Tren de la vida
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Tren de la vida
Tren de la vida
Tren de la vida, interminable y duro,
¿no sufre alteraciones tu viaje?
Mientras a unos los llevas en litera,
nosotros vamos en tercera clase.
Tal privilegio, tan injusta suerte,
¿reside acaso en diferente sangre?
¿Por qué nos llevas por un mundo absurdo
carentes de equipaje,
junto al lujo, y la luz, y la sonrisa,
como sombras de ayer, hijos de nadie?
Eres cruel. Tu paso fugitivo
nos lleva lejos, no sé dónde. El aire
es el único amigo, acariciando
las frentes sudorosas. El paisaje
cruza veloz ante la vista ansiosa,
pero escapa al instante.
Nuestros placeres son de lejanía,
y raudos como el vuelo de las aves.
No dan otro derecho los billetes
que al partir adquirimos...Jadeante
la máquina se arrastra...como todos,
todos lo hacemos, el menor y el grande.
Todos sin excepción somos esclavos;
tan sólo cambian las divinidades.
El tren sigue veloz su rumbo incierto,
y los afortunados pura sangre,
en cómoda cabina, y las persianas
formando muro entre ellos y la tarde,
comentan la leyenda inverosímil
de un hombre hambriento...¿Pero existe el hambre?
Tren de la vida, interminable y duro,
¿no sufre alteraciones tu viaje?
Francisco Álvarez Hidalgo
Tren de la vida, interminable y duro,
¿no sufre alteraciones tu viaje?
Mientras a unos los llevas en litera,
nosotros vamos en tercera clase.
Tal privilegio, tan injusta suerte,
¿reside acaso en diferente sangre?
¿Por qué nos llevas por un mundo absurdo
carentes de equipaje,
junto al lujo, y la luz, y la sonrisa,
como sombras de ayer, hijos de nadie?
Eres cruel. Tu paso fugitivo
nos lleva lejos, no sé dónde. El aire
es el único amigo, acariciando
las frentes sudorosas. El paisaje
cruza veloz ante la vista ansiosa,
pero escapa al instante.
Nuestros placeres son de lejanía,
y raudos como el vuelo de las aves.
No dan otro derecho los billetes
que al partir adquirimos...Jadeante
la máquina se arrastra...como todos,
todos lo hacemos, el menor y el grande.
Todos sin excepción somos esclavos;
tan sólo cambian las divinidades.
El tren sigue veloz su rumbo incierto,
y los afortunados pura sangre,
en cómoda cabina, y las persianas
formando muro entre ellos y la tarde,
comentan la leyenda inverosímil
de un hombre hambriento...¿Pero existe el hambre?
Tren de la vida, interminable y duro,
¿no sufre alteraciones tu viaje?
Francisco Álvarez Hidalgo
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