Me casé con mi Novio cuando era mi Amante ®
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Me casé con mi Novio cuando era mi Amante ®
Me casé con mi Novio cuando era mi Amante
Después del funeral de Joaquín, Lucía se sentó en la falda de Susana y preguntó:
-Abu, ¿vos siempre lo amaste al abuelo?
-Sí, Lu, los abuelos se amaron mucho...
-¿Cómo lo conociste al abuelo?
-uy! Hace muchos años, era muy joven y el abuelo también
-Abu, sabes qué, cuando sea grande quiero tener un esposo como el abuelo y ser como vos, así nos amamos muchos hasta viejitos.
Susana besó la frente de Lucía, la bajó de su falda, acarició su pelo rubio y sonrió.
Lucía que la observaba dio una ojeada, acarició sus manos ahora con pecas y las venas salidas por la edad, beso la piel suave de su abuela y volvió a preguntar?
-¿Cómo eran cuando jóvenes? Contame Abu ¿Cómo se conocieron? ¿Dónde?
Susana volteo la cabeza para mirar a su hija Mariana que estaba empacando sus cosas, y como una película se proyectó en su mente un guión de recuerdos.
“Tenia veinte años, estaba en casa de unas amigas cuando llegó el novio de Carla con su hermano.
Un morocho robusto de cabellos enrulados. Me acuerdo hasta ahora el color de su camisa, celeste jeans, la traía abierta dejando escapar los vellos de su pecho.
Cierro los ojos y recuerdo el sonar del golpe de la cadena que le colgaba de su cuello, llevaba una cruz de plata que hoy yace bajo la tierra junto con él.
Joaquín era muy tímido pero yo muy extrovertida. De mis amigas la más payasa, no me costo nada entablar conversación con Joaquín.
Recuerdo que hacíamos bromas con mi amiga Teresa, así rompimos el hielo.
Ese día después que se fueron pedí a Carla que me hiciera gancho –así decíamos en nuestra época a conseguir una salida con el que nos gustaba-.
Como Joaquín era tan tímido no aceptó. Además no le gustaba salir con su hermano, Pancho, era fatal muy bromista y él con su forma de ser tan tranquila no iba con ese estilo.
Un día le pedí el teléfono a Carla –en aquella época no existían los mail- Lo llamé pero no le dije quien era, hablamos rato, era muy divertido, todo empezó como un juego.
Pero después yo deseaba llegar a casa para llamarlo y él estaba ansioso esperando sin saber si ese día lo volvería a llamar.
Finalmente un día decidimos conocernos; parece que fuera ayer!. Llegué del diario, me di un baño, arreglé mi cabello con el secador lo mejor que pude, busqué la ropa que más me calzaba y salí a su encuentro.
Estaba tan nerviosa, tenía tantos miedos. ¿Qué pasaría cuando me viera y se diera cuenta que era yo? y ¿si no quisiera saber nada o se enojaría pensando que me había burlado de él?
Con todas esas dudas y miedos me fui hasta el Prado frente al árbol de las hojas color plata, el que esta donde termina el puente, ahí nos quedamos de encontrar.
Aún recuerdo su cara, me miró y dijo: ah! Eras vos?, ¿vos sos Olivia? No te puedo creer que chanta! Y se río. Yo en cambio no pude decir nada, Lo quede mirando y al verme toda sonrojada tomo mis manos, las puso sobre sus mejillas y me beso.”
Susana respira profundo. Todo este recuerdo paso tan solo en un segundo luego que su nieta, la más pequeña, le preguntara sobre la historia de amor con el abuelo.
En ese segundo que se perdió en la mirada, Lucía observaba atentamente y al ver sus ojos humedecidos le preguntó:
-¿Por qué lloras Abu? ¿Lo extrañas al abuelo?
No llores, también lo extraño, pero se que él ahora esta en el cielo y nos esta mirando.
Frente a tanta ternura no pudo evitar derramar sus lágrimas, pero no era la muerte lo que le dolía era la felicidad de esos recuerdos los que la emocionaron.-
Mariana, que estaba cerrando la maleta se acercó con una foto de su papá.
Las miró a las dos suspiró y dijo:
-mamá, nunca me contaste como fue tu romance con papá, creo que nunca lo pregunte tampoco. No se por qué siempre pensé que papá había sido tu único novio, ¿fue tu único novio? Preguntó
Ahora más atenta al diálogo que mantenía su pequeña hija de apenas cuatro años con su mamá, Mariana se sentó junto a su madre para participar, la ocasión lo ameritaba. Llegaban del funeral de Joaquín, con todo ese dolor que significa la pérdida de un ser tan querido como un esposo, un padre o un abuelo.
-Es verdad
dijo Susana -ya repuesta de su emoción
-nunca lo hablamos.
-Hija, ¿sabes?, con tu padre nos amamos mucho, Sin duda alguna él fue el hombre de mi vida, y yo su mujer. -aunque no fue mi único novio, sí el primero -pensó en silencio-
Lucía, que estaba inquieta, se había hincado a los pies de su abuela. Ahora con sus manitos sostenía su cara y con una leve inclinación dijo.
-Contáme Abu y que pasó después que se conocieron.
Susana le guiño un ojo a Mariana que sonreía ante la insistencia de su hija, dio una mirada al vacío y volvió a recordar…
“Después de ese beso en el Prado nos vimos muy esporádicamente, algo que sin duda me hizo amarlo y desear cada segundo juntos. Pero a medida que el tiempo fue pasando, los encuentros algunas veces tan lejanos me hicieron sufrir.
Desde el primer día supe que lo amaba, jamás me habían besado así, nuestra primer noche fue única e inolvidable” -de solo recordarlo a Susana se le erizaba la piel-
“Hubo muchos momentos de amor desde entonces y también soledades, llevábamos más de un año viéndonos así. Después que nos encontramos en el Prado, quien llevaba la relación y disponía de ella era Joaquín. De algún modo eso me afectaba y me llenaba de inseguridad. Nunca sabía cuando me llamaría.
Pasado el año de conocernos sentía la necesidad cada vez mayor de verlo, poder estremecerme en sus brazos y sentir esos besos que tanto ame.
Estas largas noches de espera frente al teléfono una y otra vez me hacían pensar: -si hoy me llama le digo que no puedo- pero jamás pude cumplir. Con solo sentir su voz, se me borraban todos los extensos días sin verlo y parecía que hubiera sido ayer.
Con el paso del tiempo algunas distancias se hicieron muy largas. Pasaron dos y hasta tres meses sin saber nada de él. Con más de dos años y medio de esta relación con Joaquín, que para ese entonces llevaba más de cinco meses sin saber de él, “la flaca” Josefina me pide que la acompañe a un casamiento.
Josefina estaba de novia hacía poco tiempo con Arturo, un joven estudiante avanzado a punto de recibirse de arquitecto. Por el corto tiempo de noviazgo, “la flaca” aún no hacia amistad con su grupo, por lo que me pidió que la acompañara ya que se casaba una amiga de Arturo, de la universidad.
En la fiesta nos encontramos con Violeta una amiga del barrio, así que nos sentamos en la misma mesa donde además compartían Pablo y Martín, dos compañeros de Arturo. La fiesta fue increíble, balié toda la noche con Pablo, nos divertimos mucho ya que ambos teníamos la ironía cómica en cada palabra y dando nuestra visión de la fiesta y de los invitados pasamos la noche entera.
A la mañana siguiente aún descansaba de la fiesta cuando llamaron al teléfono. Era Josefina que me invitaba a pasar la tarde en la rambla junto a Pablo, Martín y Violeta. Parecía ser que Martín le pido a Arturo ese encuentro ya que tenía intenciones con Viole. Sin mucha pereza acepté pues era Domingo y no tenía nada más que hacer, la idea de salir, tomar aire fresco en la rambla no me disgustaba. Además había pasado tan bien con Pablo la noche anterior que sin duda ésa sería una tarde divertida.
A las cuatro de la tarde pasaron a buscarme. Nos fuimos hasta la plaza Virgilio a tomar mate. Sin lugar a dudas una de las vistas más lindas de la rambla Montevideana. Se hizo la noche y nosotros permanecíamos en las lomas sobre el pasto, entre mates y biscochos. Para ese entonces Josefina y Arturo se habían ido. Martín que no quería terminar la noche aún, propuso ir al parque de diversiones.
Era buena idea para culminar una tarde tan agradable.
Después de los juegos comimos una pizza en el Rodelú y luego de eso llego el momento de la despedida. Pablo ofreció llevarme para que Martín acompañara a Violeta, a pesar que vivíamos a unas cuadras acepté para no privarla de la compañía de Martín.
De camino a casa Pablo me invito a un café en su casa y sin mayor reparo dije si.
Al entrar a su departamento, aún no sé cómo todo paso tan rápido. Cuando me di cuenta estábamos en el sofá del living besándonos como si fuera el último beso del mundo y ahí mismo hicimos el amor. Recuerdo que lo miré y Pablo estaba temblando y sus ojos humedecidos por completo. Tenía la respiración entre cortada y apenas pudo decir,- te ame te juro que te ame- Yo no pude decir nada. Mis lágrimas rodaron por la mejilla cayendo en su pecho. Y sin querer entender lo que había pasado sonreí, lo abracé y pedí que me dejara en casa.
Esa noche casi no dormí, a la mañana siguiente me llamo Pablo y la otra y la otra hasta que cuando quise acordar, éramos novios. Esa tarde de mate me había dado lo que tanto quería; un novio.
De Joaquín hacía más de 7 meses que no sabía nada, con Pablo poco a poco íbamos tomando una relación más sería. Ya conocía a sus padres y él visitaba mi casa.
Una tarde después de tanto tiempo, sonó el teléfono y era Joaquín. Era tanta la necesidad de saber que le había pasado en todo este tiempo y las ganas de volverlo a ver que no dude ni un instante y corrí a su encuentro. Otra vez en sus brazos; sentir sus besos, todo lo que había sufrido por no saber de él y esperar tanto ese momento, se esfumo tan solo al verlo. Creo que con mirarlo ya ninguno de esos recuerdos estaba en mí.
Al principio no pude contarle a Joaquín de mi nueva relación. Con el paso del tiempo, los encuentros con Joaquín fueron aumentando al mismo tiempo que crecía mi noviazgo con Pablo.
Así pasaron dos años, obligada por la situación decidí contarle a Joaquín que tenía novio. Los encuentros con Joaquín cada vez eran más frecuentes, se me hacia difícil poder inventar historias en mi casa para verlo.
Creo que cuando le conté no me creyó.
Con Pablo llevábamos cinco años de novios y la relación pedía un cambio. Para ese entonces yo estaba segura que amaba a los dos, claro de formas muy diferentes pero los amaba a ambos y se me hacía difícil dejar de ver a Joaquín y ni pensar de terminar la relación con Pablo.
La familia reclamaba un casamiento y la verdad que teníamos un buen tiempo juntos como para saber que sí podíamos casarnos.
Pablo ya trabajaba como profesional, le iba bien con sus obras, mi trabajo era seguro y en los estudios iba bien, por lo que todo indicaba era el momento.
En esos días emprendimos la búsqueda de casa donde vivir, tal vez en ese entonces Joaquín creyó que si tenia novio. No lo culpo de no creer, Jamás dije que no a un encuentro, lo que sí ponía horario. Ya no nos veíamos temprano a la noche sino en las madrugadas. Como una gata iba saltando azoteas tras su lecho.
El buscar casa nos llevo más de lo imaginado, ninguna se adecuaba a lo que pretendíamos lo que hizo que me desencantara de la idea de casarme…”
Lucía interrumpió nuevamente los recuerdos en una mirada perdida de Susana
-¿Abu me vas a contar?
Susana se sonrojo y dio una risa nerviosa, como si alguien pudiera leer lo que estaba en su mente.
Acaricio el pelo de Lucía y le contó. Claro que omitió los encuentros de gata y la existencia de Pablo. Sí le dijo que la principio los encuentros con el abuelo no eran muy frecuentes, pero que con el paso del tiempo se hicieron inseparables.
Mariana que seguía atentamente el relato de su madre, mientras en su falda con sus manos apretaba el retrato de su padre preguntó:
-¿Cómo fue que se vinieron a Francia?
Susana dio un suspiro como añorando ese momento y volvió a perderse en su mirada…
“Los años que continuaron fueron aumentando el amor con Joaquín y la necesidad de vivir con Pablo. Habían pasado diez años que nos veíamos con Joaquín y llevaba siete años de novia con Pablo.
Ese mismo año a Joaquín le llega una oferta de trabajo en España y decide viajar. La empresa lo enviaba por un año y luego volvería a Uruguay o podría ser nuevamente trasladado a otro destino.
Cuando me lo confesó, creí morirme, sabía que no podría vivir sin él. Pero la oferta era buena y no podía perder esa oportunidad. Joaquín insistió en que me fuera con él, yo sabía que era imposible. ¿Qué diría en mi casa? ¿Qué hacía con Pablo? ¿Cómo le decía: -me voy con otro hombre que en realidad lo conocía antes que a él y nunca deje de ver-?
Realmente era una situación muy complicada y por más que lo amaba con toda mi alma lo deje partir. Los meses siguientes retomamos la idea de casarnos con Pablo, y como cosa del destino, el día que marcaríamos la fecha en el registro civil, recibí en la oficina la llamada de Joaquín. La emoción fue tan grande que no pude contener mis lágrimas. Joaquín me contaba que estaba maravillado con el lugar y por primera vez y a la distancia me confesaba que me amaba. Por un momento pensé en lo egoísta que era, lo dice ahora que esta tan lejos y yo tan cerca de cerrar este capitulo. Pero no podía parar de sentir que me amaba esa frase permaneció todo el día en mí dándome vueltas.
A pocas horas de ir al registro civil, llamé a Pablo para decirle que debíamos postergarlo ya que había llegado un trabajo que si o sí debía terminarlo ese día. Aunque mucho no le gusto, aceptó porque sabía que mi trabajo estaba complicado.
Con el correr del tiempo todo se volvió una locura, con Joaquín nos comunicábamos a diario y la relación con Pablo ante mis excusas, para la fecha de boda, fue desmejorando. Llegando diciembre, a Joaquín se le comunica que debe volver a Uruguay para conocer su nuevo destino, pudiendo ser en Montevideo. Para ese entonces la relación con Pablo había tomado un rumbo y ya teníamos fecha para la boda. Ante esta noticia, dude mucho en contarle a Pablo todo pero no pude.
Llego Joaquín y reservamos una semana en Punta del Este, como tenía días libres, le dije a Pablo que me iba a un seminario y pase la semana entera con Joaquín. Fue increíble, volver a estar entre sus brazos sentir el aroma de su piel y por primera vez amanecer juntos sin prisas ni escapadas nocturnas.
Durante la estadía en Punta del Este a Joaquín le confirman que vuelve a España, pero esta vez a Madrid. Ni bien lo supo me pido que me fuera con él. Después de ésa semana juntos sabía que no nos podríamos separar.
No tenía el valor para contar la verdad a todos, solo Carla y Teresa conocían toda la verdad desde el principio. Y fueron las únicas que lo supieron todo. Sin pensar demasiado y como estaba de vacaciones pedí más días para irme de viaje, de esa Manera nadie sospecharía nada.
A Pablo le dije que estaba muy estresada con todo lo del casamiento y me quería ir a Europa unos días a relajarme un poco y ver opciones de vestido.
La ilusión y las ganas que él le puso a mi viaje me llenaron de angustia, sabia que no lo volvería a ver y él estaba convencido que volvería radiante para nuestra boda.
Me despedí de cada rincón de Montevideo y traté de conservar en mí, los olores que sabría iba a extrañar. Esos días antes del viaje lloraba por todo y nadie comprendía mi sensibilidad. No podrían hacerlo tampoco.
Al llegar a Madrid a la semana de estar viviendo por fin con Joaquín, de la empresa lo trasladan a Francia y para darle la radicación junto con los beneficios que correspondían a esta nueva empresa, debía estar casado.
Cuando me lo dijo, sentí un nudo en el estómago, era lo que más deseaba en la vida pero inmediatamente pensé en Pablo.
Joaquín no sabía que mi relación con Pablo tenía fecha de boda, creí que si lo contaba tal vez me pidiera que aclarara todas las cosas antes de irme de Uruguay, pero sabía que no podía hacer eso.
Pablo no tenía idea que en nuestra vida existía Joaquín.
Todo era cuestión de horas y no habría motivo para no casarnos, ambos nos amábamos y por fin estábamos concretando una relación con más de once años. El 12 de agosto de 2004 nos casamos en Marsella.
Al principio le escribí a mi familia para contarle que iba a conocer Francia. Luego que conocí un francés del que me había enamorado y me quedaría a vivir en Marsella”.
De todos estos recuerdos, Susana solo dijo
-uy! Es una historia muy larga…
Y algo de lo que recordó les contó, claro una vez más en sus relatos no estaba Pablo.
Conformes con tanto amor y recuerdos, Mariana se levanto de la butaca porque entre tanta charla se le paso la hora y se aproximaba su partida.
Luego de despedir a sus hijos y nietos que acompañaron al funeral, Susana ahora sola en su casa de Marsella, se sentó junto a la ventana que mira hacia el mar.
Prendió el equipo de audio y al compás de la música fue danzando suavemente en la mecedora, mientras dejaba perder su mirada en el paisaje que le otorgaba la vista desde la ventana, para volver a sus recuerdos.
Sostenía entre sus manos la foto de su amado esposo. Los recuerdos le habían revivido todo el amor, que les dio tres hijos, cinco nietos y una vida plena juntos. Que además trajo a su mente lo que por tantos años guardo en su corazón y su conciencia. Por no tener el valor de enfrentar a Pablo y no saber como decirle a Joaquín que se casó con él cuando aún era su amante.
Juanita Radaelli
Después del funeral de Joaquín, Lucía se sentó en la falda de Susana y preguntó:
-Abu, ¿vos siempre lo amaste al abuelo?
-Sí, Lu, los abuelos se amaron mucho...
-¿Cómo lo conociste al abuelo?
-uy! Hace muchos años, era muy joven y el abuelo también
-Abu, sabes qué, cuando sea grande quiero tener un esposo como el abuelo y ser como vos, así nos amamos muchos hasta viejitos.
Susana besó la frente de Lucía, la bajó de su falda, acarició su pelo rubio y sonrió.
Lucía que la observaba dio una ojeada, acarició sus manos ahora con pecas y las venas salidas por la edad, beso la piel suave de su abuela y volvió a preguntar?
-¿Cómo eran cuando jóvenes? Contame Abu ¿Cómo se conocieron? ¿Dónde?
Susana volteo la cabeza para mirar a su hija Mariana que estaba empacando sus cosas, y como una película se proyectó en su mente un guión de recuerdos.
“Tenia veinte años, estaba en casa de unas amigas cuando llegó el novio de Carla con su hermano.
Un morocho robusto de cabellos enrulados. Me acuerdo hasta ahora el color de su camisa, celeste jeans, la traía abierta dejando escapar los vellos de su pecho.
Cierro los ojos y recuerdo el sonar del golpe de la cadena que le colgaba de su cuello, llevaba una cruz de plata que hoy yace bajo la tierra junto con él.
Joaquín era muy tímido pero yo muy extrovertida. De mis amigas la más payasa, no me costo nada entablar conversación con Joaquín.
Recuerdo que hacíamos bromas con mi amiga Teresa, así rompimos el hielo.
Ese día después que se fueron pedí a Carla que me hiciera gancho –así decíamos en nuestra época a conseguir una salida con el que nos gustaba-.
Como Joaquín era tan tímido no aceptó. Además no le gustaba salir con su hermano, Pancho, era fatal muy bromista y él con su forma de ser tan tranquila no iba con ese estilo.
Un día le pedí el teléfono a Carla –en aquella época no existían los mail- Lo llamé pero no le dije quien era, hablamos rato, era muy divertido, todo empezó como un juego.
Pero después yo deseaba llegar a casa para llamarlo y él estaba ansioso esperando sin saber si ese día lo volvería a llamar.
Finalmente un día decidimos conocernos; parece que fuera ayer!. Llegué del diario, me di un baño, arreglé mi cabello con el secador lo mejor que pude, busqué la ropa que más me calzaba y salí a su encuentro.
Estaba tan nerviosa, tenía tantos miedos. ¿Qué pasaría cuando me viera y se diera cuenta que era yo? y ¿si no quisiera saber nada o se enojaría pensando que me había burlado de él?
Con todas esas dudas y miedos me fui hasta el Prado frente al árbol de las hojas color plata, el que esta donde termina el puente, ahí nos quedamos de encontrar.
Aún recuerdo su cara, me miró y dijo: ah! Eras vos?, ¿vos sos Olivia? No te puedo creer que chanta! Y se río. Yo en cambio no pude decir nada, Lo quede mirando y al verme toda sonrojada tomo mis manos, las puso sobre sus mejillas y me beso.”
Susana respira profundo. Todo este recuerdo paso tan solo en un segundo luego que su nieta, la más pequeña, le preguntara sobre la historia de amor con el abuelo.
En ese segundo que se perdió en la mirada, Lucía observaba atentamente y al ver sus ojos humedecidos le preguntó:
-¿Por qué lloras Abu? ¿Lo extrañas al abuelo?
No llores, también lo extraño, pero se que él ahora esta en el cielo y nos esta mirando.
Frente a tanta ternura no pudo evitar derramar sus lágrimas, pero no era la muerte lo que le dolía era la felicidad de esos recuerdos los que la emocionaron.-
Mariana, que estaba cerrando la maleta se acercó con una foto de su papá.
Las miró a las dos suspiró y dijo:
-mamá, nunca me contaste como fue tu romance con papá, creo que nunca lo pregunte tampoco. No se por qué siempre pensé que papá había sido tu único novio, ¿fue tu único novio? Preguntó
Ahora más atenta al diálogo que mantenía su pequeña hija de apenas cuatro años con su mamá, Mariana se sentó junto a su madre para participar, la ocasión lo ameritaba. Llegaban del funeral de Joaquín, con todo ese dolor que significa la pérdida de un ser tan querido como un esposo, un padre o un abuelo.
-Es verdad
dijo Susana -ya repuesta de su emoción
-nunca lo hablamos.
-Hija, ¿sabes?, con tu padre nos amamos mucho, Sin duda alguna él fue el hombre de mi vida, y yo su mujer. -aunque no fue mi único novio, sí el primero -pensó en silencio-
Lucía, que estaba inquieta, se había hincado a los pies de su abuela. Ahora con sus manitos sostenía su cara y con una leve inclinación dijo.
-Contáme Abu y que pasó después que se conocieron.
Susana le guiño un ojo a Mariana que sonreía ante la insistencia de su hija, dio una mirada al vacío y volvió a recordar…
“Después de ese beso en el Prado nos vimos muy esporádicamente, algo que sin duda me hizo amarlo y desear cada segundo juntos. Pero a medida que el tiempo fue pasando, los encuentros algunas veces tan lejanos me hicieron sufrir.
Desde el primer día supe que lo amaba, jamás me habían besado así, nuestra primer noche fue única e inolvidable” -de solo recordarlo a Susana se le erizaba la piel-
“Hubo muchos momentos de amor desde entonces y también soledades, llevábamos más de un año viéndonos así. Después que nos encontramos en el Prado, quien llevaba la relación y disponía de ella era Joaquín. De algún modo eso me afectaba y me llenaba de inseguridad. Nunca sabía cuando me llamaría.
Pasado el año de conocernos sentía la necesidad cada vez mayor de verlo, poder estremecerme en sus brazos y sentir esos besos que tanto ame.
Estas largas noches de espera frente al teléfono una y otra vez me hacían pensar: -si hoy me llama le digo que no puedo- pero jamás pude cumplir. Con solo sentir su voz, se me borraban todos los extensos días sin verlo y parecía que hubiera sido ayer.
Con el paso del tiempo algunas distancias se hicieron muy largas. Pasaron dos y hasta tres meses sin saber nada de él. Con más de dos años y medio de esta relación con Joaquín, que para ese entonces llevaba más de cinco meses sin saber de él, “la flaca” Josefina me pide que la acompañe a un casamiento.
Josefina estaba de novia hacía poco tiempo con Arturo, un joven estudiante avanzado a punto de recibirse de arquitecto. Por el corto tiempo de noviazgo, “la flaca” aún no hacia amistad con su grupo, por lo que me pidió que la acompañara ya que se casaba una amiga de Arturo, de la universidad.
En la fiesta nos encontramos con Violeta una amiga del barrio, así que nos sentamos en la misma mesa donde además compartían Pablo y Martín, dos compañeros de Arturo. La fiesta fue increíble, balié toda la noche con Pablo, nos divertimos mucho ya que ambos teníamos la ironía cómica en cada palabra y dando nuestra visión de la fiesta y de los invitados pasamos la noche entera.
A la mañana siguiente aún descansaba de la fiesta cuando llamaron al teléfono. Era Josefina que me invitaba a pasar la tarde en la rambla junto a Pablo, Martín y Violeta. Parecía ser que Martín le pido a Arturo ese encuentro ya que tenía intenciones con Viole. Sin mucha pereza acepté pues era Domingo y no tenía nada más que hacer, la idea de salir, tomar aire fresco en la rambla no me disgustaba. Además había pasado tan bien con Pablo la noche anterior que sin duda ésa sería una tarde divertida.
A las cuatro de la tarde pasaron a buscarme. Nos fuimos hasta la plaza Virgilio a tomar mate. Sin lugar a dudas una de las vistas más lindas de la rambla Montevideana. Se hizo la noche y nosotros permanecíamos en las lomas sobre el pasto, entre mates y biscochos. Para ese entonces Josefina y Arturo se habían ido. Martín que no quería terminar la noche aún, propuso ir al parque de diversiones.
Era buena idea para culminar una tarde tan agradable.
Después de los juegos comimos una pizza en el Rodelú y luego de eso llego el momento de la despedida. Pablo ofreció llevarme para que Martín acompañara a Violeta, a pesar que vivíamos a unas cuadras acepté para no privarla de la compañía de Martín.
De camino a casa Pablo me invito a un café en su casa y sin mayor reparo dije si.
Al entrar a su departamento, aún no sé cómo todo paso tan rápido. Cuando me di cuenta estábamos en el sofá del living besándonos como si fuera el último beso del mundo y ahí mismo hicimos el amor. Recuerdo que lo miré y Pablo estaba temblando y sus ojos humedecidos por completo. Tenía la respiración entre cortada y apenas pudo decir,- te ame te juro que te ame- Yo no pude decir nada. Mis lágrimas rodaron por la mejilla cayendo en su pecho. Y sin querer entender lo que había pasado sonreí, lo abracé y pedí que me dejara en casa.
Esa noche casi no dormí, a la mañana siguiente me llamo Pablo y la otra y la otra hasta que cuando quise acordar, éramos novios. Esa tarde de mate me había dado lo que tanto quería; un novio.
De Joaquín hacía más de 7 meses que no sabía nada, con Pablo poco a poco íbamos tomando una relación más sería. Ya conocía a sus padres y él visitaba mi casa.
Una tarde después de tanto tiempo, sonó el teléfono y era Joaquín. Era tanta la necesidad de saber que le había pasado en todo este tiempo y las ganas de volverlo a ver que no dude ni un instante y corrí a su encuentro. Otra vez en sus brazos; sentir sus besos, todo lo que había sufrido por no saber de él y esperar tanto ese momento, se esfumo tan solo al verlo. Creo que con mirarlo ya ninguno de esos recuerdos estaba en mí.
Al principio no pude contarle a Joaquín de mi nueva relación. Con el paso del tiempo, los encuentros con Joaquín fueron aumentando al mismo tiempo que crecía mi noviazgo con Pablo.
Así pasaron dos años, obligada por la situación decidí contarle a Joaquín que tenía novio. Los encuentros con Joaquín cada vez eran más frecuentes, se me hacia difícil poder inventar historias en mi casa para verlo.
Creo que cuando le conté no me creyó.
Con Pablo llevábamos cinco años de novios y la relación pedía un cambio. Para ese entonces yo estaba segura que amaba a los dos, claro de formas muy diferentes pero los amaba a ambos y se me hacía difícil dejar de ver a Joaquín y ni pensar de terminar la relación con Pablo.
La familia reclamaba un casamiento y la verdad que teníamos un buen tiempo juntos como para saber que sí podíamos casarnos.
Pablo ya trabajaba como profesional, le iba bien con sus obras, mi trabajo era seguro y en los estudios iba bien, por lo que todo indicaba era el momento.
En esos días emprendimos la búsqueda de casa donde vivir, tal vez en ese entonces Joaquín creyó que si tenia novio. No lo culpo de no creer, Jamás dije que no a un encuentro, lo que sí ponía horario. Ya no nos veíamos temprano a la noche sino en las madrugadas. Como una gata iba saltando azoteas tras su lecho.
El buscar casa nos llevo más de lo imaginado, ninguna se adecuaba a lo que pretendíamos lo que hizo que me desencantara de la idea de casarme…”
Lucía interrumpió nuevamente los recuerdos en una mirada perdida de Susana
-¿Abu me vas a contar?
Susana se sonrojo y dio una risa nerviosa, como si alguien pudiera leer lo que estaba en su mente.
Acaricio el pelo de Lucía y le contó. Claro que omitió los encuentros de gata y la existencia de Pablo. Sí le dijo que la principio los encuentros con el abuelo no eran muy frecuentes, pero que con el paso del tiempo se hicieron inseparables.
Mariana que seguía atentamente el relato de su madre, mientras en su falda con sus manos apretaba el retrato de su padre preguntó:
-¿Cómo fue que se vinieron a Francia?
Susana dio un suspiro como añorando ese momento y volvió a perderse en su mirada…
“Los años que continuaron fueron aumentando el amor con Joaquín y la necesidad de vivir con Pablo. Habían pasado diez años que nos veíamos con Joaquín y llevaba siete años de novia con Pablo.
Ese mismo año a Joaquín le llega una oferta de trabajo en España y decide viajar. La empresa lo enviaba por un año y luego volvería a Uruguay o podría ser nuevamente trasladado a otro destino.
Cuando me lo confesó, creí morirme, sabía que no podría vivir sin él. Pero la oferta era buena y no podía perder esa oportunidad. Joaquín insistió en que me fuera con él, yo sabía que era imposible. ¿Qué diría en mi casa? ¿Qué hacía con Pablo? ¿Cómo le decía: -me voy con otro hombre que en realidad lo conocía antes que a él y nunca deje de ver-?
Realmente era una situación muy complicada y por más que lo amaba con toda mi alma lo deje partir. Los meses siguientes retomamos la idea de casarnos con Pablo, y como cosa del destino, el día que marcaríamos la fecha en el registro civil, recibí en la oficina la llamada de Joaquín. La emoción fue tan grande que no pude contener mis lágrimas. Joaquín me contaba que estaba maravillado con el lugar y por primera vez y a la distancia me confesaba que me amaba. Por un momento pensé en lo egoísta que era, lo dice ahora que esta tan lejos y yo tan cerca de cerrar este capitulo. Pero no podía parar de sentir que me amaba esa frase permaneció todo el día en mí dándome vueltas.
A pocas horas de ir al registro civil, llamé a Pablo para decirle que debíamos postergarlo ya que había llegado un trabajo que si o sí debía terminarlo ese día. Aunque mucho no le gusto, aceptó porque sabía que mi trabajo estaba complicado.
Con el correr del tiempo todo se volvió una locura, con Joaquín nos comunicábamos a diario y la relación con Pablo ante mis excusas, para la fecha de boda, fue desmejorando. Llegando diciembre, a Joaquín se le comunica que debe volver a Uruguay para conocer su nuevo destino, pudiendo ser en Montevideo. Para ese entonces la relación con Pablo había tomado un rumbo y ya teníamos fecha para la boda. Ante esta noticia, dude mucho en contarle a Pablo todo pero no pude.
Llego Joaquín y reservamos una semana en Punta del Este, como tenía días libres, le dije a Pablo que me iba a un seminario y pase la semana entera con Joaquín. Fue increíble, volver a estar entre sus brazos sentir el aroma de su piel y por primera vez amanecer juntos sin prisas ni escapadas nocturnas.
Durante la estadía en Punta del Este a Joaquín le confirman que vuelve a España, pero esta vez a Madrid. Ni bien lo supo me pido que me fuera con él. Después de ésa semana juntos sabía que no nos podríamos separar.
No tenía el valor para contar la verdad a todos, solo Carla y Teresa conocían toda la verdad desde el principio. Y fueron las únicas que lo supieron todo. Sin pensar demasiado y como estaba de vacaciones pedí más días para irme de viaje, de esa Manera nadie sospecharía nada.
A Pablo le dije que estaba muy estresada con todo lo del casamiento y me quería ir a Europa unos días a relajarme un poco y ver opciones de vestido.
La ilusión y las ganas que él le puso a mi viaje me llenaron de angustia, sabia que no lo volvería a ver y él estaba convencido que volvería radiante para nuestra boda.
Me despedí de cada rincón de Montevideo y traté de conservar en mí, los olores que sabría iba a extrañar. Esos días antes del viaje lloraba por todo y nadie comprendía mi sensibilidad. No podrían hacerlo tampoco.
Al llegar a Madrid a la semana de estar viviendo por fin con Joaquín, de la empresa lo trasladan a Francia y para darle la radicación junto con los beneficios que correspondían a esta nueva empresa, debía estar casado.
Cuando me lo dijo, sentí un nudo en el estómago, era lo que más deseaba en la vida pero inmediatamente pensé en Pablo.
Joaquín no sabía que mi relación con Pablo tenía fecha de boda, creí que si lo contaba tal vez me pidiera que aclarara todas las cosas antes de irme de Uruguay, pero sabía que no podía hacer eso.
Pablo no tenía idea que en nuestra vida existía Joaquín.
Todo era cuestión de horas y no habría motivo para no casarnos, ambos nos amábamos y por fin estábamos concretando una relación con más de once años. El 12 de agosto de 2004 nos casamos en Marsella.
Al principio le escribí a mi familia para contarle que iba a conocer Francia. Luego que conocí un francés del que me había enamorado y me quedaría a vivir en Marsella”.
De todos estos recuerdos, Susana solo dijo
-uy! Es una historia muy larga…
Y algo de lo que recordó les contó, claro una vez más en sus relatos no estaba Pablo.
Conformes con tanto amor y recuerdos, Mariana se levanto de la butaca porque entre tanta charla se le paso la hora y se aproximaba su partida.
Luego de despedir a sus hijos y nietos que acompañaron al funeral, Susana ahora sola en su casa de Marsella, se sentó junto a la ventana que mira hacia el mar.
Prendió el equipo de audio y al compás de la música fue danzando suavemente en la mecedora, mientras dejaba perder su mirada en el paisaje que le otorgaba la vista desde la ventana, para volver a sus recuerdos.
Sostenía entre sus manos la foto de su amado esposo. Los recuerdos le habían revivido todo el amor, que les dio tres hijos, cinco nietos y una vida plena juntos. Que además trajo a su mente lo que por tantos años guardo en su corazón y su conciencia. Por no tener el valor de enfrentar a Pablo y no saber como decirle a Joaquín que se casó con él cuando aún era su amante.
Juanita Radaelli
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sabra- Admin
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