EL AMANECER DE LA POESIA DE EURIDICE CANOVA Y SABRA
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ISADORA DUNCAN. Creadora de la danza moderna

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Mensaje por EGA Sáb Ago 26, 2017 8:45 am

CREADORA DE LA DANZA MODERNA ISADORA DUNCAN

Isadora Duncan

Precursora indiscutida de la danza moderna, Isadora Duncan deslumbre con su arte a los públicos más exigentes de su época. Sin embargo, prisionera de un destino azaroso, vio alternarse en su vida los éxitos, las penurias y el amor, al cual se entregó desesperadamente, con la misma fuerza vital y expresiva que desplegaba apenas ponía su cuerpo en movimiento.Creadora de la Danza Moderna Isadora Duncan

Nací a orilla del mar y he advertido que todos los grandes acontecimientos de mi vida han ocurrido junto al mar”, fue la enigmática frase con que Isadora Duncan procuró alguna vez explicar los avatares de su trayectoria vital. Era una época en que todo lo que proviniese de ella motivaba comentarios entre un público cautivado por la creatividad de su cuerpo en movimiento.

Es que, dueña de una riqueza expresiva admirable, Isadora estaba conmoviendo una disciplina encadenada a las restricciones técnicas. Apelando a la inspiración que brotaba espontáneamente de su cuerpo en una búsqueda constante de la naturalidad, “la bailarina de los pies descalzos””abrió nuevos rumbos en el mundo de la danza.

Su vida abunda en signos y presagios como la de los héroes trágicos griegos. Nacida en San Francisco (California) el 27 de mayo de 1878, confiesa que aprendió a bailar en el seno de su madre, “probablemente por efecto de las ostras y el champagne, el alimento de Afrodita”, único que la señora Duncan, presa de una grave crisis espiritual, podía tomar en esa época. El padre, que era poeta entre otras cosas, y que escribiría un poema profetice sobre el destino artístico de la criatura, abandonó a la familia cuando Isadora era niña de pecho.

A los seis años la pequeña, cuya vocación se hacía más evidente cada día, enseñaba a bailar a los niños del barrio percibiendo por ello pequeñas sumas. La familia Duncan era bastante especial: la madre daba lecciones de piano; los hijos varones, Agustín y Raymond, se inclinaban por el teatro, y la otra mujer, Elizabeth, ayudaba a Isadora en sus clases de danza. En busca de mejores perspectivas artísticas, la familia se trasladó a Chicago, donde Isadora, ya adolescente, actúa en el Roof Carden haciendo concesiones a las exigencias empresarias por primera y última vez en su vida.

Pasaron luego a Nueva York, y allí interviene en las pantomimas de Jane May, con tal éxito que muchas señoras de la alta sociedad la contratan para que baile en sus salones. Después de dos años de esta experiencia, Isadora organiza una colecta entre sus no muy pródigas benefactoras y parte con los suyos para Londres en un pequeño barco que transporta ganado.

Una dama neoyorquina, en cuya casa ha bailado, le abre las puertas de la aristocracia inglesa. Envuelta en breves túnicas transparentes y con los pies desnudos calzados en graciosas sandalias, seduce a la familia real y a los artistas ilustres, pero al día siguiente no tiene qué comer. Los directores de teatro son insensibles a las ideas renovadoras. Los Duncan parten rumbo a París.

EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR
Todos los talentos están a los pies de esa californiana de ojos grises, de leves cabellos castaños rojizos y nariz respingada, de irresistible encanto. Aun el genial Rodin, ya viejo, ha querido apresar a la huidiza ninfa. Isadora se arrepiente años después de no haberle entregado su virginidad. Quien “debía transformarla en bacante desenfrenada”, en cambio, fue el actor húngaro Osear Bérégy, a quien conoce en Budapest durante una exitosa gira. Pero Bérégy solo piensa en su propia carrera y comienza para la artista triunfante el conflicto entre el amor y la vocación, que la acompañaría hasta su muerte. Se separan.

En 1902 los Duncan cumplen el más obsesivo de sus sueños: viajan a Grecia. Besan el suelo al llegar. Compran una colina (Kopanos) para construir un templo de la danza y permanecer allí eternamente. Pero la construcción del templo resulta muy costosa. La “bailarina de los pies desnudos” inicia una gira por Europa para hacer frente a su empresa: Viena, Munich, Berlín, Bayreuth.

En 1905 viaja a San Petersburgo y a Moscú, donde la aplaude el gran Stanislavsky. Ambos comprueban que sus ideas-y métodos concuerdan asombrosa^ mente. Parecido asombro la invade ese mismo año en Berlín, cuando conoce al hermoso y violento Cordón Craig, uno de los más geniales innovadores del teatro moderno. Isadora ha fundado allí una escuela, junto con su madre y su hermana. Raymond, que la ha apoyado siempre en todos sus proyectos, está en Kopanos. Entre el coreógrafo Craig y la bella Isadora, brota el amor, como una llamarada, en la primera entrevista.


Pero Craig, celoso de todo, trata de imponer su propia obra relegando a Isadora. El enfrentamiento continúa aún cuando nace Deirdre, la hijita de ambos. Ella encuentra un remedio: un joven elegante y despreocupado. Lo lleva consigo por el norte y el sur de Rusia y también por el Caucase.

Ya es más que famosa, y solo la idea fija de formar un conjunto de bailarinas extraordinarias motiva sus apremios económicos. Parte sola a Estados Unidos y regresa enriquecida, después de seis meses, en 1909. No obstante, mientras actúa en París en la sala Gaité-Lyrique, piensa que necesita encontrar un millonario. Casi por telepatía se presenta en el teatro Singer, el rey de las máquinas de coser, y le ofrece solventar los gastos de la escuela y trasladarla a una villa que posee en la Riviera. Por primera vez el amor y la fortuna han llegado juntos. Hace otra tournée por los Estados Unidos, y poco después de su regreso, el 1° de mayo, nace su segundo hijo, Patrick.

En noviembre de 1912, durante una fiesta, Singer encuentra a su amada y al dramaturgo francés Henri Bataille en actitud comprometedora. Echa a sus invitados, apostrofa a “esa mujer” y se marcha jurando no volver.

DOLOR Y ESCÁNDALOS
En enero de 1913, durante una gira por Rusia, Isadora comienza atener alucinaciones. El médico recomienda un descanso en Versalles. El 26 de abril de ese año, Singer, que acaba de regresar de Egipto, quiere ver a los niños e invita a todos a almorzar en París. Es un reencuentro feliz. Pero en el viaje de regreso, el coche que lleva a Deirdre, a Patrick y a la niñera a Versalles, se precipita en el Sena y mueren los tres. Isadora pierde la fuerza y la voluntad de vivir. Inicia un peregrinaje desolado de país en país.

Viaja a Nueva York con algunas discípulas; después a Italia, Suiza, Grecia, Brasil, Argentina (1916), Uruguay, Cuba y otra vez a su país natal. Varios amores efímeros atraviesan su complicado itinerario. Admirada en todas partes, no deja de producir escándalos en las calles y los hoteles, sobre todo cuando ha bebido demasiado.
En 1920 viaja a Atenas con un grupo de alumnas y el pianista Walter Rummel, de quien se ha enamorado, dispuesta a continuar su templo griego. El “arcángel” del piano vive un gran romance con una de las bellas discípulas. Isadora ahoga sus celos en los vinos generosos de Grecia, hasta que los trastornos políticos ponen punto final a esta otra experiencia dolorosa.

En 1921 recibe en París un cable del gobierno soviético que la invita a Rusia y le ofrece apoyo oficial para su proyecto de escuela. A su llegada nadie va a esperarla. No tiene contrato, el gobierno carece de recursos y nadie piensa en la danza. Pero encuentra el amor encarnado en un poeta extraordinario, de cabeza de ángel y mirada dura: Sergio Esenin. Olvidando sus viejos prejuicios, Isadora se casa con él para viajar por el mundo sin molestias. Recorren Europa y Estados Unidos.

El poeta ruso tiene raptos de humor sombrío, borracheras coléricas y’devastadoras, y amenaza a veces con matar a su mujer. En febrero de 1923 vuelven a París y luego regresa a la URSS. Allí emprende una gira desastrosa que dura casi dos años, alojándose en hoteles miserables, durmiendo a veces en un banco de plaza, enfrentando a empresarios que no pagan y a un público que no tiene dinero ni comprende sus danzas.

Envejecida, desalentada, retorna a París. El 27 de diciembre de 1925 Esenin se suicida, abriéndose las venas, en un hotel de Leningrado y escribe con su propia sangre su último poema. Unos editores norteamericanos envían a Isadora un adelanto para que escriba sus memorias. Será ese libro que se llamará Mi vida donde reúne sus recuerdos hasta 1921. Alquila un estudio en Niza, pero vive en un hotel, con una fiel amiga, Marie Desti.

Conoce de vista en un restaurante de Niza a un joven llamado Falchetto, que quiere venderle su automóvil Bugatti. Un amor súbito la inflama nuevamente. El 14 de septiembre de 1927, el joven va a buscarla a su hotel. Isadora está rejuvenecida y radiante. Lleva alrededor del cuello una bufanda roja de largos flecos. “¡Adiós, voy a la gloria!”, le grita a Marie, mientras se sienta en el automóvil. Cien metros más allá el auto se detiene. Los flecos del chal se han enroscado en una de las ruedas. Isadora Duncan ha llegado a la inmortalidad con el cuello quebrado y la cabeza inclinada hacia un costado.
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Mensaje por maría verónica Dom Oct 15, 2017 7:23 am

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