Experimentos Con Trasplantes
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Experimentos Con Trasplantes
Experimentos Con Trasplantes- Campo De Concentración De Ravensbrück
Desde septiembre de 1942 hasta diciembre de 1943, se llevaron a cabo experimentos en el campo de concentración de Ravensbrück para estudiar la regeneración de huesos, músculos y nervios, así como el trasplante de huesos de una persona a otra.
Secciones de huesos, músculos y nervios fueron extraídos de sujetos sin uso de anestesia. Como resultado de estas operaciones, muchas víctimas sufrieron intensa agonía, mutilación o discapacidad permanente.
Los experimentos relativos a la regeneración de huesos, músculos y tejido nervioso y el trasplante de huesos se cuentan entre los más salvajes, sádicos e inhumanos en los campos de concentración.
Se extraían secciones de hueso, se amputaban brazos (incluidos los omóplatos) y piernas a la altura de la cadera, y se extraía tejido nervioso y muscular a internos de los campos de concentración, y a continuación se intentaba trasplantar esas partes del cuerpo a otras víctimas.
Estos intentos causaban, por lo general, la muerte. Pero, para los que sobrevivieron, se tradujeron en mutilaciones e invalidez permanentes.
Se practicaban incisiones en el lado exterior de la parte superior de la pierna y se extraía músculo. Luego se cerraba la herida y se colocaba una escayola. Pasada una semana se abría la herida y se extraía más músculo.
La doctora Maczka declaró que el imputado Gebhardt supervisó tanto los experimentos con sulfanilamida como los relativos a huesos, músculos y nervios en el campo de Ravensbrück.
Reconoció que ni a un solo sujeto se le perdonó la vida tras estos experimentos. Los testimonios posteriores pusieron de manifiesto que la doctora Oberheuser descuidó por completo los deberes de atención básica y que su trato a los pacientes fue cruel y abusivo.
La doctora Zdenka Nedvedova-Nejedla, una reclusa originaria de Praga, llegó a Ravensbrück en un transporte procedente de Auschwitz el 19 de agosto de 1943 y trabajó allí hasta mayo de 1945.
En su declaración relativa a los experimentos quirúrgicos realizados con sus compañeras de reclusión, afirmó: Todas las mujeres con las que se llevaron a cabo experimentos quirúrgicos, se colocaban en un mismo pabellón, y se las conocía generalmente como “cobayas”.
Supo por el personal de enfermería que se inyectaban en las heridas cultivos de estreptococo, estafilococo, tétanos y flemón gaseoso para producir osteomielitis (inflamación del hueso) con fines experimentales.
Se extraían partes de los huesos de las piernas de hasta cinco centímetros de largo. A las víctimas se las mataba inmediatamente después de la operación mediante una inyección de Evipan.
Los brazos y las piernas amputadas se envolvían en gasa estéril y se llevaban al hospital de las SS que había en las proximidades para intentar implantarlos a soldados alemanes heridos.
Los únicos enfermeros que tenían acceso a las reclusas operadas eran los de las SS. Las reclusas permanecían toda la noche tumbadas, con dolores agudos, porque estaba prohibido administrarles calmantes. Once murieron o fueron asesinadas y setenta y una quedaron inválidas de por vida.
Los imputados Gebhardt, Oberheuser y Fischer fueron hallados culpables de conducta criminal por su responsabilidad en la puesta en práctica de estos experimentos.
(SPITZ, Vivien: Doctores del Infierno, Tempus, 2009, pags. 159 a 176)
universoconcentracionario.wordpress
Desde septiembre de 1942 hasta diciembre de 1943, se llevaron a cabo experimentos en el campo de concentración de Ravensbrück para estudiar la regeneración de huesos, músculos y nervios, así como el trasplante de huesos de una persona a otra.
Secciones de huesos, músculos y nervios fueron extraídos de sujetos sin uso de anestesia. Como resultado de estas operaciones, muchas víctimas sufrieron intensa agonía, mutilación o discapacidad permanente.
Los experimentos relativos a la regeneración de huesos, músculos y tejido nervioso y el trasplante de huesos se cuentan entre los más salvajes, sádicos e inhumanos en los campos de concentración.
Se extraían secciones de hueso, se amputaban brazos (incluidos los omóplatos) y piernas a la altura de la cadera, y se extraía tejido nervioso y muscular a internos de los campos de concentración, y a continuación se intentaba trasplantar esas partes del cuerpo a otras víctimas.
Estos intentos causaban, por lo general, la muerte. Pero, para los que sobrevivieron, se tradujeron en mutilaciones e invalidez permanentes.
Se practicaban incisiones en el lado exterior de la parte superior de la pierna y se extraía músculo. Luego se cerraba la herida y se colocaba una escayola. Pasada una semana se abría la herida y se extraía más músculo.
La doctora Maczka declaró que el imputado Gebhardt supervisó tanto los experimentos con sulfanilamida como los relativos a huesos, músculos y nervios en el campo de Ravensbrück.
Reconoció que ni a un solo sujeto se le perdonó la vida tras estos experimentos. Los testimonios posteriores pusieron de manifiesto que la doctora Oberheuser descuidó por completo los deberes de atención básica y que su trato a los pacientes fue cruel y abusivo.
La doctora Zdenka Nedvedova-Nejedla, una reclusa originaria de Praga, llegó a Ravensbrück en un transporte procedente de Auschwitz el 19 de agosto de 1943 y trabajó allí hasta mayo de 1945.
En su declaración relativa a los experimentos quirúrgicos realizados con sus compañeras de reclusión, afirmó: Todas las mujeres con las que se llevaron a cabo experimentos quirúrgicos, se colocaban en un mismo pabellón, y se las conocía generalmente como “cobayas”.
Supo por el personal de enfermería que se inyectaban en las heridas cultivos de estreptococo, estafilococo, tétanos y flemón gaseoso para producir osteomielitis (inflamación del hueso) con fines experimentales.
Se extraían partes de los huesos de las piernas de hasta cinco centímetros de largo. A las víctimas se las mataba inmediatamente después de la operación mediante una inyección de Evipan.
Los brazos y las piernas amputadas se envolvían en gasa estéril y se llevaban al hospital de las SS que había en las proximidades para intentar implantarlos a soldados alemanes heridos.
Los únicos enfermeros que tenían acceso a las reclusas operadas eran los de las SS. Las reclusas permanecían toda la noche tumbadas, con dolores agudos, porque estaba prohibido administrarles calmantes. Once murieron o fueron asesinadas y setenta y una quedaron inválidas de por vida.
Los imputados Gebhardt, Oberheuser y Fischer fueron hallados culpables de conducta criminal por su responsabilidad en la puesta en práctica de estos experimentos.
(SPITZ, Vivien: Doctores del Infierno, Tempus, 2009, pags. 159 a 176)
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