Dios te socorra
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Dios te socorra
Había una vez dos hermanas, una de las cuales era rica y sin hijos y la otra viuda con cinco niños y tan pobre que carecía de pan para ella y su familia. Obligada por la necesidad fue a buscar a su hermana y la dijo:
-Mis hijos se mueren de hambre, tú eres rica, dame un pedazo de pan.
Pero la rica que tenía un corazón de piedra, la contestó:
-No hay pan en casa-, y la despidió con dureza.
Algunas horas después volvió a su casa el marido de la hermana rica, y cuando comenzaba a partir el pan para comer, se admiró de ver que iban saliendo gotas de sangre conforme le iba partiendo. Su mujer asustada le refirió todo lo que había pasado. Se apresuró a ir a socorrer a la pobre viuda y la llevó toda la comida que tenía preparada. Cuando salió para volver a su casa, oyó un ruido muy grande y vio una nube de humo y fuego que subía hacia el cielo. Era que ardía su casa. Perdió todas sus riquezas en el incendio, su cruel mujer lanzando gritos de rabia decía:
-Nos moriremos de hambre.
-Dios socorre a los pobres-, la respondió su buena hermana, que corrió a su lado.
La que había sido rica, hubo de mendigar a su vez; pero nadie tuvo compasión de ella. Su hermana olvidando su crueldad, repartía con ella las limosnas que recibía.
-Mis hijos se mueren de hambre, tú eres rica, dame un pedazo de pan.
Pero la rica que tenía un corazón de piedra, la contestó:
-No hay pan en casa-, y la despidió con dureza.
Algunas horas después volvió a su casa el marido de la hermana rica, y cuando comenzaba a partir el pan para comer, se admiró de ver que iban saliendo gotas de sangre conforme le iba partiendo. Su mujer asustada le refirió todo lo que había pasado. Se apresuró a ir a socorrer a la pobre viuda y la llevó toda la comida que tenía preparada. Cuando salió para volver a su casa, oyó un ruido muy grande y vio una nube de humo y fuego que subía hacia el cielo. Era que ardía su casa. Perdió todas sus riquezas en el incendio, su cruel mujer lanzando gritos de rabia decía:
-Nos moriremos de hambre.
-Dios socorre a los pobres-, la respondió su buena hermana, que corrió a su lado.
La que había sido rica, hubo de mendigar a su vez; pero nadie tuvo compasión de ella. Su hermana olvidando su crueldad, repartía con ella las limosnas que recibía.
Roana Varela- Moderadora
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