a molestar”.
Yolanda ahora tiene 23 años, se volvió a casar y ahora tiene tres hijos. Es animadora en shows de fiestas infantiles. “Nos va muy bien. Mucho se lo debo a toda la gente que conocí mientras me esforzaba para sacar sola a mi hijo. Yo diría que es importante confiar en la gente y no dejarse lastimar si alguno te decepciona”.
Yolanda también da talleres en donde enseña cómo aprendió a sobrevivir sola y siendo madre adolescente a mujeres en situación vulnerable, a través de Lilas Colectivas, un grupo de apoyo que fundó junto con una amiga.
Escrito por Gabriela Gutiérrez en el diario Cuestione
Yolanda tenía 13 años cuando salió corriendo de su casa en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Su hermano –tres años mayor que ella– intentaba violarla por primera vez, después de haber abusado sexualmente de ella por cinco años cada noche, cuando el papá de ambos salía a trabajar a las maquiladoras en el turno nocturno.
Luis, un vecino de entonces 23 años, fue el “héroe”. Le ofreció una casa desocupada de su familia, a donde podría acudir en las noches cuando se sintiera en peligro. No pasó mucho antes de que Luis sedujera a Yolanda, a pesar de que ella era menor de edad.
Yolanda quedó embarazada con apenas 15 años de edad. Cuando le dijo a Luis, éste negó ser el padre y además le confesó que tenía “una novia formal”. Los padres de Yolanda la corrieron de la casa al saber la noticia.
“En un principio empecé a quedarme por días o semanas con amigas. Mientras iba a una colonia de clase alta a pedir trabajo, que me dejaran limpiar o planchar. Pasaron tres meses cuando ya pude pagar la renta de un cuartito que me costaba 500 pesos”.
Después, Yolanda encontró trabajo atendiendo un cibercafé por las mañanas y como secretaría de un bufete de contadores por la tarde, aunque en ninguno de sus dos empleos tenía seguridad social.
“Mi primer día en el cibercafé, no tenía un peso. Habían pasado dos días sin que mi bebé ni yo comiéramos. Le pedí a mi jefe que me prestara 10 dólar (unos 200 pesos) y compré bombones para cubrirlos con chocolate, para venderlos en banderillas afuera de Wal Mart. Ese día le pagué a mi patrón lo que me prestó y me quedaron 200 más que volví a invertir en bombones y compré un poco de comida”, dice Yolanda.
“Así conocí a mucha gente que me quiso ayudar, a otros que me acosaron. Pero me quedo con la gente que me ayudó que fue mucha. Aunque mi familia me dio la espalda, seguí creyendo en la gente porque no dejé de encontrarme con esos ángeles”.
En ese tiempo, Luis no dejó de acosarla, violentarla y violarla. Cada vez que la veía en la calle, la metía al auto, diciéndole que ella, a sus 15 años, debía comportarse como una señora embarazada y dejar de salir con amigas.
Cuando Yolanda tuvo a su bebé, finalmente decidió parar la violencia. “Le puse un alto y las agresiones subieron de tono. Una madrugada rompió una ventana y se metió a mi casa. Me amarró, mientras paseaba un cuchillo por mi cuello. Me dijo que me iba a arrancar la cabeza, a degollar, que si tenía un novio me iba a matar y a cortarme en cachitos y aventarme al río. También me deshago de él (su hijo), los aviento al río”.
Yolanda hizo creer a Luis que accedería a sus peticiones para tranquilizarlo. Aprovechó que sus vecinos comenzaban a salir a trabajar para pedir ayuda. Al escucharla, acudieron y la liberaron, mientras Luis huía.
Esta vez, Yolanda levantó una denuncia ante el Ministerio Público: “Y entonces la violencia empeoró. Él trabajaba en un juzgado de lo familiar y me dijo que la jueza era su madrina, que no le pasaría nada”. Así fue.
Pero la suerte de Luis estaba por cambiar, ya que decidió secuestrar a su propio hijo para alejarlo de su madre. “Aquí no puedes hacer nada sin que el narco te dé permiso. No sé cómo se enteraron que Luis había secuestrado a mí bebé y lo levantaron. Después lo regresaron, pero ya no me volvió a molestar”.
Yolanda ahora tiene 23 años, se volvió a casar y ahora tiene tres hijos. Es animadora en shows de fiestas infantiles. “Nos va muy bien. Mucho se lo debo a toda la gente que conocí mientras me esforzaba para sacar sola a mi hijo. Yo diría que es importante confiar en la gente y no dejarse lastimar si alguno te decepciona”.
Yolanda también da talleres en donde enseña cómo aprendió a sobrevivir sola y siendo madre adolescente a mujeres en situación vulnerable, a través de Lilas Colectivas, un grupo de apoyo que fundó junto con una amiga.
Escrito por Gabriela Gutiérrez en el diario Cuestione
Arjona Dalila Rosa- Cantidad de envíos : 1230
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Armando Lopez- Moderador General
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