presentimiento e invitación
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presentimiento e invitación
presentimiento e invitación
a la humildad
Siento que la campana se renueva
por cada rama que la tarde quiebra;
que el sol se partirá cada mañana
como lago sin sal y sin enigmas.
De cada rama que salpica en llanto
la fruta colgará desfallecida;
si el minutero no me da su olvido
no dejaré mi olvido en el olvido.
Ver que las sombras pasan sin doblarse
serenamente solas y sin treguas;
la tregua que me dan las esperanzas
es la tregua del árbol sin estrellas.
Que canten ya las torres. Que despejen
de tanto llanto su armazón inútil;
la gloria que me dieron cuatro cantos
fue la gloria del último saludo.
Ser como el árbol que se olvida siempre
de su inmortalidad tan decantada.
Ser la hora que no vive una sola hora
y saber que las hojas, si caen, pierden
su pasaporte para toda rama.
Volver a un punto mismo de partida
ya infinitado en el cristal del goce.
Ponerse en comunión con el racimo,
con la nube y el mar y otras cosas.
Y ya que todo es canto y muerte y humo,
¡qué placer en otoño hacer el viaje
de la hoja que se va rápida y triste
Rogelio Sinán
a la humildad
Siento que la campana se renueva
por cada rama que la tarde quiebra;
que el sol se partirá cada mañana
como lago sin sal y sin enigmas.
De cada rama que salpica en llanto
la fruta colgará desfallecida;
si el minutero no me da su olvido
no dejaré mi olvido en el olvido.
Ver que las sombras pasan sin doblarse
serenamente solas y sin treguas;
la tregua que me dan las esperanzas
es la tregua del árbol sin estrellas.
Que canten ya las torres. Que despejen
de tanto llanto su armazón inútil;
la gloria que me dieron cuatro cantos
fue la gloria del último saludo.
Ser como el árbol que se olvida siempre
de su inmortalidad tan decantada.
Ser la hora que no vive una sola hora
y saber que las hojas, si caen, pierden
su pasaporte para toda rama.
Volver a un punto mismo de partida
ya infinitado en el cristal del goce.
Ponerse en comunión con el racimo,
con la nube y el mar y otras cosas.
Y ya que todo es canto y muerte y humo,
¡qué placer en otoño hacer el viaje
de la hoja que se va rápida y triste
Rogelio Sinán
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